Herencia a Biden: La guerra perpetua

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Herencia a Biden: La guerra perpetua
Fecha de publicación: 
13 Marzo 2021
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Foto: Hussein Malla

Siria, Afganistán, Somalia y Libia son ejemplos de lo que significa para el imperialismo norteamericano la noción de guerra perpetua, que alimenta a su principal industria, la de la guerra, experimenta todo tipo de armas sofisticadas y se apodera de riquezas ajenas.

Ha sido todo un plan halconístico que tuvo su punto más importante en la era del presidente George W. Bush, permaneció con algunas variantes de disimulo en la de Barack Obama y fue abrazada cuando le era conveniente por la de Donald Trump.

Algunos se preguntan si el actual mandatario, Joe Biden, desea proseguir esa malsana política, aunque sus más recientes palabras son de condena a situaciones de este tipo que le han ganado mala fama a Estados Unidos.

Realmente, esta es una guerra de clases que comenzó hace tres décadas y media, pero que se amplificó e intensificó, como indiqué, desde la llegada de Bush a la Casa Blanca, cuando Estados Unidos fue sumido en “la guerra perpetua” y su sistema político quedó esclavo del “temor perpetuo”.

Sin duda, esto es parte de la expansión de los asaltos con drones en Libia y Somalia, o la continuación de la costosa Ley Patriótica, que instauró un invasivo sistema de control y vigilancia de la población. Además de los factores ligados al deseo de mantener el Imperio, la guerra perpetua es básicamente el resultado de una mutación en la política interior estadounidense por el imperativo de seguir propulsando un Complejo Militar Industrial mediante el Congreso, cuando era una facción económica y política que perdió su razón de ser al terminar la Guerra Fría.

Pero desde hace cinco años necesita la perpetuación de la amenaza de guerra para, a través de ella, succionar dineros para sobrevivir y florecer en sus propios términos y a expensas de los demás.

Ello forma parte de la imposición de controles sociales cada vez más autoritarios y totalitarios, del “entrenamiento”, por la vía de la influencia de los monopolizados medios de comunicación masiva y de la narrativa que transmiten los famosos “tanques pensantes” financiados por el mundo empresarial, con el fin de que los ciudadanos se sientan impotentes y humillados frente a una situación que los intimida y ante la cual no tienen posibilidad de relacionar la “causa con el efecto”.

Esto me hace recordar nuevamente una entrevista del diario The New York Times con el inversionista multimillonario Warren Buffett, quien dijo textualmente lo siguiente: “Existe una guerra de clases, bien entendido, pero es mi clase, la clase de los ricos, que está librando esa guerra, y la estamos ganando. Y quienes dirigen esta guerra de clases tienen nuevas armas y muchos más medios a su disposición”.

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