Departamento de Guerra de EE.UU.: nuevo nombre que invoca y provoca
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Imagen generada por IA para CubaSí
Trump, quien aspira al Nobel de la Paz, acaba de dictar su orden ejecutiva número 200 para cambiar el nombre de Departamento de Defensa por Departamento de Guerra.
Desde hace un tiempo viene anunciándolo, y aunque su real autoridad legal no queda clara para tomar esa decisión de modo unilateral, lo que sí ha hecho bien explícitas, una vez más, son sus pretensiones belicistas, de violencia y fuerza, que muy claramente ilustra aquella imagen suya investida de Superman, que publicara la cuenta oficial de X de la Casa Blanca.
El viernes 11 de julio último se publicó esto en la cuenta oficial de X de la Casa Blanca. Imagen: @WhiteHouse
Aunque aquella novedad -que muchos creyeron una fake news por descabellada- movió a risas de burla, esta última “iniciativa” sí que no da ninguna gracia porque ratifica, esta vez poniéndole nombre propio, la postura y proyección del presidente con el ejército más poderoso del mundo.
Él mismo lo subrayó al indicar que con ese nombre “ganamos la Primera Guerra Mundial y ganamos la Segunda Guerra Mundial”. (…) “Lo ganamos todo y entonces decidimos volvernos woke y cambiar el nombre a Departamento de Defensa. Así que vamos a volver al Departamento de Guerra. Creo que es un nombre mucho más apropiado, especialmente a la luz del mundo en el que nos encontramos”.
Woke es un término para buena parte del discurso conservador que no designa ya un estado de alerta frente a desigualdades, sino que deslegitima y ha devenido etiqueta de supuestos "excesos" progresistas y de corrección política llevada al extremo.
Más adelante el mandatario añadió que el nombre “Departamento de Defensa” no obedecía a una realidad, sino a la “corrección política”.
Fue precisamente el Departamento de Guerra de EE.UU. el que lanzó las bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945 y así se nombró ese ministerio hasta dos años después, cuando cambió a llamarse Departamento de Defensa.
Foto:tomada de okdiario.com
“No se trata solo de rebautizar, sino de restaurar”, apuntaba Pete Hegseth, el ahora secretario de Guerra estadounidense, quien también precisaba el fin del rebautizo: “Restaurar el ethos guerrero, la victoria como objetivo final, la intencionalidad en el uso de la fuerza para que el Departamento de Guerra luche de manera decisiva, no en conflictos interminables”.
Esta otra vuelta de tuerca que da ahora Trump no es ni mucho menos un asunto semántico, sino toda una declaración de principios que ya cuenta con evidencias concretas, entre las más recientes la movilización de efectivos al sur del mar Caribe, su mayor despliegue militar en esa zona después de la Segunda Guerra Mundial- y el ataque a una supuesta narcolancha de Venezuela.
Foto: tomada de laizquierdadiario.com
Y esto ocurre “casualmente” solo unos días después del contundente desfile militar que China mostró al mundo, y también luego del productivo encuentro entre Putin y Xi Jinping, ocurrido en el contexto de la Cumbre de la OCS (Organización de Cooperación de Shanghái ), realizada entre el 31 de agosto y el 1ro. de septiembre en Tianjin, China.
La Declaración de Tianjin apunta, entre otros temas y frente a las amenazas y alianzas de occidente lideradas por Trump, a reforzar la seguridad de los Estados miembros de la OCS, cuyos países integrantes suman cerca de la mitad de la población del planeta y juntan una partida nada despreciable del PIB mundial.
Encuentro entre Putin y Xi Jinping. Foto: Alexander Kazakov/Sputnik
No, no es coincidencia ni casualidad este cambio de nombre, que pretende proyectar una imagen poderosa, beligerante, hegemónica, que ignora leyes, organizaciones internacionales, y hasta lo elemental del respeto a la dignidad humana, pero Trump olvida que las grandes figuras de la historia no han sido ni serán reverenciadas por promover la guerra, sino por construir y defender la paz.
Paloma de La Paz. Pablo Picasso
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