OPINIÓN: ¡Esos malditos puñetazos contra el deporte...!
especiales
Hablando de puñetazos... El momento que vive el boxeo amateur es muy complejo. Siempre ha sido dudoso ese vocablo agregado. Ahora, ni el cuadrilátero olímpico se ha salvado de los golpes del asesinato legalizado del profesionalismo. Esta última palabra significa la búsqueda del lucro. Y de la manera que sea, apunto. No es lo mismo que la profesionalidad que indica rigor, entrega, hasta amor por cualquier rama de la existencia. En el pugilismo impuro estremece hasta llegar a grandes lesionas físicas y morales, incluida la muerte. El negocio por encima, sin negar el uso para enajenar
El profesionalismo invade y crece encima del aficionado: de vitrina a plataforma cada vez más preparadora para el salto, con menos escondrijos. El brillo del dinero superpuesto al de las medallas. Ocurrió en el más reciente Mundial. Desde mucho antes, a segundo plano el arte, escasez de cuidados, adiós a la cabecera, la lucha por más rounds y guantes que dañen más, el mercenarismo, el patrioterismo... Espectáculo alimentador de lo más salvaje del ser humano amén de la plata obtenida por los dueños.
Y las personas tienen una fiera adentro. Que vengan a ver correr la sangre, mucha sangre, con aquellas avidez malsana del quien va al circo a ver si el trapecista falla y cae o león ataca al domador. Al menos en los I Juegos Panamericanos Junior se usó la cabecera, eliminada para la inmensa mayoría de los torneos.
En general, la cultura física- educación física, deporte y recreación- ha sido lacerada gravemente. Tenemos que rescatarla de la ofensiva de la maldad. Las competencias no están libres de las terribles desgarraduras del planeta. Don dinero contra lo ético. Difícil combate. Como expresó José Martí: “Hay que contar siempre que los intereses rigen principalmente a los hombres, y que rara vez están las virtudes del lado de los intereses”
En una ocasión cité en un artículo las palabras de Pierre de Coubertin y de Julio Antonio Mella sobre el asunto. El gran humanista enfrentó: “el espíritu mercantilista que amenaza con invadir los círculos deportivos al haberse desarrollado los deportes en el seno de una sociedad que amenaza con pudrirse hasta la médula a causa de la pasión por el dinero” (1894). El fundador de nuestro primer Partido Comunista expresó el 20 de octubre de 1927: “...las grandes peleas de boxeo y los encuentros de fútbol o base-ball pueden competir, en cuanto a potencia mercantil, con cualquier negocio en una hacienda bananera o hasta en un campo de petróleo”. (20-10-1927)
Entonces los monopolios usaban pantalones cortos. Ahora su vestimenta es harto brillante y narcotizadora. Ni el olimpismo está libre de esa incultura. Entrenadores y funcionarios deben enfrentarla. Si bien es indispensable adaptarse a la realidad no podemos abandonar nuestros valores, armas esenciales contra la ofensiva. El Apóstol enseñó que la victoria está llena de cesiones, mas no deben lesionar los principios.. También dijo que en la vida debemos hacer muchas veces como el saltador de longitud: ir hacia atrás para ganar en impulso y así arribar más lejos. Nosotros debemos cuidarnos de quien prefiera permanecer allá o desee clavar los pinchos en la derecha.
No podemos limitarnos a superar las cualidades físicas y técnicas de los alumnos: hay que esculpirlos como buenos ciudadanos. De que vale la calidad atlética si el alma no está entrenada para convivir en un territorio tan virulento. Transitar por él sin antivirus casi siempre termina mal. En cualquier ámbito hay quien presta oídos a los cantos de sirena. ¡Qué lástima me dan estén como estén! Conozco como están: sin patria pero con amo.
He escrito en infinidad de ocasiones sobre los engullidos por el polifemo con mil ojos y más potentes garras del boxeo rentado. Cada frase por las víctimas me duele. Mayor sufrir al hacerlo sobre quienes no comprendieron a su Revolución victoriosa y los ganaron los ensueños de riqueza y gloria, y terminaron muertos a golpes como Benny Paret y Joe Rigores, o destrozados como Douglas Vaillant, quien se ahorcó en Miami por culpa de sus deudas con el fisco y los problemas por su participación en la venta de drogas.
Me entristecería enlazar párrafos debido a la caída de alguno de los que más reciente fueron conquistados por los mercaderes. ¡Pobre de aquél que no quiso recordar, / ni luchar, ni sentir, /vendió su patio y sus rosas/ y comenzó a tatuarse la muerte /sobre el pecho...!”, como dije en un poema.
Añadir nuevo comentario