Maceo, Che y el mensaje a los padres de hoy

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Maceo, Che y el mensaje a los padres de hoy
Fecha de publicación: 
16 Junio 2025
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Inclaudicables cuando se trata de principios y valores morales, de justicia social y humanismo, de dignidad y respeto, de forjar desde el ejemplo personal un camino a seguir por el bien de muchos. Así podrían definirse a Maceo y Che, a quienes la historia – ya lo sabemos – los unió no solo en la fecha común de sus natalicios, también en esa entrega sin límites por hacer el bien a costa de cualquier sacrificio.

Difícil resulta resumir entonces, en pocas palabras, sus grandezas, las diversas formas en que enaltecieron con su actuar cotidiano algunas de las páginas más gloriosas de nuestra historia. Pero más allá de eso, nos legaron mensajes, alertas, desafíos para el futuro, muchos de los cuales nos confirman que se puede llegar a ser fuertes, certeros y pudiera parecer que hasta demasiado severos e impenetrables, sin perder la ternura y la belleza de alma. 

Son Maceo y Che, a quienes recordamos hace apenas horas, dos de esos padres a los que hay que volver una y otra vez. Del primero, diría Martí, que había que ponerle asunto a lo que decía porque tenía “en la mente tanta fuerza como en el brazo”.

Y agregaba: “Firme es su pensamiento y armonioso, como las líneas de su cráneo… No deja frase rota, ni usa voz impura, ni vacila cuando lo parece, sino que tantea su tema o su hombre. Ni hincha la palabra nunca ni la deja de la rienda. Pero se pone un día el Sol, y amanece al otro, y el primer fulgor da, por la ventana que mira al campo de Marte, sobre el guerrero que no durmió en toda la noche buscándole caminos a la patria. Su columna será él, jamás puñal suyo. Con el pensamiento la servirá, más aún que con el valor. Le son naturales el vigor y la grandeza”.

El Che, por su parte, dejaba a sus hijos en su carta de despedida de Marzo 1965, un legado de vida y el camino a seguir, como lo hacen los verdaderos padres: actuar como se piensa y ser leales a las convicciones; crecer como verdaderos revolucionarios; estudiar mucho para poder dominar la técnica que permite dominar la naturaleza; recordar que “la Revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada”, pero sobre todo, ser siempre “capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo”, “la cualidad más linda de un revolucionario”.

Y es que hay dimensiones que no se determinan tanto por el lugar que un hombre ocupa en la historia, sino por la influencia que su ejemplo ejerce sobre la conciencia y el accionar de las generaciones que le suceden. Es el caso de estos hombres, seres humanos extraordinarios, padres de cuerpo y alma con los cuales hemos vibrado muchas generaciones porque son, ante todo, paradigmas de vida.
 
Ellos, como tantos padres cubanos de hoy, son héroes, porque hacen Revolución desde el pequeño mundo doméstico que les rodea hasta el altar más profundo y alto de la nación, sin gritarlo a las mil leguas, sin pedir nada a cambio, a veces anónimos, cuesta arriba en esta historia cotidiana – dura, durísima - estimulando e inspirando, marcando el paso de los hombres por el camino del sacrificio, del desinterés, de la nobleza. Y son, como Maceo y Che, un grito de combate, una voz de partida, un llamamiento a la práctica revolucionaria y a no cansarnos ni perder la ternura, por muy difíciles que sean los tiempos.

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