El Líbano: Cuando el río suena…

… piedras traen, y en éstas se puede leer detalladamente los continuos abusos de las autoridades sionistas de Israel no sólo contra los palestinos, sino también específicamente contra el pueblo libanés.

Desde el espacio aéreo libanés, Israel hace que sus aviones lancen misiles contra Siria y prepara metódicamente las acciones para anular el apoyo a la resistencia local, ejemplificada en el Hizbollah, en tanto sus secuaces internos amedrentan a cualquiera que quiera ejercer un cambio para el bien en el país, y prepara metódicamente la fragmentación del ya de por si pequeño territorio.

En esta urdimbre de desgracias acaecidas en El Líbano, se encuentra la gran explosión ocurrida hace un año en este agosto y que aún no tiene explicación oficial, pero que desde el principio se barruntó que todo tenía que ver con ensayos de Tel Aviv para crear caos y culpar a Hizbollah.

Incluso se detectó algo de radiactividad en el área devastada, mientras la mayor parte del principal puerto del país no puede ser utilizada para las importaciones y exportaciones de una nación envuelta en una crisis política, económica y sanitaria que no tiene para cuando acabar.

Y a más de un año de la explosión, las autoridades no encuentran o no dicen la verdad, por lo cual no se puede enjuiciar a los responsables, en un momento en que es más necesaria mantener la solidaridad para eliminar las secuelas de la tragedia lejos de los abusos políticos y conflictos internos.

Sin dudas.es un gran problema nacional, que necesita que se impida cualquier manipulación interna, explotación externa, acusaciones falsas y distorsión de los hechos que pudieran desviar la realidad detrás de la tragedia.

LA VERDAD OCULTA

El 4 de agosto del 2020, cerca de 2 750 toneladas de nitrato de amonio almacenadas durante seis años explotaron por una chispa en un almacén de petardos, cerca del puerto de Beirut. La explosión mató a más de 200 personas e hirió a otras 6 500, además de destruir vastas extensiones de la capital.

Ello provocó una crisis en la que Tel Aviv y la reacción local trataron de poner en la picota al movimiento de resistencia libanés Hizbullah, el único que hasta ese momento ha logrado derrotar e infligir serias bajas a las tropas israelíes en el sur del país, a la par que ha participado en actividades defensivas a favor del pueblo sirio y combatido a las tropas norteamericanas que se mantienen en Iraq.

Por supuesto, la tragedia benefició a EE.UU. y el régimen de Israel, que no se libró de sospechas, ya que desde el inicio algunas de las autoridades libanesas indicaron que el hecho podía haber sido causado por negligencia o por una acción exterior, “con un misil o una bomba”.

Lo cierto que tras 12 meses después del hecho, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) publicó un informe en el cual afirma que una de cada tres familias en El Líbano tiene niños que aún muestran signos de trauma por la explosión.

Asimismo, diversos analistas que coinciden en señalar que hay fuerzas extranjeras que no quieren que se revele quiénes son los responsables de la potente explosión.

Uno de ellos, Alberto García Watson, explicó a Hispan TV  que “existe el interés de Francia, especialmente como ex potencia colonizadora de El Líbano, primero en acabar con el Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hizbollah), y segundo que se establezcan relaciones diplomáticas con Israel como condicionamiento para entregar fondos de emergencia para salvar la economía libanesa, que en este momento se encuentra por los suelos, que se está convirtiendo básicamente en un Estado fallido económica y socialmente”.

Lo cierto es que la catástrofe de Beirut, además de dejar cientos de muertos y heridos y una enorme destrucción, llevó al país a su peor crisis económica en décadas, a medida que los precios se han disparado desde entonces y más de la mitad de la población vive ahora por debajo del umbral de la pobreza, lo cual se ha agravado también por la pandemia.