OPINIÓN: Nuestra victoria en la lucha y el boxeo no puede asombrarnos

OPINIÓN: Nuestra victoria en la lucha y el boxeo no puede asombrarnos
Fecha de publicación: 
23 Diciembre 2021
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Muy bien usada la siguiente frase en relación con el triunfo de los boxeadores y luchadores grecos cubanos en los I Juegos Panamericanos Junior: no por esperado deja de alegrar. No podemos asombrarnos. Esas disciplinas marchan a la vanguardia de nuestro deporte desde hace mucho tiempo. Para declarar esto hay que basarse más allá de las conquistas en torneos internacionales. Ambas especialidades son potentes en la masividad y el relevo y su entrenamiento parte de la ciencia y la técnica aplicadas correctamente.

Todo no es perfecto... Falta, hay que pulir, ganar en disciplina dentro y fuera del escenario del músculo incluso. Mas si todo marchara así... Y dichas especialidades sufren el mismo bloqueo yanqui, la inexistencia del campo socialista, las grietas propias que no solo existen en el ámbito atlético, el llamado robo de músculos y el ataque de la pandemia. Han salido adelante, pese a las laceraciones. Entrenadores, funcionarios, médicos, psicólogos, trabajadores han sabido remar como se debe en las aguas intranquilas de la que nada escapa.

Ah, el pasado apoya. Por lo que hicieron fundadores y continuadores. La historia concretada en hechos. El basamento anterior ha sido heredado y enriquecido: los pies en la tierra para adaptarlo dialécticamente, sin dejar de preparar las alas para cuando se pueda volar. No es fácil vencernos en dichas actividades de combate. Merecidísima la designación que se le da al pugilismo: el buque insignia del deporte cubano. La lucha está muy cerca en ese bogar, no pocas veces contra la corriente.

A la hora de la felicidad no pueden obviarse los nombres de quienes la han hecho posible. Primero, de los que ya no están con nosotros, aunque están porque solo no están porque la edad no se lo permite o ya fallecieron. ¡Se mantienen! A uno le parece verlos en la esquina de cada peleador o dando también consejos a quienes dirigen, sean instructores o funcionarios. Sí, ¡están y no pueden desaparecer o las pérdidas serían enormes! No me acusen de pobreza en el lenguaje, la palabra que repito en este caso es la que no puede ser sustituida. Es la exacta.

Aunque los hiera el implacable, el que pasó, como Pablo Milanés ha cantado, a Alcides Sagarra, el progenitor de la Escuela Cubana de Boxeo, y a su más cercano colaborador en esa creación, Sarvelio Fuentes, los sentimos en cada uno de los triunfos y deseamos que estén bien resguardados en sus hogares. Ojalá pudieran asistirnos directamente. No cayeron desde los celajes: miembros de la familia de la disciplina del jab y el upper, desde cuando el crimen se enseñoreaba sobre el ring; peleadores ellos mismos, incluso Fuentes ganó un Torneo Guantes de Oro en Estados Unidos.

Tan de pueblo los dos, como su Revolución, no se quedaron en sube cubos del espectáculo rentado: estudiaron, fundaron, trabajaron denodadamente para el nuevo boxeo, el nuevo deporte. Incluyo también en el desarrollo alcanzado a Waldo Santiago, laborioso comisionado nacional y dirigente internacional del sector. No puede ser excluido el grupo de entrenadores que ha seguido sus pasos, y más que mantener los éxitos, los enriquecieron.

Los actuales tomaron el batón bien dado y esa transformación básica de dar y que no te den de Kid Chocolate, en que no te den y dar de la citada Escuela —parece lo mismo y no es igual— la fortalecieron, cambiando lo que debía ser cambiado con un agregado de necesaria ofensiva, si es pertinente. No solo vencen nuestros púgiles: son los más elegantes, los que solidifican el arte en este quehacer.

No me atrevo a decir que en la lucha clásica tenemos una escuela. Lo parece tanto... Lo importante es que los grequistas de esta isla se ven distintos en la brega sobre el colchón. Pueden modificar el programa, el sistema por la Federación: acá los asimilamos y, cambien lo que cambien, no pueden opacarnos. No es casual que tengamos al mejor de todos los tiempos en nuestras filas: Mijaín López. Pero, sin negar sus condiciones extraordinarias, si no hubiese cientos de muchachos —muchos inspirados por él— batidos en la base, no existiera un Mijaín ni los nuevos luchadores gloriosos.

Repito lo que escribí cuando nuestros grequistas se impusieron en Tokio 2020: «...estremecieron mi mente Pedro Val, José «Pini» Yáñez y Gustavo Rollé. Son la lucha en Cuba, sin soslayar la magnífica labor actual del excelente entrenador Trujillo, de Filiberto Azcuy, as olímpico por dos ocasiones convertido en instructor, y de Mendieta, el guía principal en la libre. Pero sin aquellos forjadores no existiría la labor exitosa de los profesores de hoy que bebieron en las aguas del manantial establecido». Y ellos tres son fallecidos. Por razones de espacio, expondré solo algunas líneas sobre este excelente trío; prometo profundizar en la vida de estos hombres próximamente.

Por lo pronto, sepan que Pedro Val falleció pocos días antes de Barranquilla 2018. Apasionado de las llaves y los agarres, al principio quiso ser un as. Por suerte, prefirió guiar a los luchadores jóvenes después de capacitarse: ¡Mucho de él en Mijaín! Pini, medallista centrocaribe y panamericano y contendiente olímpico. Fundador del Inder. Logró ser un destacado científico del ámbito. Gustavo Rollé es el Padre de la Lucha en la Mayor de las Antillas. Fue exaltado al Salón de la Fama de la Lucha en 2018. Un año después murió. Al ser galardonado, había declarado: «Esta distinción me impulsa a trabajar mucho más por el deporte hasta el final de mi vida».

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