Empecinamiento contra China: Y ahora los derechos humanos

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Empecinamiento contra China: Y ahora los derechos humanos
Fecha de publicación: 
12 Abril 2021
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Llama la atención como el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, no sólo no ha levantado ninguna de las sanciones impuestas a la República Popular China por Donald Trump, sino que ahora arguye acusaciones contra Beijing acerca de supuestas violaciones de los derechos humanos contra la etnia uigur en la provincia de Xinjiang, argumentando que son tratados como esclavos.

Lo curioso es que los uigures son la mano de obra más importante en las plantaciones de algodón de China, donde en Xinjiang se concentra el 80% de la producción nacional.

En este contexto, organizaciones a sueldo del Imperio tratan de mantener una constante hostilidad entre los uigures y el resto de la población, con el fin de resucitar hechos vandálicos que hace algunos años causaron la muerte de pacíficos civiles en la región, que incluyó el incendio de una importante tienda de modas, que carbonizó a cinco de sus empleadas. De todo ello quedaron importantes pruebas documentales.

Ahora las acusaciones norteamericanas, además de tratar de entorpecer las relaciones entre los habitantes de Xinjiang, conllevan el sabotaje a la importante producción de algodón, con el fin de golpear a una economía que, según expertos, incluidos norteamericanos, superará a la de Estados Unidos antes de lo previsto.

El tratar de levantar inquietudes en Xinjiang coincide con el mayor control de las autoridades de Beijing de los disturbios que grupos también al servicio de Estados Unidos, con la complicidad de Gran Bretaña, han estado efectuando en estos últimos tiempos en Hong Kong, con el fin de hacer fracasar la política china de un país, dos sistemas, y quebrar al importante centro financiero.

En Hong Kong, las falsas agencias no gubernamentales sustituyen a la muy desprestigiada Agencia Central de Inteligencia en las acciones contra las autoridades, que han provocado el malestar de la población y el temor a hechos cada vez más violentos, mientras las fuerzas policiales tratan de actuar moderadamente, a pesar de varios asaltos a comisarias, el Parlamento y el aeropuerto internacional.

RECORDATORIO

Tras el fracaso de la tentativa secesionista del 2014, la cabeza emprendedora de la rebelión, una supuesta ong denominada National Endowment for Democracy (NED), descrita como una organización que hace exactamente lo contrario de lo que su nombre implica: utilizó la democracia como herramienta para avivar las “revoluciones de color” en todo el mundo.

En la década de 1980, financió “fuerzas democráticas” en Checoslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria para agitar el “cambio de régimen”, según un informe de The Washington Post de 1991.

Más recientemente, ha tratado de influir en las elecciones en Mongolia, Albania, Bulgaria y Eslovaquia y ha construido “movimientos” contra Rusia en Ucrania, Bielorrusia, Moldavia, Georgia, Serbia, Kosovo y Bosnia-Herzegovina, en tanto, al igual que en el 2014, volvió a la carga en Hong Kong, donde distribuyó millones de dólares para organizar a líderes de todo tipo en la sedición.

En ese entonces, Louisa Greve, vicepresidenta de los programas de la NED para Asia, Medio Oriente y África del Norte, dijo que la organización había estado financiando programas en Hong Kong durante aproximadamente dos décadas, con subvenciones por un total de varios millones de dólares.

A su vez, la Voz de los Estados Unidos de América afirmó que los tres socios de la NED en Hong Kong fueron el Solidarity Center, con sede en EE.UU.; el Hong Kong Human Rights Monitor (HKHRM), que recibió subvenciones y había estado trabajando en Hong Kong desde 1997, y el National Democratic Institute, también norteamericano.

En una entrevista en el programa Defcon 3, de Fox News, Michael Pillsbury, miembro del Hudson Institute, dijo que EE.UU. tiene influencia sobre asuntos políticos en Hong Kong. ”Hemos financiado con millones de dólares programas a través de la National Endowment for Democracy, así que la acusación china no es totalmente falsa”, admitió.    

Y esto sin citar al Tibet, una parte de China que el Imperio trató de escindir, también con toda esta cuestión de defender los derechos humanos de unos habitantes que nunca tuvieron que temer al respecto.

 

 

 

 

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