Trujillo, la marcha atrás que se agradece

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Trujillo, la marcha atrás que se agradece
Fecha de publicación: 
5 Diciembre 2024
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En plena celebración por la quinta medalla de oro olímpica del incomparable Mijaín López, el jefe del colectivo técnico de la lucha grecorromana cubana, Raúl Trujillo, dijo que cerraba también su carrera al máximo nivel.

Sin embargo, tras recibir el cariño y el agradecimiento del público cubano decidió dar marcha atrás a esa decisión, y realmente se agradece.

Pese a su pequeña estatura nunca pasa desapercibido, porque con esos ojos vivaces está atento a cualquier detalle y no se le escapa una, como se dice en buen cubano.

Este hombre natural del municipio matancero de Pedro Betancourt respira agarres y desbalances por los cuatro costados, aunque sus inicios estuvieron ligados al baloncesto, deporte por el que entró a la EIDE matancera, pero cuando terminaba su entrenamiento en las canastas iba para el colchón, que era lo que le apasionaba de verdad.

Luego de una corta carrera como luchador (fue medallista de bronce en los Juegos Panamericanos de México 1975 en la división 57 kilogramos) las lesiones hicieron mella en sus rodillas y con apenas 23 años le dieron de baja del seleccionado nacional.

Poco después empezó su vida laboral como entrenador, y por sus resultados en los años 80 fue entrenador del equipo nacional juvenil, donde tuvo a su cargo por más de una década a todos los que luego fueron medallistas mundiales y olímpicos en este siglo.

Luego de cumplir misiones en Panamá y Portugal fue nombrado metodólogo de la Comisión Nacional y luego del fallecimiento de Pedro Val, el padre de la lucha greco en este país, asume como primer entrenador.

Su carácter jovial y jocoso le ayudaron a enfrentarse a los medios de prensa, ante los que no se siente cómodo del todo, pero se los gana con esa nobleza que desprende cada poro de su cuerpo, y porque siempre habla con el corazón en la mano.

“Como entrenador no te puedes sentir el centro del mundo”, es quizás la frase que mejor define a Trujillo, buscando siempre las nuevas metodologías de entrenamiento, un estudioso que demuestra que no siempre hace falta salir del país, sino dedicarse por entero a estudiar y aplicar la ciencia y la técnica.

Se emociona especialmente cuando habla de su familia, la razón principal por la cual pensó en alejarse de los colchones, porque son demasiados los momentos hogareños que se pierde y eso no se recupera con nada, pero su alto sentido de la responsabilidad le dice que no puede tirar la toalla, que Cuba quiere seguir vibrando con sus hazañas.

Sirvan estas líneas de alguna manera para homenajear también a todos aquellos entrenadores que, con más o menos resultados a cualquier nivel, entre sudor y lágrimas entregan lo mejor de sus vidas por el deporte cubano, bien lejos de las condiciones ideales para desempeñar su función.

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FELICIDADES MILES. GRACIAS.

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