OPINIÓN: Mundial de atletismo, el agujero negro esperado
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El saltador de longitud cubano Maykel Massó.
Nunca había visto, antes de una competencia importante, a las autoridades cubanas hablar de irse sin medallas. Era la cruda, pero insoslayable realidad del atletismo cubano antes del Campeonato Mundial que acaba de concluir en Eugene, Oregón.
Así se mostraban los resultados de nuestros competidores en los primeros seis meses del año (con pocas incursiones foráneas, es verdad), pero pensar en llegar al podio era más épica que sentido común.
Sin embargo, no todo es colgarse una medalla, hubo muchos que no se acercaron a sus mejores registros de la temporada, y esto es algo que viene siendo tendencia en este deporte hace tiempo. Llegan las grandes competencias y los cubanos, unos cuantos, se quedan por debajo de lo logrado en meses anteriores, mientras que vemos a competidores de otros países que logran sus picos de rendimiento cuando debe ser, en la competencia fundamental del año.
Eso sin hablar de otros que llevan varias temporadas preparándose en el estadio Panamericano y nunca dan el salto que de ellos se espera, pero si un día se van a Burundi, por decir un nombre, destrozan todas sus marcas.
El tema requiere análisis serios, y creo que por ahí se está moviendo la Comisión Nacional, cuya intención es flexibilizar los temas de nacionalidad para que puedan seguir compitiendo por Cuba atletas que residen en otros países, entrenados por quien ellos decidan, y que también los residentes aquí, si tienen la posibilidad de incluirse en algún club foráneo y encuentran un preparador que les logra sacar su mayor rendimiento, no tengan que seguir con el de siempre. Esto último es un tema sensible, pero de una vez hay que priorizar la calidad, el conocimiento y la capacidad de cada preparador por encima de cuestiones personales o sentimentales. Cada cual tiene que superarse en su ámbito, y si no consigue sacarle el máximo a su pupilo, dar el paso al costado, si otro lo logra.
Cuba se marchó del Mundial de atletismo sin presea alguna, lo que jamás le había ocurrido en la historia de estos certámenes. La peor actuación hasta ahora en una cita de este tipo databa de Londres 2017, cuando Yarisley Silva rescató un bronce en el salto con pértiga. También en Helsinki 1983 los atletas cubanos obtuvieron una sola presea, la plata de Luis Mariano Delis en lanzamiento de disco, pero aquella era la edición inicial y no se le daba todavía la importancia que tiene ahora de tercer evento de mayor trascendencia en el planeta deportes: solamente detrás de los Juegos Olímpicos y el Mundial de fútbol.
Además, la delegación sufrió una deserción apenas aterrizar en suelo estadounidense, y ese es otro punto que ha lastrado al deporte cubano en los últimos meses, sin una solución clara a la vista.
Entre los pocos que se salvan del escrutinio público está el saltador largo Maykel Massó, que si bien no logró un registro a su nivel, estuvo a punto de llevarse un bronce. En el último intento, el chino Jianan Wang concretó una ejecución que le valió el oro, y desplazó a los tres atletas que ocupaban el podio, por lo que dejó al cubano sin medalla.
También la jovencita Leyanis Pérez se ubicó cuarta en el salto triple, y en este caso se trata de una figura prometedora, que logra rozar el estrado de premiaciones en su primera incursión mundialista, lo cual es muy alentador.
Pero realmente es poco, muy poco para que nos conformemos.
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Comentarios
Daniel
Eliseo Cruz
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