Veracruz 2014, una prueba de fuego

El 14 de noviembre de 2014, el otro día como quien dice, Cuba afrontaba una dura prueba con el inicio de los Juegos Centroamericanos y del Caribe en la ciudad mexicana de Veracruz.

El tradicional paseo que representaban las citas regionales para la potencia antillana dejó de serlo en este siglo, en el cual además habíamos faltado a dos convocatorias, la de El Salvador 2002 y la de Mayagüez 2010.

O sea, que cuando Cuba acudió a esa cita, lo hacía como un regreso, y con un panorama bien diferente al dejado ocho años antes, cuando paseó la distancia en Cartagena de Indias.

El evento marcaba además el inicio de un nuevo ciclo olímpico, tras uno no muy feliz cerrado en los Juegos de Londres 2012, y, como se vio después, otro no menos tropeloso.

Pero sin adelantarnos a los acontecimientos volvemos al 2014, con el renacer de las esperanzas, una nueva dirección en el organismo deportivo, y una nueva generación dispuesta a asaltar la cima, guiada por veteranos como el extraclase Mijaín López, quien a esas alturas tenía un palmarés lleno de títulos a todos los niveles, pero le faltaba el centroamericano.

La tensión se vivió desde el primer momento, porque el calendario estaba preparado para que la nación sede sacara una buena ventaja en el medallero general, al poner primero en competencia sus deportes fuertes, y de cierta manera sembrar el desespero en las filas cubanas.

No obstante, esto no se pudo lograr, y el ciclismo, el tiro deportivo, el remo y el canotaje mantuvieron pegada a nuestra delegación, hasta que en los últimos días llegó el turno del atletismo, que fue la verdadera locomotora, y el cierre de los deportes de combate.

El remo se llevó los 10 títulos puestos en disputa, el atletismo 23 de 42, el judo 13 de 16, el boxeo nueve de 13 (incluyendo el femenino, en el cual no competimos), el canotaje se fue de 12-8 y el tiro de 31-14.

En definitiva, fueron 11 las jornadas a la sombra de México en la tabla de posiciones, hasta que en la última semana la mayor isla del Caribe ocupó la cima con un remate impresionante, para redondear los 123 metales áureos conquistados en la llamada Puerta de América, junto a 66 de plata y 65 de bronce, delante de México (115-106-111).

En sentido general, la justa fue bien organizada, aunque la prensa lamentó que el transporte no tuviera mejor frecuencia, pues algunos superaban intervalos de una hora, pese a que la distancia no era tan larga. Complejo era también dar cobertura a las subsedes, que fueron cuatro, pero por lo demás todo marchó sobre ruedas.

Fue un paso importante para arrancar con el ciclo, que desgraciadamente no terminó del todo feliz, sobre todo con el descalabro en Toronto, pero esa es otra historia.