La historia de David en la incógnita del bar, la playa o la guagua (+ Fotos)
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Foto: Cortesía del entrevistado.
David o “el chino”, como lo llaman sus más allegados, es de esos compañeros del preuniversitario que queda en la memoria estudiantil del año. No importa no estuvieras en el mismo año o en la misma aula. El chino siempre ha sido extrovertido, chévere, amigable, simpático. Y no ha cambiado desde que nos conocimos hace casi 13 años, sigue con esa personalidad que le permitía relacionarse y mantener buenas relaciones con casi todos.
Menos mal que con el internet aparecieron las redes sociales, entre ellas Facebook e Instagram, y las aplicaciones de mensajería como WhatsApp. Las relaciones de amistad, que antes se veían interrumpidas por la evolución de los caminos de la vida y en otros casos por fronteras territoriales e incluso entre naciones, aunque sea de forma virtual ahora chocan con el calor humano y la alegría de los amigos del pasado.
No fue así un momento tan alegre cuando tropecé en mi muro de noticias en Facebook con un estado del chino explicando que había dado positivo al SARS-COV-2. Era difícil de creer, pero también de pensar que era broma, no creo alguien juegue con semejante hecho. A David siempre le veía publicando fotos de cuando cocina o hace ejercicios en su casa. Son par de sus hobbies. Pero esta publicación fue bien perturbadora.
La odisea del bar, la playa, la guagua, la cola o hasta el trabajo
Hace poco más de 10 días fue su cumpleaños, cumplía sus 28 años. David joven, como uno más entre todos nosotros, le tocó vivir a pocos días después de su cumpleaños la desdicha que muchos pensamos no nos va a tocar y menos a los de nuestra edad, y que, si pasara, todavía hay quienes egoístamente subvaloran la enfermedad y además el estado de salud de amistades y familiares. Cosa que no fue así para este muchacho.
A pesar de que aún se desconoce la fuente de infección, David duda de haberse infectado en una salida que realizó con sus amigos a un bar capitalino. “Venía mi cumpleaños y como hacía mucho rato no veía a mis amigos quería compartir con ellos. Entones decidimos salir y vernos en un bar. Pese a que los trabajadores del local nos insistieron en mantener la distancia social y no quitarnos el nasobuco, creo que todos nos relajamos”.
Expone haber presenciado cierto descuido con quienes pasó la noche incluido él. “No te das cuenta y cuando te sientes bien compartiendo con tus amistades te quitas el nasobuco para que la foto quede bien, en eso se juntan físicamente todos, a veces son más de cuatro personas y hasta sin darte cuenta vienen los abrazos. Inconscientemente te vas relajando, subestimas la enfermedad y te vas volviendo más vulnerable a ella”.
Pero ahí no quedaba todo. Aunque David estaba trabajando, aprovechó como muchos cubanos acalorados por el intenso verano que caracteriza a nuestra Isla para darse un chapuzón en la playa con sus amigos. “Fui a la playa y si bien pienso me cuidé, coincidí en una guagua donde abundaban personas que se quitaban el nasobuco, se besaban, bailaban al ritmo de la música alta que salía de una bocina portátil. La indisciplina era casi incontrolable”.
Un mundo hecho pedazos para David
A pocos días tras la salida por el cumpleaños empezaron los síntomas. Estuvo dos días con fiebre y cierto decaimiento. David, como vive con su abuela, pensaba no podía arriesgar la vida de ella y comenzó a portar el nasobuco incluso dentro de su casa. Pero en ese momento no pensó fuera la Covid-19, aunque, tras el primer día de sentirse mal fue al policlínico, y luego lo remitieron al Hospital Clínico Quirúrgico Julio Trigo por sospecha de dengue.
“Cuando empecé a sentir síntomas consulté con mi tía que es doctora, le expliqué lo que estaba sintiendo, tenía fiebre, decaimiento, creo que no perdí tiempo pues al día siguiente fui por atención médica. En el hospital estaba con otros tres compañeros de cuarto, jóvenes como yo y también estaban por sospecha de dengue, pero el día antes de darnos el alta médica me dieron el resultado al PCR, prueba que me hicieron por protocolo, era positivo al SARS-CoV-2”.
“En ese instante el mundo se me vino abajo, no me creía lo que estaba pasando, enseguida me vinieron a la mente los compañeros de cuarto que podían haberse contagiado. Me preocupé mucho por mi familia, mi abuela, mi mamá. Pensé que por ser joven podía salir de eso, pero nunca me hubiera perdonado si algo le pasara a mi familia, a mi abuela por ejemplo por su avanzada edad”.
“Le debo mi vida a la salud cubana”
A las horas de ese momento fue enviado al Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK). Para toda su vida David estará infinitamente agradecido por como lo cuidaron en esa institución. Nos comenta que compartió cuarto con otra persona nadas más y no faltaron veces en que le tomaran la temperatura, le extrajeran sangre para los análisis, le hicieran exámenes radiológicos, le suministraran el interferón y preguntaran cómo se sentía.
“Los médicos muy profesionales me chequeaban de arriba a abajo y siempre estuvieron bien protegidos, a las enfermeras sólo les pude ver los ojos. Estoy muy agradecido por toda la atención que recibí allí. Yo nunca me compliqué, no obstante, quiero decir que le debo la vida a los doctores del IPK. Tampoco quiero dejar de mencionar que en el hospital anterior también recibí muy buen trato durante los días que estuve”.
“Saquen lecturas de mi experiencia”
Dichosamente la abuela de David, a pesar de vivir los dos juntos, resultó negativa. Pero no fue así para su mamá quien quedó infectada al igual que tres amigos de él. Y como para entender lo complicado, arriesgado y la condición altamente transmisible de este virus respiratorio, hasta este momento tras intensas investigaciones aún no se sabe entre amigos quién infectó a quién, sólo se supo inicialmente de David porque fue el primero en ir al médico.
Lo que le sucedió a este joven de tan solo 28 años ya les ha pasado a otros en Cuba y en el mundo y hasta de menos edad. Y el recuento de esta realidad, esta experiencia vivida por David, su familia y amigos es para llamar a la reflexión de que todos estamos expuestos al virus si nos descuidamos con el uso del nasobuco y el distanciamiento social. El riesgo está en el juego del dominó del barrio, en el encuentro entre amistades, el riesgo queda por nosotros mismos.
“Mi consejo es que se queden en casa. Creo que ya habrá tiempo para vernos, abrazarnos, besarnos, volver a las fiestas, a la calle. Es tiempo de cuidarnos a nosotros y sobre todo a la familia pues las personas mayores son quienes quizás no tengan la fuerza y salud para sobrevivir a esta enfermedad”, destacó.
“Saquen lecturas de mi experiencia, a veces por las redes uno tira a broma la enfermedad con los memes, pero no es hasta que te pasa a ti o alguien cercano, dígase amigos y familiares que no se sabe lo que se siente y cuán duro puede ser. Es una situación muy frustrante y te deprime mucho”, concluyó David quien ya se encuentra negativo y se recupera en su hogar.
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