Ecuador se desangra

De Guillermo Lasso se dice que hilvana bellos discursos, aunque carentes de verdad, como ha sido su accionar desde que arribó hace poco más de un año a la presidencia, gracias al apoyo del partido indígena Pachakutic, enemigo acérrimo del correísmo.

Ahora Lasso denuesta a su colega salvadoreño, Nayib Bukele, con apoyo de los medios al servicio del imperialismo, porque el también magnate de los negocios ha encerrado en prisión a 50 000 comprobados pandilleros, y amenazó con dejarlos sin comida si pelean en la cárcel.

Lo cierto es que hasta ahora predomina la tranquilidad en las cárceles salvadoreñas, durante meses no se ha reportado ni un asesinato, y cuando ocurre uno —como el pasado lunes 3 de octubre—, hasta allí acuden numerosas fuerzas policiales que no se marchan hasta apresar al culpable. Además, El Salvador ha pasado a integrar el pequeño grupo de los tres países del continente donde no hay narcotráfico. Los otros son Guyana y, por supuesto, Cuba.

A su vez, desde que Lasso inició su mandato en el 2021, se han producido ocho motines carcelarios, todos sangrientos, con unos guardianes que dejan que se maten entre sí y solo intervienen para ultimarlos, con tardía asistencia médica y golpizas a familiares que acuden a conocer la situación de su parentela.

Ahora, Lasso es un especialista en discursos, y los medios a su favor reprodujeron su afirmación de que «las personas privadas de libertad tienen derecho a la alimentación dentro del sistema carcelario; derecho al deporte, a la cultura, a la salud».

Asimismo, aseguró que trata la crisis carcelaria con enfoque en los Derechos Humanos.

Pero los amotinamientos han continuado en cárceles de Cuenca y Cotopaxi, principalmente, donde los reclusos peligrosos están mezclados con quienes tienen delitos leves, mientras el flujo de armas penetra allí con la sospecha cierta de que es apoyado por las propias autoridades del lugar.

En esas masacres han perdido la vida casi 800 reclusos, con varios miles de heridos, muchos de ellos mutilados.

La ineptitud, causante de desdicha

Con Lasso se han incrementado las desdichas del pueblo ecuatoriano, ya exacerbadas con su alumno Lenín Moreno, de tan triste desempeño.

A pesar del aumento de los penados y las crisis carcelarias que provocan en prisiones llenas de bote en bote, no ha disminuido el número de delitos con dolorosas consecuencias que afectan al pueblo ecuatoriano, también vapuleado por el aumento de impuestos y la crisis migratoria.

Para expertos ecuatorianos, Lasso solo ha atinado a reafirmar su ineptitud como gobernante, luego de perseguir la presidencia por diez años, pero no se preparó para lograrlo, tras comprar el segundo lugar a Pérez Guartambel —líder de Pachakutic— y el primero en la segunda vuelta al Consejo Nacional Electoral (CNE).

Ha vuelto la migración de ecuatorianos, con 300 000 que han salido del país para llegar a Estados Unidos. Muchos mueren en el intento, otros son capturados y deportados, y los que lo logran, dejan tras de sí una familia destrozada y llena de deudas para saciar el hambre de los coyotes; sin embargo, Lasso dijo en las Naciones Unidas algo tan increíble como ignorante: que esa migración es la muestra de que Ecuador se quiere integrar con el mundo.

La desinstitucionalización del Estado es evidente, se han desmantelado los sistemas de salud, de educación, y se ha priorizado el incremento de impuestos y la precarización laboral; las autoridades nombradas se tienen que desnombrar al otro día, porque resultan un fraude; el reparto de instituciones y empresas públicas para lograr respaldo político están a la orden del día, pero los así comprados, al darse cuenta de que Lasso tampoco les cumple, pronto lo abandonan.