Luigi Nono en su centenario

No se puede separar el itinerario creativo de Luigi Nono de su marcado compromiso político. Y no significa que la obra musical de este compositor imprescindible haya estado simplemente en función de un discurso, música como mera propaganda.

El diálogo era raigal, dialéctico, coherente. Y partía de una profunda vocación investigativa.

Nono se codeó con los más importantes e iconoclastas músicos del siglo XX, y no desde la posición del que escucha y asiente. Hizo aportes a las vanguardias musicales, convencido de la necesidad de la renovación permanente, desde la forma y el concepto, pero sin que esa reinvención implicara fracturas estériles. Rupturas cuando el espíritu revolucionario las precisaba. Rehuyó de formatos convencionales, que asoció a tiranías burguesas.

Y con el tiempo llegó a estar convencido de que las escuelas y tendencias no podían ser asumidas como catedrales inamovibles. "No hay caminos, hay que caminar", Nono asumió como guía esta frase, que leyó en una pared en la ciudad de Toledo.

Su interés por la música electrónica lo convirtió en uno de los abanderados de un movimiento, muchas veces entendido desde las lógicas de confrontación, pero que él entendió como espacio de experimentación lúcida.

Los vínculos de Luigi Nono con Cuba fueron siempre muy estrechos. Se sustentaban en la identificación con un proyecto social, una gesta, una vocación revolucionaria. Y en este país encontró un acogedor espacio creativo, que se concretó en colaboraciones con Casa de las Américas y el Ballet Nacional de Cubs.

Luigi Nono fue uno de los titanes de la música del siglo XX. Música y Revolución, ámbitos integradores de una obra que, a cien años del nacimiento del compositor, plantea muchos desafíos.