Educar no rima con herir, el impacto del bullying docente

especiales

Educar no rima con herir, el impacto del bullying docente
Fecha de publicación: 
16 Abril 2025
0
Imagen principal: 

Foto: Internet

Según la prensa local, Aldo «tenía un excelente promedio y era muy dedicado en sus clases, pero la maestra de Matemáticas y Cálculo lo empezó a hostigar y a hacer burla de él en el salón de clases, al grado que muchos de sus compañeros, haciendo eco de eso, le dejaron de hablar», publicó la Revista Proceso.

Esta es la foto que acompañó el texto publicado, donde se recogían declaraciones de unos padres devastados y la decisión de la Secretaría de Educación Pública del estado mexicano de Puebla de ordenar la suspensión de la maestra que señalaban como responsable del suicidio de su hijo adolescente.


Funeral de Aldo. Foto: Revista Proceso

Pudo ser otra la portada, otra la noticia, si los oídos receptivos a la denuncia hubieran llegado más pronto que la desesperación de un jovencito de 17 años: «Los padres han expuesto en medios de comunicación que en cinco ocasiones acudieron ante los directivos de ese plantel para denunciar el maltrato que imponía la maestra de Matemáticas en contra de su hijo, pero las quejas nunca fueron atendidas y el joven acabó por suicidarse…»

Claro que, antes de llegar a ese extremo, hubo razones suficientes como para tomar cartas en el asunto: «insomnio, dolor de cabeza, ansiedad y falta de apetito», pero cada vez que los padres «fueron ante el director del plantel para pedir que corrigieran a la maestra o le exigieran que se sometiera a un curso para tratar mejor a sus alumnos, en la escuela siempre les dijeron que lo que ocurría era culpa de Aldo».

Un problema silenciado en las aulas

El bullying es un tema ampliamente discutido en el ámbito escolar, pero la narrativa suele centrarse en las dinámicas entre estudiantes. Sin embargo, existe una forma de acoso menos visibilizada, lamentablemente, silenciada por hilos de poder: el bullying ejercido por profesores hacia sus alumnos. Este fenómeno, que puede manifestarse en humillaciones, comentarios sarcásticos, exclusión deliberada o castigos desproporcionados, tiene graves consecuencias en el bienestar emocional y el rendimiento académico de los estudiantes. 

El bullying o acoso escolar se refiere a un comportamiento de agresión, intimidación o amenaza, que se genera en el ámbito de la escuela y causa daño emocional, psicológico o social a un estudiante. A diferencia del bullying entre pares, cuando el acoso es ejercido por maestros o maestras, se ve agravado por la dinámica de poder inherente a la relación profesor-alumno. Según un estudio de la Universidad de Salamanca en 2023, el 12% de los estudiantes de secundaria en España reportó haber experimentado algún tipo de acoso por parte de un docente, desde burlas públicas hasta críticas personales injustificadas.

En México, se han reportado varios casos con desenlaces fatales, como el de Aldo. Un año antes, en 2022, había trascendido el suicidio de Alejandro, un muchacho de 20 años que fue víctima de acoso y discriminación por parte de uno de sus profesores en la preparatoria debido a su orientación sexual. Hace apenas dos meses, el debate sobre este flagelo regresó a los medios mexicanos con la triste noticia de que un niño de siete años se quitó la vida tras sufrir acoso y violencia ejercidos por su maestra.

En los tres casos, las investigaciones y medidas llegaron cuando Aldo, Alejandro y Juanito ya no podían hablar ni defenderse de quienes los revictimizan en los comentarios de cada artículo publicado, o en el vox populi, o en la propia escuela donde faltó valor y sensibilidad para ir al fondo de sus denuncias. El miedo que hace callar convirtió en cómplices a cuantos compañeros de estudio, miembros del claustro, directivos, familiares… 


Foto generada por la IA

La maldita culpa… 

Por supuesto que no siempre el final de la historia es así de trágico, pero el peligro de que suceda está ahí, latente, provocado y alimentado por situaciones que muchas veces minimizamos: ridiculizar a un estudiante frente a sus compañeros por un error académico o personal; ignorar o excluir a ciertos alumnos en actividades extracurriculares o debates en clase; comentarios sarcásticos o despectivos; frases como «nunca aprenderás» o «eres un caso perdido», que minan la autoestima; castigos desproporcionados, injustos o exagerados; apodos que resaltan determinadas características físicas, gustos, modos de actuar de los estudiantes…

El bullying docente no ocurre en un vacío, varios factores contribuyen a su existencia y entenderlos es clave para abordarlo. Primero, recordemos aquello de que «enseñar puede cualquiera; educar, solo quien sea un evangelio vivo». No basta un dominio excelente de las materias que imparten, los docentes requieren también formación emocional, habilidades para la gestión del grupo al que enseña. 

Luego, la insistente cultura de autoridad incuestionable del maestro, esa visión en la que solo los adultos merecen respeto, frases arcaicas como «los niños hablan cuando las gallinas…», que surten efecto también dentro del sistema educativo, y si un padre decide escuchar a su hijo y cuestionar la actitud del docente, por más que escoja la forma y el lugar, será desaprobado y tenido a mal, con posibles represalias luego sobre el estudiante. Esa mirada del rol del profesor como intocable dificulta que los alumnos o sus familias denuncien comportamientos abusivos.

También, por supuesto, está la sobrecarga laboral provocada por claustros incompletos, falta de recursos y expectativas frustradas, problemas personales no resueltos, dificultades de la vida cotidiana, insatisfacciones económicas, que generan un alto nivel de estrés en los docentes, sin embargo, ¿es admisible que la descarguen en el aula, que se parta la cuerda por el lado más débil?


Foto: Internet

No hace falta llegar al suicidio, cada uno de los efectos que el bullying provoca es suficientemente grave como para no quedarnos callados. Las consecuencias del bullying docente son profundas y duraderas: baja autoestima; un niño al que su maestro le dice cada día que no aprende, en lugar de buscar el mejor camino para enseñarlo, probablemente dude de sus capacidades y se sienta inferior para siempre. Los comentarios despectivos no serán jamás motivadores, al contrario, el miedo a ser humillados en clase genera trastornos de ansiedad y rechazo a la escuela, incluso, pierden totalmente el interés por aprender, lo cual afecta el doble su rendimiento académico.

Los niños, las niñas y los adolescentes también se estresan, tienen crisis de ansiedad y se deprimen. Negar o disminuir la importancia de sus sentimientos y estados de ánimo nos coloca siempre ante el riesgo inminente de perderlos espiritual y físicamente. Cuando lo hacemos ante una situación de bullying, nos convierte, además, en cómplices de su victimario, sea quien sea. 

La maldita culpa, como dice un popular tema del dúo cubano Buena Fe, la tenemos todos cada vez que callamos, encubrimos o minimizamos las situaciones de acoso escolar, cuando protegemos a los victimarios sobre las víctimas en nombre de convenciones o circunstancias, cuando castigamos la reacción y no la acción violenta, cuando les decimos a nuestros niños, niñas y adolescentes: la maestra o el maestro te dice o te hace eso porque no estudias, porque te portas mal, porque no te esfuerzas…

El acoso escolar, el bullying, es inadmisible sin peros, sin cláusulas de justificación, sin atenuantes. No vale esconderse tras la situación compleja, la escasez de docentes, la crisis de valores. Educar es y tendrá que ser siempre una obra de amor.

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres mostrados en la imagen.