Disensiones: EE.UU. fomenta histeria antirrusa

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Disensiones: EE.UU. fomenta histeria antirrusa
Fecha de publicación: 
28 Enero 2022
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Todo comenzó cuando un militar de alto rango alemán renunció a su cargo, tras decir que no es cierto que Rusia se prepara para agredir a Ucrania, y pidió que su país no se sume a los planes agresivos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, con el fin de servir a los intereses de Estados Unidos.

Después, el gobierno de Croacia expuso abiertamente que no iba a estar al lado de la OTAN si estallaba un conflicto con Rusia en relación a Ucrania, alegando que esta nación no pertenece a la entidad, a lo que siguió la objeción del ejército polaco a intervenir en una posible guerra.

Entre estas expresiones, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, declaró que la crisis en el este de Europa obedece al fracaso del neoliberalismo.

Y finalmente, el propio presidente de Ucrania, Zelinski, agobiado por las manifestaciones locales en demanda de mejoras sociales, afirmó que no creía que una invasión rusa era inminente y expresó su desacuerdo con que EE.UU. retirara su personal diplomático en Kiev, luego de afirmar que Moscú había hecho lo mismo, lo cual es falso.

Y aunque Estados Unidos y la OTAN ofrecieron por escrito (como Moscú pidió) ciertas garantías a Rusia de no intervención y asesores rusos y ucranianos se reunieron para tratar de despejar la situación, el Pentágono siguió echando leña al fuego con el envío de más armas a Kiev y manteniendo la intensa propaganda para falsear la verdad.

Se sigue alentando el acercamiento de la OTAN a las fronteras rusas y la preparación por Kiev de un posible ataque a las regiones separatistas del este ucraniano que se distanciaron del golpe fascista del 2014, algo que se «cocinó» en Estados Unidos con el aporte inicial de 5 000 millones de dólares.

Lo cierto es que cuando usted lee los cables de agencias occidentales como AP, AFP, EFE y Reuters, se da cuenta de que al final estas, de una manera u otra, admiten que no hay pruebas de un inminente ataque de Moscú, pero siembran la duda, tergiversan la verdad y se suman al histérico coro antirruso.

Esto, tan aparentemente desbordante, es tratado con sordina para presentar a Washington como el ente magnánimo que está dispuesto a ofrecer energía a Europa, en caso de conflicto en Ucrania, tratando de beneficiarse económicamente a costa de los cortes del suministro ruso de gas, luego de boicotear la puesta en marcha del Nord Stream 2, que aportará gas de Moscú a Berlín.

Camuflaje

El Kremlin tacha los supuestos planes de invasión rusa a Ucrania de camuflaje para una potencial agresión de Kiev, al señalar que Washington suele seguir el mismo camino de crear un contenido sensacionalista, que constantemente es repetido por la prensa hasta convertirse en la noticia principal.

«Por nuestra parte, nos gustaría advertir a nuestros colegas contra tales aventuras. Declaramos una vez más: las acusaciones contra nosotros, que son incesantes en Estados Unidos (tanto a nivel oficial como en los medios), son infundadas y no pueden tener cualquier confirmación», dijeron fuentes oficiales de Moscú, agregando que Rusia está en contra de la guerra y apuesta por «una solución diplomática de todos los problemas internacionales».

Recordemos que a fínales del año pasado se habían reportado igualmente supuestos preparativos para una intervención de Rusia en Ucrania, y varios políticos occidentales hablaron de ella, siempre sin presentar evidencias.

El Departamento de Estado de EE.UU. ha hecho creer, mediante su prensa dócil, incluso aquella calificada de objetiva, que Rusia invadió Ucrania en el 2014; ocupó Crimea; controla las Fuerzas Armadas en Donbás, y ahora ha concentrado más de 100 000 efectivos en la frontera con Ucrania, al tiempo que el presidente Putin amenaza con adoptar «contramedidas técnico-militares», en caso de que sus exigencias no sean aceptadas.

Pero lo cierto es que la culpa por la desestabilización en Ucrania recae plenamente sobre EE.UU. y otros países de la OTAN que, en febrero del 2014, apoyaron el golpe de Estado, a raíz del cual fue derrocado el presidente legítimamente electo, y los ultranacionalistas, con grupos de asalto al estilo nazi, tomaron el poder y empezaron a asesinar a quienes consideraban sus enemigos. Temiendo por su propia seguridad, los habitantes de Crimea y Donbás se negaron a vivir bajo el gobierno de los adeptos de Bandera y Shujévich, líderes nazis, y como resultado, Crimea se reunificó con Rusia, mientras las provincias de Donetsk y Lugansk proclamaron su independencia. Kiev desató una guerra civil contra Donbás que continúa hasta hoy.

También la propaganda que maneja el Departamento de Estado presenta a Joe Biden como quien trata de mantener la paz de una manera firme, sosteniendo conversaciones con Putin, en tanto funcionarios norteamericanos lo hacen con sus pares rusos, presentándolo como un esfuerzo diplomático abarcador llamado a arreglar de manera pacífica la situación actual.

Pero esto es totalmente hipócrita y no se corresponde con la realidad. El 15 de diciembre del 2021, Moscú hizo llegar a Washington, de manera oficial, los borradores del Tratado sobre garantías de la seguridad de Rusia y los países de la OTAN, pero, en vez de hacer una pausa y dedicarse a responder a las preguntas planteadas en los documentos, la Casa Blanca y sus aliados occidentales lanzaron una campaña informativa altamente tóxica, recurriendo a la propaganda para presentar al país euroasiático como «agresor», «enemigo de la Europa civilizada» y «amenaza» para la estabilidad internacional. 

Todo ello, sin dejar de atemorizar con sanciones «dolorosas» llamadas a lograr que se desangre la economía rusa, algo que se vuelve permanente.

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