Lacalle? ¡Lacayo!

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Lacalle? ¡Lacayo!
Fecha de publicación: 
21 Septiembre 2021
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Paro en Uruguay contra un presupuesto que "no atiende demandas populares". El presidente Lacalle debería escuchar a su pueblo en vez de servirle de vocero al imperio.

No más habían pasado minutos de la diatriba anticubana y divisionista del presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, en la apertura de la cumbre de la CELAC en Ciudad de México, cuando medios tarifados coincidían sospechosamente en afirmar que había puesto en ridículo a Miguel Díaz-Canel Bermúdez soslayando la contundente respuesta del mandatario de la mayor de las Antillas, siempre en aras de evitar la desunión en el importante evento.

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Y al mismo tiempo que Lacalle echaba ranas y peces por la boca, la cara aun le dolía por la bofetada que le dieron los trabajadores de la principal central sindical  de la nación, mediante el paro general contra las medidas del gobierno derechista que asumió en marzo del 2020, por trabajo, salario, desarrollo nacional y en defensa de las empresas públicas.

Los problemas sociales de Uruguay se perciben en el interior del pequeño país de 187 000 kilómetros cuadrados y también en las barriadas humildes y las calles del centro de Montevideo, la capital, donde mucha gente sobrevive gracias a la solidaridad de las ollas populares.

Hay descontento ante la caída del salario real, el aumento de la pobreza y la falta de medidas para contrarrestar el impacto de la pandemia de la Covid-19 en el país. Se perdieron 50 000 puestos de trabajo; hay una cantidad importante de personas en seguro de paro; los salarios cayeron 18 jornales en un año, o sea, la gente trabaja lo mismo, pero cobra 18 días menos.

Tras participar de una reunión con los dirigentes de la latifundista Asociación Rural, Lacalle dio una rueda de prensa en la que cuestionó la demostración: “es un paro claramente político”.

OPORTUNISMO

Desde el oficialismo se plantea la peregrina idea de quienes ganaron las elecciones del 2019 tienen derecho a tomar todas las decisiones durante cinco años, como únicos intérpretes de lo que le conviene al país, y que quienes discrepan no se oponen al gobierno, sino al país.

El gobierno ha creado un instrumento legal con el que pretende cerrar con represión su proyecto de saqueo.

El periodista Gabriel Pereyra plantea: “Todo es una suma de ignorancia, de repetir errores, de una política de seguridad clasista. (…)  A la reiteración de errores, se suman golpes al vacío, golpes a los débiles, un retroceso de 30 años… solo se ve más muerte, más violencia, más miedo, más gente perdida en el resumidero de la miseria.”

“Queremos reivindicar que de una vez por todas los más infelices sean los más privilegiados; los derechos no se tocan, el reparto de tierras es una herencia artiguista, y llevarlo a cabo ha sido una construcción del pueblo uruguayo que costó sangre, esfuerzo y lucha; no les pertenece a los gobiernos de turno”, finalizó.

Aumentan las exportaciones, pero se raciona la comida en las escuelas. Se derrama desigualdad, hay cada vez más gente sin casas y casas sin gente. Luego de la ola pandémica, avanza la marea neoliberal y el mar de fondo popular empieza a golpear contra el gobierno.

Y es que los adversarios siguen siendo los mismos: intereses extranjeros por los recursos nacionales, especulación financiera e intencionalidad de los que piden a gritos el desmembramiento de un Estado protector, por lo cual es imposible propiciar un modelo de desarrollo sustentable, amigable con el medioambiente y comprometido con las generaciones venideras.

 

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