Entre el hambre y el coronavirus

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Entre el hambre y el coronavirus
Fecha de publicación: 
7 Septiembre 2020
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Protesta en Chile

Conocido es que Jair Bolsonaro trata de aprovecharse de la epidemia de la COVID-19 para captar el apoyo de millones de brasileños que, sin seguridad alimentaria por el Estado, prefieren desafiar los peligros de la enfermedad, antes de quedarse muriendo de hambre en casa.

Así, apoyan la apertura del comercio, la industria, la informalidad laboral, tal como hace el mandatario brasileño, quien no es el único que promueve tal peligro en el mundo controlado por el neoliberalismo, en el que sus defensores hasta aplauden la muerte de seres que consideran inútiles y viran la cara para no verlo.

Antes que surgiera esta pandemia, ya centenares de millones de personas estaban destinadas a morir de hambre, incluso en lugares donde hay desarrollo, abundantes alimentos y agua y el deterioro del cambio climático aún no es tan evidente.

Y es que en la mayor parte del mundo reina la desigualdad, de tal manera que hace recordar aquella pregunta del economista francés Maurice Halláis acerca de cuántos pobres se necesitan para fabricar un rico.

Ello resume bien la razón de ser de todos los sistemas económicos basados en la explotación del trabajo humano y de la guerra de clases, en la que la oligarquía estadounidense va a la vanguardia desde la era de Ronald Reagan y ahora alcanza límites insospechados en el tiempo –que parece demasiado- de Donald Trump, gran defensor del aislamiento cero, sin importar que su política equivocada haya convertido a Estados Unidos en el centro mundial de la epidemia.

Este le dio un golpe bajo al neoliberalismo, cuando renunció a tratados obamísticos con naciones del Pacífico y Europa, pero ello no entrañó el bien de las clases desposeídas, sino el disfrute de quienes ya tienen mucho y no están conformes, pero viven y explotan en y desde Estados Unidos.  

Lo mío primero, dijo Trump, junto a sus frases que reviven la dominadora y agresiva Doctrina Monroe, que hizo de América Latina su “patio trasero”, pero con abierto aditamento de empobrecer a los pueblos de este y demás continentes, lo cual ayuda a fabricar esos superricos que forman parte de la cúspide de la pirámide social, ese 0,1% que se apropia de la mayor parte de la riqueza del mundo.                          
                                                                   
La exclusión política y económica hace también que millones de personas no puedan adquirir alimentos, aunque sean de baja calidad, porque no tienen recursos para ello. Cada cuatro segundos alguien muere de hambre en el mundo, más de mil millones de seres humanos la sufren y siete de cada diez son mujeres y niños.                                                                                                  
Los monopolios acaparan gran parte de las ventas mundiales de semillas, en un lucrativo mercado cautivo, porque, paradójicamente, se negocian variedades resistentes a sus propios herbicidas.                                    

Para complacer a quienes entronizan el neoliberalismo, no extraña que exista un mercado verdaderamente esclavo, con todas esas dosis de injusticia social y exclusión, causantes que millones de personas se sublevan hoy para no morir de hambre.    
                                                              
Por una razón simple, empíricamente verificada: la mundialización generalizada de los intercambios entre países caracterizados por niveles de salarios muy diferentes, provoca finalmente por todos lados, en países desarrollados como en los subdesarrollados, desempleo, reducción del crecimiento, desigualdades, miserias de todo tipo.                                                                                                
De ahí que, a pesar del lógico decrecimiento económico a causa del COVID-19, no se debe esperar cambio alguno, porque, al final, la crisis económica no hará que los ricos se suiciden y saldrán a flote por los subsidios del Estado neoliberal mientras los pobres, lo serán más aún, con la amenaza de ésta o cualquier otra epidemia y la del hambre, cuya sombra sólo desaparecerá con la unión de todas las fuerzas progresistas.

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