EEUU: Ideología y política exterior
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No es un secreto, que la política exterior de un país este permeada por la ideología predominante del grupo que gobierna, del partido u organización líder que se nuclea en base a determinadas ideas y conceptos, muchas veces doctrinarios.
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Sin embargo, hace un buen tiempo que la humanidad entendió, al menos hasta ahora, que la mejor diplomacia, la más prudente y viable, era respetar la ideología de terceros y sin abandonar los principios de cada cual, encontrar la manera civilizada de relacionarse.
Pues resulta que en una muestra más del caos imperante, el gobierno estadounidense ha desconocido esta norma y actúa bajo la creencia, que los demás países deben alinearse sin miramientos a su propia ideología, de ultra derecha.
¡O piensan y actúan como dictan mis creencias o serás objeto de represalias¡ parece ser el paradigma de la actual administración Trump. Es cierto, no es nada nuevo pero la diferencia es que ahora es más descarnado que nunca, incluso sanciones de índole estrictamente comerciales, como la avalancha arancelaria, es justificada por el inquilino de la Casa Blanca, con argumentos estrictamente políticos, ideológicos.
Desde luego, para Cuba esto fue siempre así; el rechazo de la oligarquía imperial a la existencia de la Revolución y lo que más le incomoda, el ejemplo que irradia, ha sido la única razón para sostener la guerra económica, más prolongada en la historia de la civilización contemporánea.
Esta actitud, de prepotencia desbordada, está impactando a otros países latinoamericanos, metiéndose en las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y países de la región como Brasil, Colombia y México.
Y como no podía faltar, en el aquelarre aparecen los jinetes del apocalipsis, los elefantes en una cristalería, los congresistas Carlos Giménez, Díaz Balart y desde luego, la dama de escaso coeficiente
intelectual, la señora Salazar. Todos conducidos por super Mr.Rubio, al frente de la política exterior imperial, con la vista puesta en La Habana.
Como fácilmente se aprecia, los gobiernos seleccionados para ser hostigados, desestabilizados y eventualmente derrumbados, coinciden en sus posturas progresistas, anti sionistas, de inconmovible solidaridad con Cuba y que creen firmemente en que la soberanía es un derecho inalienable.
El caso más reciente es Brasil. Es conocido, la justicia carioca, que nadie en su sano juicio podría ni siquiera calificar de izquierda, sino que lo diga el propio Lula, decidió procesar al presidente bandido, Bolsonaro; y además, en virtud de sus propia rotación de liderazgo, Lula fue anfitrión
de la última cumbre de los BRIC.
Pues fue suficiente para provocar una reacción airada del mandatario estadounidense, quien aguijoneado por el canciller Rubio, se lanza a una guerra de aranceles contra Brasil, el clásico tiro en su propio pie, puede decirse, porque según entendidos entrevistados por la CNN, Brasilia tiene cintura para soportar el ataque desmedido.
Del nuevo conflicto inventado por Washington pueden decirse muchas cosas y surge una pregunta que hace todo más inexplicable: si EEUU tiene a su favor un superávit comercial de más de 400 mil millones de usd, ¿cuál es entonces la justificación comercial?, ninguna, simplemente.
Colombia por su parte se vio envuelto en un plan para sacar al presidente Petro de la Casa Nariño, sede del gobierno nacional, como si no hubiera llegado a su cargo por merito suficiente y mandato indeleble de los electores colombianos.
La política colombiana suele ser particularmente complicada, pesan ahí más de 60 años de violencia política; actúan al unísono prácticamente casi todas las formas de confrontación, incluida la insurgencia y la omnipresencia del narco tráfico de alcance extra territorial.
Y en ese escenario metieron las narices los Giménez, Díaz Balart y la sra. Salazar. Según audios filtrados y publicitados por el diario madrileño, El País, se muestra meridianamente el involucramiento de estos personajes, en un plan de golpe de estado contra el mandatario colombiano, cuyo principal
pecado es defender causas justas, tanto para su gente como de condena al genocidio en Palestina.
Y no menos evidente, según las circunstancias, los ataques se dirigieron también contra México, que desde el arranque de la actual administración MAGA, ha sido objeto de chantajes, de estira y encoje, de declaraciones cantinflescas, valga la evocación de ese humorista mexicano, de parte de Mr. Rubio, que a duras penas tolera al gobierno de su vecino, cruzando el rio Bravo.
Temas complicados, históricos, como el narco tráfico y el flujo migratorio son ahora manipulados, exagerados, en contubernio con la ultra derecha mexicana, que no pueden explicar la sucesión de dos gobiernos nítidamente progresistas, que tienen en el respeto a la soberanía y la independencia
nacional sus principales divisas.
En medio de esta confusión, por decirlo de alguna forma, emerge la agenda anti cubana de los legisladores mencionados, que tomaron como blanco a la emblemática PEMEX. La misma que en su momento nacionalizó Lázaro Cárdenas, en virtud del derecho de su país a administrar sus riquezas petrolíferas.
Llueven todo tipo de acusaciones, presiones incluidas, para que rompa el legítimo intercambio comercial con Cuba.
Pelearse con Brasil, con México y con Colombia es como mínimo un desatino colosal; sumadas las economías de los tres, suponen el 73,2%% (2024) de toda la región de América Latina y el Caribe, así como el 60,2 % de la población total.
Cuando se precisan las razones y diferencias básicas entre los países agredidos y el victimario, emergen con fuerza las de los agredidos: el empeño por exigir el respeto a la independencia, la inclinación por
desplegar una agenda que procure la mejoría de las condiciones de vida de sus pobladores o simplemente, escoger con quien comerciar y el grupo o bloque de integración donde participar.
En pocas palabras lo que Lula, Petro o Claudia defienden prácticamente es lo contrario de la doctrina trasnochada de la ultra derecha imperial o los conceptos asumidos históricamente por Mr. Rubio y por los legisladores involucrados en algunas de las fechorías comentadas. Es pura ideología confrontacional, sin barnices ni ademanes diplomáticos.
Mr.Rubio debería entender que nada puede salir bien con esta política exterior tan contaminada; no importa mucho si según el episodio, la decisión la tomó el jefe Trump, es su deber corregir aquello que perjudique a su país; pero claro, para eso hacen falta agallas y otras viseras, y como porfiadamente lo muestra la historia, el autoritarismo fascista, la prepotencia imperial y la imposición de posturas absurdas, están irremediablemente condenadas a fracasar.
Brasil, Colombia, México, gracias por la lección de coraje, Cuba los acompaña y recuerden, los pueblos de América los miran con merecido respeto.
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