Peligrosa involución de Estados Unidos

Cuando el canciller ruso, Sergei Lavrov, alertaba hace unas horas que el peligro de una guerra global sigue creciendo, debido a la política agresiva de Estados Unidos, pensaba que esta situación ya se había dado en otras ocasiones y que por un “tris”, como vulgarmente se dice, no sucedió.

Empero, la Tierra sigue amenazada por un Imperio que no quiere dejar de serlo y aceptar la pérdida de sus privilegios de espoliar al mundo sin ser castigado.

Hoy no se trata "de someterse al orden mundial basado en reglas", sino de cumplir con la Carta de la ONU "en toda su integridad e interconexión", destacó el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, al intervenir en la reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU) sobre Ucrania, que se desarrolla en Nueva York. 

Recordemos que, tras la finalización de la Guerra Fría, los países occidentales, encabezados por EE.UU., se autoproclamaron capaces de decidir sobre el destino "de toda la humanidad". "Hoy en día, Occidente recurre a normas y principios estatutarios de manera selectiva, [...] únicamente de acuerdo con sus necesidades geopolíticas egoístas", destacó.

Y en este contexto, en el que una vez más se denunció la política agresiva del imperialismo norteamericano, es notoriamente claro que Estados Unidos no tiene ni vestigios de aquellos preceptos honestos que avalaban una democracia real en la Declaración de los 13 Estados, cuando se independizaron de Inglaterra y trató de sentar las bases para lograrla:

”…  todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se vuelva destierra en estos principios, el pueblo tiene derecho a reformarla o abolirla…”.

Casi una centuria después de esta Declaración, tuvo lugar la Guerra de Secesión (1861 a 1865), lo que equivale a decir que las denominadas fuerzas progresistas de ese entonces (la parte Norte del país, con pujante desarrollo capitalista) se haba impuesto a la reacción (el Sur, exponente del retrógrado esclavismo).

Carlos Marx y Vladimir I. Lenin emitieron sus saludos desde su tiempo y en sus respectivos puntos de mira, y nuestro José Martí, tras llegar a la patria de George Washington, a mediados de 1880, expresó:

“Estoy hondamente reconocido a este país, donde los que carecen de amigos encuentran siempre uno, y los que buscan honestamente trabajo encuentran siempre una mano generosa. Una buena idea siempre halla aquí terreno propicio, benigno, agradecido. Hay que ser inteligente. Eso es todo. Dése algo útil y se tendrá todo lo que se quiere”.

Pero meses después, Martí cambió su parecer, indicando la agresividad de un ente que hoy puede tener posibles consecuencias catastróficas a escala global.