La envidia (sana) por Cabo Verde

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La envidia (sana) por Cabo Verde
Fecha de publicación: 
16 Octubre 2025
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Cabo Verde, en la historia grande. Foto: Gentileza

Los archipiélagos de Cuba y Cabo Verde entrelazan las culturas de América y África a través del Atlántico, y si a primera vista estos lugares podrían parecer distantes geográficamente, hoy lo son más en sus trayectorias futbolísticas. 

Creo que nadie pensó que de los dos fuera el africano el que lograra antes ese anhelo común de pisar el césped sagrado de una Copa Mundial de fútbol, porque recordemos que nosotros estuvimos como invitados y nunca hemos logrado clasificarnos por mérito propio.

El fútbol cubano lleva décadas luchando por encontrar su lugar en el mundo del fútbol, pero las sucesivas selecciones nacionales troncharon los sueños de muchos, dejando solo ecos de lo que pudo haber sido.

Por otro lado, Cabo Verde, pequeño archipiélago de volcanes dormidos y playas azules en medio del océano, ha empezado a escribir su propia leyenda y en el planeta fútbol dejó de ser un puñado de islas perdidas en la inmensidad atlántica. 

Nada bien empezaron las cosas en su grupo eliminatorio, pues luego de cinco fechas tenían una goleada en contra frente a Camerún y un empate con Angola, los equipos más fuertes. 

Sin embargo, enderezaron el rumbo y vencieron a ambos elencos por la mínima, mientras seguían siendo implacables con el resto, y solo se les escaparon los tres puntos en la penúltima jornada ante Libia. Esto los obligaba a triunfar en la despedida, y lo hicieron con autoridad.

Con el viento a favor y una marea de talentos emergentes, la selección caboverdiana desafió las expectativas y alcanzó un hito que resuena como una melodía triunfante en la memoria colectiva de su pueblo, al igual que el nuestro lleno de carisma e identidad.

Las puertas del Mundial se abren ante ellos, invitándolos a exponer su esencia con humildad, en un escenario que siempre pareció inalcanzable, gracias a un proceso que supo aprovechar el talento local, con una estructura de desarrollo juvenil sólida. Donde el realismo sugería resignación, ellos plantaron banderas en lo imposible.

Ninguno de sus futbolistas juega en las principales Ligas de Europa, su entrenador tampoco es extranjero, jugó apenas dos partidos en el Badajoz español en 1995 y toda su carrera en los banquillos ha sido a nivel doméstico.

Allá como aquí los niños juegan descalzos en calles asfaltadas, soñando con ser como sus héroes, compartimos la sal del mismo océano, pero bajo el sol del Sahel se dio el milagro, y los archifavoritos cameruneses tendrán que jugar próximamente la repesca, mientras los habitantes de ultramar todavía están festejando el histórico pase. 

De alguna manera para nosotros, además de envidia sana, es un faro de esperanza, de que la tristeza y la frustración que marcan hoy el fútbol cubano, con apenas oasis de talento, aún pueden tener giros inesperados. Que los límites los ponen los mapas, nunca el corazón, y que a veces, las leyendas más hermosas nacen donde el océano parece querer decirnos que no hay nada más allá.

Después de todo el fútbol, como el mar, siempre guarda espacio para los milagros, si se navega con brújula y constancia.

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