ZONA CRÍTICA: Un verano cultural en complejo panorama

Compleja, muy compleja es la situación actual. No habría ni que decirlo, es más que evidente. La crisis económica que afronta el país, la situación energética, el panorama del transporte... son muchos retos para la nación toda, y hay que asumirlos con espíritu creativo. Eso le corresponde, entre otros tantos sectores, al entramado cultural. Y la etapa que ha iniciado, el verano, es particularmente demandante, desafiante.

Conformar una programación cultural para el verano, que articule propuestas múltiples, que llegue a todo el país, y (algo fundamental) que sea una programación de calidad, no es cuestión de coser y cantar. Hay que implicar a muchas instancias. Y aunque las estructuras existen, no funcionan por sí solas. Aquí no se puede dejar nada a la improvisación. Aquí todo tiene que ser funcional. Y funcionalidad implica equilibrio, eficacia, trabajo en equipo.

La comunidad tiene que ser el ámbito privilegiado, porque en la comunidad, en los barrios, se deciden muchas de las batallas contemporáneas, teniendo en cuenta de que allí se concretan muchas de las problemáticas sociales.

Se cuenta con un sistema de instituciones de la cultura que garantizan una programación estable, todo el año. Pero hay importantes sectores de la población que no acuden a las instituciones culturales: teatros, salas de concierto, bibliotecas, galerías...

Por lo tanto, aquí habría que recrear el célebre aforismo de Mahoma y la montaña. Hay que ir al barrio, llevar cultura al barrio. Y algo importante: se podrían aprovechar las potencialidades de cada barrio, integrar propuestas que incluyan a los profesionales de las artes con aficionados.

No hay fórmulas predeterminadas. Tiene que ver mucho con el empeño y la creatividad de las instituciones culturales de cada territorio. Y con la capacidad de articular ese empeño incorporando a organizaciones y a la ciudadanía locales.

Esto es muy fácil decirlo. Difícil es concretarlo. Difícil, pero necesario. En tiempos de crisis, la cultura es mucho más que refugio o ámbito de evasión. La cultura puede, y de hecho, incide, en la elevación de la calidad de vida. Y los artistas tienen una responsabilidad con la sociedad donde viven, donde crean. El verano cultural tiene que ser un empeño de mucha gente, porque implica a esa sociedad en todo su extraordinario espectro.

Una versión de este comentario se publicó en el Noticiero Cultural de la Television Cubana.