Con la anuencia imperial: Holocausto palestino

No sé amigos lectores si comparten la idea de considerar que más difícil de solucionar las contradicciones entre Estados Unidos por un lado y Rusia y China por el otro, incluso que la situación a la que se enfrenta Petro en Colombía y el bloqueo ignominioso que mantiene el Imperio contra Cuba desde hace más de seis décadas, es la situación creada por el sionismo israelí contra el pueblo palestino, en la que utiliza impunemente los más viles recursos para hacerlo desaparecer.

Con la nueva llegada al poder de Benjamín Netanyahu –culpable evidente de varios entuertos corruptos- la represión contra los palestinos se ha intensificado de tal modo que nadie habla ya de la creación de un Estado árabe-israelí, o de dos, uno palestino, otro judío, porque la comunidad internacional permanece con los brazos cruzados ante la encomienda sionista de eliminar a su oponente hasta con los métodos que los nazis utilizaron contra los judíos en la Segunda Guerrea Mundial.

La fuerza aérea israelí no solo bombardea la Franja de Gaza, sino que destruye viviendas palestinas en Jerusalén Este y participa en la dispersión de las manifestaciones contra los constantes desalojos y el avance de la ocupación por colonos en Cisjordania.

Por eso subrayo que no hay una solución a la vista, y todo parece indicar que, si existe, no será pacífica.

El caso de Israel encierra una triste paradoja. Por un lado, el Estado de Israel existe porque una resolución de Naciones Unidas, bajo el auspicio imperialista, le concedió el derecho de existir. Es el primer Estado moderno creado de esta manera. Por el otro, no deja de vulnerar sistemáticamente todas y cada una de las resoluciones de esa misma organización que le dio la vida y que le reconoció la legitimidad de su existencia.

Israel representa a un pueblo que sufrió unos crímenes atroces. Años después es responsable de vulneraciones constantes del Derecho Internacional y de un sometimiento, represión y opresión constitutivos de crímenes de guerra contra otro pueblo marginado y repudiado: el palestino.

Desde el 2002, Israel ha levantado toda una serie de muros, bloqueos, puestos fronterizos y de cruce y zonas restringidas para separar las zonas y el conjunto de Cisjordania de Israel. Los llamados muros tienen un doble objetivo: facilitar los trayectos y las comunicaciones entre los asentamientos de los colonos israelíes y torpedear la libertad de movimiento de la población palestina, aislándola en las dos primeras zonas, sin que puedan tener apenas acceso a nada más.

INFIERNO EN LA TIERRA

Gaza es la prisión más grande de la tierra. Según el propio Antonio Guterres, secretario general de Naciones Unidas, es “el infierno en la tierra”. Una de las regiones donde la situación humanitaria es extremadamente preocupante y donde viven 1,6 millones de personas, de las cuales, más de la mitad son menores. Gaza es uno de los lugares más densamente poblados del mundo.

El 38% de la población vive en situación de pobreza. El 54% de los habitantes padecen inseguridad alimentaria y más del 75% son beneficiarios de ayuda. El 35% de las tierras agrícolas y el 85% de sus aguas de pesca son total o parcialmente inaccesibles, debido a las medidas militares israelíes. 

Cada día se vierten en el mar entre 50 y 80 millones de litros de aguas residuales parcialmente tratadas. Más del 90% del agua del acuífero de Gaza no es potable. Alrededor de un tercio de los artículos de la lista de medicamentos esenciales están agotados.

Y podríamos seguir. Está bloqueada desde el 2007 por orden de Israel y miles de personas arriesgan sus vidas contrabandeando mercancías con la frontera de Egipto como consecuencia de las restricciones israelíes. La población de Gaza se encuentra aislada del resto de territorios palestinos. Durante los 16 años que dura ya el bloqueo, muchos de sus residentes nunca han tenido la oportunidad de salir del territorio.

Todo esto sin contar los bombarderos aéreos y cañoneos contra esta región en represalia por presuntas acciones de rebeldía, todo un ejemplo de respuesta exagerada, con un elevado saldo de víctimas y alta destrucción del inmueble.

Pero la situación de los palestinos en Cisjordania está siguiendo la misma vía que la aplicada por el sionismo en la Franja, al tiempo que intensifica la represión a quienes protestan contra la destrucción y el desalojo por la fuerza de sus viviendas, los asesinatos de sus jóvenes y la vigente y cada vez más activa e ilegal ocupación de los colonos.

Todo ello hace volver a pensar que no habrá salida pacífica a este problema que el sionismo ha creado amparado por las potencias colonialistas y que goza desde siempre con la anuencia del imperialismo norteamericano.

Empero, y pese a ello, esta política de odio pudiera ser finalmente fatal para el propio pueblo israelí.