Trump: “Estados Unidos no debe dar lecciones sobre cómo vivir”

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Trump: “Estados Unidos no debe dar lecciones sobre cómo vivir”
Fecha de publicación: 
21 Mayo 2025
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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reacciona durante su visita a la Casa de la Familia Abrahámica durante la última parada de su viaje al Golfo, en Abu Dabi, Emiratos Árabes Unidos, el 16 de mayo de 2025. © Reuters/Brian Snyder

Medios de prensa estadounidense se hicieron eco de las consideraciones “filosóficas” de reciente publicación del presidente estadounidense, Donald Trump, cuando afirmó que no es tarea de Estados Unidos  “darles lecciones sobre cómo vivir” a terceros países, es decir no tiene que estar cambiando gobiernos; palabras más, palabras menos.

Concretamente, en ocasión de su alocución en el Foro de Inversiones Arabia Saudita-EEUU, trascendió que Donald Trump se pronunció contra lo que llamó intervencionismo estadounidense, enfatizando que cada país tiene derecho a trazar “su propio destino a su manera”. Remató estas consideraciones anunciando que siempre daría prioridad a la paz y la colaboración.  

Con un tono más efectista, también se pronunció sobre estos temas y en otras ocasiones el secretario de Salud estadounidense, Robert Francis Kennedy Jr. quien afirmó que la política exterior del país se basa en la "ilusión" de que la intervención estadounidense en el extranjero, garantizará  la democracia allí donde actúan. En ese sentido, alerta sobre la paradoja de que “guerras para siempre es igual a bancarrota interna”, en alusión al historial de invasiones de Estados Unidos y su impacto en el ámbito doméstico.  

La incredulidad tiene todo el derecho de predominar ante estos comentarios; lógico, tendrían que cambiar profundamente muchas cosas en aquel país, para que en efecto el Imperio tolere la competencia o la insubordinación de terceros países. Prácticamente deberían abandonar su esencia imperial.

En cuanto a Trump, ya se le conoce, y lo más probable es que sus reflexiones, que se inscriben dentro de la pose de sincericidios que caracteriza a esta administración, vaya dirigida a reforzar esa imagen trabajada de aislacionismo radical; naturalmente, si lo suyo es solo su país, cómo justificar que meta sus narices en otras partes.

De cualquier forma, a los efectos del análisis de la realidad, hay que registrar el efecto que este tipo de retórica podría tener en el micro universo de la contrarrevolución, que como es conocido, existe por obra y gracia del dinero mercenarizado, fomentado por  los  neo batistianos, predominantes en las elites políticas del sur de la Florida. 

En pocas palabras, si ahora el jefe Trump dice que no hay que meterse con los asuntos de otras naciones, o que no es tarea estadounidense promover “cambios de régimen”, para colmo, que su brújula es la paz, entonces, ¿cómo quedan estos sujetos?

Alguien desprevenido podría suponer que en adelante los opositores a la Revolución tomen cartas en el asunto y conduzcan, con medios e iniciativa política propios, una acción para derrotar ese proceso auténticamente cubano, que arrancó en 1868 cuando la alborada de Carlos Manuel de Céspedes. 

Se avisa que eso es absolutamente improbable e inmaterializable. Más de 60 años de dependencia a los dineros federales para financiarse, más de 60 años siendo política, operativa e ideológicamente conducidos, en especial por los servicios especiales estadounidense, han incapacitado a cualquier movimiento, grupo o cabecilla contrarrevolucionario, de actuar con independencia para lograr los fines que dicen buscan para Cuba.

De modo que algunos de los sospechosos habituales o están decididos a contradecir al jefe Trump o simplemente ni se enteraron de los “nuevos” vientos que supuestamente corren por los pasillos de la Casa Blanca.

Veamos el caso de los nostálgicos, embusteros de la primera hora,  que se reúnen en el llamado Laboratorio de Ideas Siglo XXI que suelen ser referentes de los medios de prensa hostiles a Cuba. 

Recientemente no tuvieron mejor “idea” que recordar la nefasta Ley Helms-Burton, aprobada por el congreso estadounidense y que resulta un ejemplar representativo, de una obviedad apabullante, de en qué consiste meterse en los asuntos de otro país. Como se recordará, esta norma establece cuál sería el modelo económico y político de Cuba, bajo la egida de Washington.

Se han visto otros casos, si se quiere más delirantes. Está el del empresario estadounidense Palmer Luckey, fundador y principal CEO de Anduril Industries, quien propuso convertir la base naval de Guantánamo en una suerte de ciudad futurista, algo así como la “Singapur del Cáribe” explicó el creativo Luckey. 

Trasciende que la tal  Anduril Industries es una empresa de medianas dimensiones, dentro del complejo militar industrial, especializado en el uso de inteligencia artificial con fines bélicos, siendo considerada “un actor clave” en tecnologías altamente avanzadas para la guerra.  

Este proyecto absurdo, incluso para cualquier IA, entra en conflicto hasta con los propios preceptos que establecieron la susodicha base en territorio guantanamero, sin mencionar el hecho de que esa ocupación es ilegal y contra la voluntad del pueblo y gobierno cubano, soberanos en todo el territorio isleño.

Por demás, Luckey pretende que se le crea  a alguien que vive de la guerra, literalmente, cuando propone un proyecto donde habrá paz, buenos modales y prosperidad sostenida. Por favor Luckey!, un poco de respeto a la inteligencia ajena.

En otro extremo, un espécimen de la farándula, en modo Patria no, visa si, cuya identificación es preferible ni mencionar, volvió a exigir hace unos días una invasión militar a Cuba;  y aunque no predominantes, aparecen comentarios en redes sociales digitales exigiendo esta salida.
 
Digamos que a los marines, útiles para nada, es bueno insistir en ese concepto, le piden que hagan exactamente lo contrario de lo que piensa Trump y su eventual vocación pacifista.

Lo cierto es que hay una especie de desasosiego en estos momentos en los grupúsculos anti cubanos, de particular de desespero y frustración, que crece con el pasar de los días/semanas en que transcurre la actual administración Trump. Ansiedades auto alimentadas, aún creen que la Revolución cubana desaparecerá gracias a la “magia trumpista”.

Y para colmo, en lo que concierne a este asunto, hay que concederle al mandatario estadounidense que por razones paralelas, ha tomado decisiones como el achique de la USAID, que al menos en el ámbito público, trasladan el mensaje que se cierran mecanismos usualmente empleados, para la intromisión de Estados Unidos en terceras naciones, más allá si es o no cierto esto. 

Por su cuenta, el secretario Marco Rubio o los jinetes del apocalipsis, es decir, los legisladores de origen cubano, como la sra. Salazar, o Gimenez, con G, también el que va quedando de los Diaz-Balart, se muestran incapaces de lidiar con la tormenta perfecta que les supone no poder enfrentar la avalancha anti migratoria. 

Las posiciones arto injerencistas de estos personajes, no solo hacia Cuba, a las que les deben en buena medida su carrera política, se convierten en otro elemento  de conflicto con los mencionados aires casablanquinos.

Está por ver si el gobierno estadounidense y todo su entramado contradictorio tienen la voluntad de aplicar la “nueva” política exterior de Trump. Para mientras, la mejor opción es esperar siempre lo peor; recordar lo que dijo el Che, un 30 de noviembre de 1964 en Santiago de Cuba: "!no se puede confiar en el imperialismo ni tantito así, nada!".
 

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