Venezuela: Una batalla épica

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Venezuela: Una batalla épica
Fecha de publicación: 
12 Enero 2014
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Pese a ser derrotada una y otra vez electoralmente, la oposición profundiza la amenaza y la campaña contra el proceso revolucionario bolivariano en Venezuela, basada fundamentalmente en el casi total control de los medios de desinformación masivos, que coadyuvaron al alto proceso inflacionario y al bajo crecimiento del pasado año.
                                                                                                                
La campaña auspiciada desde el exterior por Estados Unidos y estimulada financieramente por aquellos que aún detentan internamente grandes fortunas, se nutre principalmente del aún endeble poder comunicacional oficial, que tiene su principal base en figuras que, como el presidente Nicolás Maduro, tienen la alta responsabilidad de proseguir el proceso iniciado por Hugo Chávez, figura de amplio poder comunicacional y seguido por las masas.

Cierto, al sabotaje económico, el gobierno irrumpió con ideas y actos que obligaron a la gradual normalización logística, frenó gradualmente la corrupción y elevó la seguridad ciudadana, amenazada principalmente por los delincuentes de “cuello blanco”. No obstante, el sabotaje sistemático de los medios de comunicación, operados mayoritariamente por el enemigo, tiene el grave peligro de ocupar el pensamiento de la inmensa mayoría, incluso con problemas inventados como el decomiso de vehículos, la expropiación de pequeñas propiedades y otras cuestiones que afectan a las clases baja y media, entre los principales sostenes gubernamentales.

En días recientes, el gobierno pudo derrotar desde sus inicios la arremetida opositora contra el leve alza del precio simbólico de los combustibles, principalmente la gasolina, entre la población, y hoy se da a la importantísima tarea de acabar con métodos que recuerdan la “receta chilena” esgrimida por Estados Unidos, mediante la Agencia Central de Inteligencia, para financiar al diario El Mercurio y otras publicaciones ultrarreaccionarias en la guerra sicológica que ayudó a derrocar al presidente constitucional Salvador Allende.

Urgente necesidad

Por eso se hace necesario fortalecer la comunicación, elevar, como lo hacía Chávez, la lectura de las coyunturas políticas; incorporar el ya existente movimiento social para asumir responsabilidades y ejercer el poder; superar la situación de país importador, eliminar los graves problemas para acceder a las divisas, formar consecuentemente cuadros para la construcción del socialismo, eliminar la rutina y regresar a la confrontación político-ideológica con un adversario que compulsa valores capitalistas, el consumo, modelos de vida ajenos y el desprecio por los países del Tercer Mundo.

En todo este contexto, entre tantas complicaciones que debe desenredar, con el concurso y unidad de los revolucionarios y los venezolanos honestos en general, el presidente Nicolás Maduro está llevando a cabo la lucha contra una corrupción entronizada, que pretende restar apoyo y dar al traste con el proceso revolucionario bolivariano.

A los intentos opositores para frenar la elaboración de leyes de beneficio a la población, se ha respondido con las habilitantes, para intensificar ese constante golpeo a la corrupción.

Maduro se ha propuesto hacer realidad la determinación del gobierno bolivariano venezolano -el primero chavista- de copar hasta el último rincón de la nación sudamericana para llevar la verdad, conocer de primera mano cada problema, enfrentar el burocratismo, la corrupción y la delincuencia, y lograr la eficiencia en todos los órdenes, algo indispensable para ganar la indispensable batalla ideológica de construcción del socialismo.
                    

Está respaldado por un importante proceso de inclusión social en educación, cultura, vivienda y salud, y una nación que es una de las menos desiguales de la región, al acortarse la diferencia entre los grupos sociales; con cero de analfabetismo, buenos niveles de nutrición, alto índice de alumnos en educación superior, etc., todo reconocido internacionalmente, pero no por la prensa alineada contra lo que considera bolivariano.

Empero, recalco, no es una tarea fácil, porque se enfrenta, subrayo, a un enemigo vengativo y con un odio visceral a los revolucionarios, con un gran poder económico, dominio de la mayor parte de los medios de comunicación y que no cesa en sus campañas para crear la inseguridad ciudadana.                                                                  

               
En este proceso liderado por Maduro se requiere de un gran sacrificio para hacer prevalecer el debate que pasa por la construcción de una sociedad con valores éticos y morales y de rechazo al consumismo.

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