La equilibrista Dina

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La equilibrista Dina
Fecha de publicación: 
2 Abril 2025
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La presidenta de Perú Dina Boluarte. Foto PL

Ahora coge tremendos berrinches cuando  continuamente extravía los papeles que supuestamente debían sostener sus respuestas en conferencias de prensa.

Pero ese caos aparente que es Dina Boluarte lleva más de 28 meses en el poder en Perú, donde ocupó vicepresidencia desde la cual traicionó al mandatario Pedro Castillo, hoy en prisión, y fue expulsada del partido de izquierda marxista con el que cohabitó y después denostó.

Más de dos años de equilibrio en el poder, enfrentando una enorme impopularidad, problemas con la Justicia, crisis de seguridad y debilidad política, y solo ahora, cuando enfrenta una posible destitución a manos de un espurio Congreso, tanto como ella, es que decide convocar a elecciones para abril del 2026 y, al parecer, todo parece indicar que logrará terminar su período.

El 7 de diciembre del 2022, Dina Boluarte pasó de ser la vicepresidenta de un mandatario de marcado corte izquierdista, como era Pedro Castillo, a asumir el mando de Perú e iniciar una deriva que la tiene liderando un gobierno que se sostiene gracias al apoyo de sectores conservadores con gran poder en las esferas oligárquicas de la nación andina.

Con su antecesor destituido por el Congreso y detenido, acusado injustamente de rebelión y conspiración, Boluarte comenzó un largo viaje no exento de dificultades, acusaciones y polémicas de todo tipo.

Se abrazó a un partido fundado por su hermano Nicanor, quien aprovechó su condición familiar para traficar influencias y pertenecer a una organización criminal, por lo cual es buscado a nivel internacional.

Nicanor Boluarte designaba funcionarios en oficinas del Estado, siempre y cuando estos estuvieran dispuestos a colaborar económicamente con una red corrupta que intentaba crear. También les habría pedido que ayudaran a recopilar firmas para el nuevo partido político que intentaba formar.

Dina, enemiga antes de Keiko Fujimori y ahora íntima amiga, no se adhirió a Fuerza Popular, el partido fujimorista, por lo cual, subrayamos, se afilió al creado por su hermano, Ciudadanos por el Perú, ahora en veremos. 

Pese a las fechorías de su hermano, no tener una bancada propia, a estar en la mira de la Fiscalía por el caso "Rolexgate” (ostentación de lujosos relojes y otras joyas de dudosa procedencia) y a una impopularidad enorme, Boluarte confía en terminar su gestión en el 2026, porque tiene el apoyo de los partidos de derecha en el Parlamento, a quienes les sirve mantener el statu quo de un gobierno frágil que depende de su aprobación.

DESAFÍOS

Boluarte no solo ha conseguido mantenerse en el poder pese a los contratiempos, sino que incluso ha asumido grandes desafíos a nivel internacional, como la organización de la cumbre de la APEC, o ha aparecido junto a líderes de la talla de Xi Jinping durante la inauguración del puerto de Chancay.

Este tipo de eventos recalcan que, a pesar de la crisis política, la estabilidad macroeconómica del Perú y su importancia económica en la región se mantienen.

Boluarte se beneficia de esta exposición internacional, pero por períodos de tiempo muy cortos, luego de los cuales se ve nuevamente confrontada con los problemas internos.
Está muy preocupada con establecer una imagen de un país sin convulsión social, con el fin de atraer o asegurar inversión extranjera. En mayo, durante el XV Encuentro Internacional de Minería, explícitamente habló de la importancia de que Perú sea visto como un país que se desarrolla en paz y democracia.

Sin embargo, se puede dudar de que estas muestras de unidad con estos líderes internacionales hayan ayudado a fortalecer su legitimidad ante la ciudadanía. Las protestas ante la creciente inseguridad ciudadana siguieron durante la cumbre de la APEC, y la aprobación de la presidenta está más baja que nunca, en un 3%.

La falta de respaldo ciudadano, la inexistencia de un apoyo político en el Parlamento, las protestas y las indagaciones judiciales plantean un escenario poco feliz para la mandataria. ¿Cómo logra sortear todas estas dificultades en un país donde los congresistas suelen usar las mociones de vacancia contra los presidentes?

Empero, repetimos, el Congreso ve en Dina Boluarte una garantía de estabilidad para el país hasta las elecciones del 2026. Sin embargo, la crisis de la seguridad ciudadana y la enorme impopularidad del Gobierno hacen dudar de si este apoyo podrá mantenerse hasta esa fecha, porque la fragilidad del sistema de partidos políticos y la complejidad para implementar reformas en Perú hacen que la gran mayoría de los gobiernos terminen con porcentajes altísimos de desaprobación.

Las masivas manifestaciones que exigían la renuncia de Boluarte al comienzo de su mandato, con una cruel represión que causó más de 70 muertos, en su mayoría indígenas sin armas que fueron fusilados a sangre fría, demandaron investigaciones sobre el pisoteo de los derechos humanos, algo que la venalidad judicial pasó por alto.

La fragilidad de su mandato explica la constante aplicación de los estados de emergencia y el uso de militares para mantener el orden público, lo cual significa una fuerte restricción de derechos fundamentales como la libertad de reunión y posibilita una criminalización aún mayor de las protestas, todo un retroceso de esa democracia que llaman representativa.

 

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