Mis reyes del olimpismo moderno: comienzo con los primeros
especiales

James Thorpe, elegido en 1950 y entre 400 periodistas especializados, como el más grande atleta del medio siglo.
En todos los Juegos Olímpicos actuales hay un rey: es el más destacado de todos los participantes, el campeón de los campeones. He seleccionado a los míos desde el inicio de la gran fiesta, de acuerdo a la cantidad de sus conquistas, la participación cuantitativa y de calidad, a quienes se enfrentó; si es de un conjunto, cuál fue su papel conductor más allá de los logros personales.
Atenas 1896. La mayoría ha escogido al titular de la carrera del maratón. No opino así. Sí, salvó en algo la humillación sufrida por la sede que solo pudo contar con ese éxito pleno y hubo una lluvia de premios y de propaganda sobre él. Merecida, pero no está por encima del brillo de mi monarca: el alemán Carl Schuhmann, quien se impuso en la lucha y obtuvo tres coronas en gimnasia, además de terminar tercero en el levantamiento de pesas y octavo en salto largo.
Carl Schuhmann
París 1900 son los Juegos del estadounidense de origen germano Alvin Kraenzlein, ganador de los 60 metros planos con 7 segundos, de los 110 y 200 con obstáculos (15.4 y 25, 4) y el salto largo: 7.18, todas marcas olímpicas y la de las vallas cortas, marca mundial también. En San Luis, cuatro años después, cuando por fin se entregan medallas, prefiero a James Lightbody de USA, por encima del más premiado de la cita, su coterráneo el gimnasta Anton Heida. El primero conquistó el galardón máximo en 800 y 1 500 planos con el adiós a los récords del orbe: 1:56 y 4:05.4, frente a una participación de cantidad y calidad mayores. Además, Heida, aunque acumuló cinco de oro y una de plata, no pudo ser el máximo acumulador -superado por el austriaco Julius Lenhart, seguido del Wilhen Wener y el suizo Adolf Spinnler. Anton no subió al podio en la suma de todas las especialidades.
James Lightbody
El cubano Ramón Fonst es el primer latinoamericano triunfador en dos clásicos consecutivos, ahora con las doradas en espada y florete y en esta arma por equipo para sumar 4 y un subtítulo en la magna cita. Ah, debe tenerse en cuenta que, como en casi todos los deportes, la distancia del escenario en relación con el desarrollo del transporte de la época y la falta de una verdadera querencia en cuanto a estas justas, imposibilitaron la presencia de bastantes figuras, no pocas de ellas europeas.
Ramón Fonst
Contendieron 687 representantes de 13 naciones, solo 97 extranjeros, y muchas de estas delegaciones, me apunta el historiador cubano, Bermúdez Brito “...estaban compuestas por jóvenes de dichos países que estudiaban en los Estados Unidos”.
En Londres 1908, el líder, aunque negativo, fue la falta de deportividad y el hecho de que la inmensa mayoría de los jueces –todos de la sede- golpeara la labor de los visitantes para favorecer a los del patio. En la piscina no hubo dicho sacrilegio y es de allí el más destacado de los IV Juegos: el nadador británico Henry Taylor, con tres de oro: en 400, 1 500 estilo libre y el relevo, con rotura de las marcas mundiales en los combates individuales con 5:36.8 y 22:48.4.
Henry Taylor
Quinta Olimpiada. En Estocolmo 1912 la luz suprema correspondió al aborigen norteamericano James Thorpe. Hasta el rey Gustavo de Suecia se estremeció con las victorias de Bright Path (Senda Ancha), de la tribu Sac y Fok, alumno de la escuela india de Carlisle, en Pensilvania. Demostró ser el más completo de los vencedores al ganar fácil el decatlón y el pentatlón. En un acto le dijo: “Es usted el más maravilloso atleta que han visto los siglos”.
James Thorpe
Pero los funcionarios olímpicos norteamericanos, instados por el gobierno, buscaron, inventaron, y lo sancionaron al declararlo profesional debido a un viático de 70 pesos por jugar béisbol en Carolina del Sur. Un indio de USA, casado además con mujer blanca, no podía vencer a los blancos de cuna dorada. Después sí firmó contrato en el fútbol tipo estadounidense, donde fulguró, y aun actuó en las Grandes Ligas de la pelota. Hasta 1953, murió ese año el 28 de marzo víctima del cáncer, reclamó la devolución de sus medallas. El COI intentó rectificar el error a los 70 años de aquella barbaridad, y las entregó en 1982 a los familiares del defenestrado.
En una encuesta mundial efectuada en 1950 entre 400 periodistas especializados fue elegido como el más grande atleta del medio siglo. Poco después de su muerte, los pieles rojas le levantaron un monumento para honrarlo. En él se puede leer: “A James Thorpe, el más extraordinario atleta del mundo y al que más injustamente se le negó la gloria de sus triunfos”.
Añadir nuevo comentario