Europa racista: Terror a la inmigración

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Europa racista: Terror a la inmigración
Fecha de publicación: 
1 Abril 2021
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No diez, sino 20 años han pasado desde las primeras oleadas de inmigrantes que han tratado de llegar a Europa, buscando refugio de las guerras, el hambre, de los mercenarios convertidos en terroristas, de hechos generados casi siempre por las gobernanzas de las naciones a las que acuden para salvar sus vidas.

No hay semana que pase sin que lleguen noticias sobre naufragios de frágiles embarcaciones que tratan de cruzar las peligrosas aguas del Mediterráneo, en estos últimos tiempos de emigrantes libios y marroquíes, principalmente, la mayoría de los cuales son rechazados  en las naciones donde arriban, ninguna de las cuales se hace responsable por los entuertos ocasionados por las intervenciones imperiales que cercenaron casi medio millón de vidas en diez años de guerra de agresión en Siria, el doble probablemente en Iraq, además de la destrucción de la nación más próspera de África, Libia.

Si en alguna ocasión hubo nación europea que los recibió con los brazos abiertos, esa fue Alemania, que aceptó una mano de obra barata y, tras llenar el “cupo”, volvió a cerrar sus puertas.

Muchos discursos hipócritas en nombre de la humanidad, que vinieron a aunarse en la promesa de un pago millonario a Turquía para que aceptara a los refugiados, que nunca se hizo efectivo completamente.

Decir un número exacto de refugiados que lograron llegar con vida, de los que murieron en el camino, ni Naciones Unidas los tiene seguro.

Algunos países, como Italia y España, han realizado operaciones para enviar a los refugiados a su lugar de origen, para ellos el infierno, en tanto naciones del centro del continente les cierra sus fronteras.

Quienes exponen sus vidas para atravesar el Mediterráneo refuerzan los fantasmas de los ciudadanos europeos, posesionados con eso que el antropólogo y director de Instituto de Investigación para el Desarrollo, Marc Agier, llamó el “extranjero abstracto”.

Es decir, la figura que aúna todos los miedos y los menosprecios, las culpas y las cargas tóxicas, el racismo común de cada día, la xenofobia de los “populistas” y de los propios estados que llevan décadas elaborando una suerte de responsable extranjero idealizado.

Esta es culpable del desempleo, de la delincuencia, de la pérdida de los valores propios, de la crisis económica, del deterioro de la nación, a lo que se suma ahora el señalamiento de ser causante de la propagación de la epidemia del nuevo coronavirus.

Pero, al igual que su socio mayor, Estados Unidos, sus multinacionales, sus subvenciones agrícolas, su proteccionismo, todo envuelto en el más rancio neoliberalismo, continúan expoliando al planeta con la misma indiferencia –quizás gozo- en que contemplan como las aguas del Mediterráneo siguen sepultando a miles de personas que se largan al mar llenas de esperanza.

Subrayo: náufragos de la miseria que se ven abandonados por los mismos países que los colonizaron y luego pactaron con regímenes corruptos y asesinos de sus propios pueblos.

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