OIT: Trabajo decente y Pandemia

OIT: Trabajo decente y Pandemia
Fecha de publicación: 
9 Julio 2021
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Imagen principal: 

Foto: JannHuizenga

La Séptima Conferencia de Regulación para el Trabajo Decente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que sesionó desde el día 6 hasta el hasta el viernes 9, se propuso examinar los impactos de la pandemia de COVID-19 en el mundo del trabajo y debatir sobre políticas y medidas regulatorias para mitigar dichos impactos y facilitar una recuperación sólida e inclusiva.

Para la OIT se ha de entender por trabajo decente la oportunidad de acceder a un empleo productivo con un ingreso justo, con seguridad en el puesto laboral y protección social para las familias, desarrollo personal e integración social, libertad de opinión, reunión y organización e igualdad de oportunidades y de trato para mujeres y hombres.

Es una aspiración justa, loable, pero alcanzarla no está ni mucho al doblar de la esquina. Será difícil.

Basta echarle una mirada al mundo laboral para comprenderlo: Solo el año pasado se perdieron 255 millones de empleos en el mundo a causa de la Covid-19,y Las proyecciones de la OIT recogidas en Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: Tendencias 2021  indican que el déficit de puestos de trabajo derivado de la crisis mundial llegará a los 75 millones en 2021 para luego reducirse a 23 millones en 2022.

El mencionado informe subraya que la crisis de la Covid-19 ha afectado sobre todo a los trabajadores más vulnerables, agravando así las desigualdades preexistentes y perjudicamente rudamente los medios de subsistencias de las familias.

En paralelo con este panorama nada feliz sigue aumentando de manera alarmante el número de trabajadores migrantes y, junto con ellos, su vulnerabilidad.

Trabajador migrante, trabajador en riesgo

Del 2017 al 2019 la cantidad de migrantes internacionales creció  de 164 millones a 169 millones. Y a esto, la pandemia agregó su mala sombra porque en 2019, el informe Estimaciones mundiales de la OIT sobre los trabajadores y las trabajadoras migrantes. Resultados y metodología, reveló que en 2019, los trabajadores migrantes internacionales representaron alrededor del cinco por ciento de la fuerza de trabajo mundial.

 


Foto: tomada de idconline.mx/laboral

Lo que son números en los informes hay que verlos mucho más allá, estar conscientes de que detrás de esos fríos e impersonales dígitos, se agitan angustias humanas, historias personales de hombre y mujeres quienes al emigrar por motivos laborales solo encuentran empleos temporales, informales o no protegidos, que les exponen, además de al riesgo del coronavirus, a despidos, a condicione de trabajo inseguras y a veces hasta inhumanas, a remuneraciones muy por debajo de lo que debieran ser… Están de cara al desamparo.

“La pandemia ha revelado la precariedad de su situación. Los trabajadores migrantes, con frecuencia, son los primeros en ser despedidos, tienen dificultades para acceder al tratamiento y muchas veces están excluidos de las respuestas políticas nacionales a la COVID-19”, declaró Manuela Tomei, Directora del Departamento de Condiciones de Trabajo e Igualdad de la OIT. 

Esta masa de trabajadores migrantes se concentra sobre todo en países desarrollados: cerca de un 37,7% se ubica en Europa y Asia Central, en tanto el 25,6 lo hace en las Américas. Fundamentalmente se ubican en el sector de los servicios.

 


Foto: Marcel Crozet/OIT

Llama la atención, y es para arrugar aun más el entrecejo, que más del 70% son mujeres, y ellas –que en muchas ocasiones emigran como acompañantes- al encontrar espacio en el mercado laboral sufren también de discriminaciones por razones de género, acoso sexual y otros males asociados a las conductas patriarcales.

También constituyen un número elevado los jóvenes que en e l mundo están emigrando por razones laborales. Si en 2017 constituían el 8,3% de ese conglomerado total, en el 19 ya eran el 10%. De hecho, la mayoría de los trabajadores migrantes en el mundo, el 86,5%, está formad por adultos jóvenes.

Llaves para un recio candado

 “La recuperación de la COVID-19 no es una mera cuestión sanitaria. También habrá que superar el grave daño a las economías y las sociedades. Sin un esfuerzo deliberado para acelerar la creación de empleo decente y ayudar a los miembros más vulnerables de la sociedad, y a la recuperación de los sectores de la economía más afectados, los efectos de la pandemia podrían prolongarse durante años…”

Así asegura el Guy Ryder, Director General de la OIT, y reclama  necesitamos una estrategia integral y coordinada, basada en políticas centradas en las personas, y respaldadas por la acción y la financiación. No puede haber una recuperación real sin una recuperación de puestos de trabajo dignos.” 

 


Súmesele a las penurias del mundo laboral descritas, que hoy, según Unicef, los casos de trabajo infantil se elevan a 160 millones. Este niño en República Dominicana es uno de ello.  Foto: Pedro Guzmán

Valdría agregar, mirando bien de cerca las enormes heridas de desigualdad y pobreza que trae y traerá consigo esta pandemia, que además de esos necesarios reclamos, hacen falta también a nivel mundial como mejores llaves voluntades políticas que, junto a esos trabajos decentes, se decidan, en todos los órdenes, a rendir culto a la dignidad plena del hombre.

 

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