La Bienal que viene

La pandemia ha puesto patas arriba lo que parecía estable y hasta inamobible. Las grandes bienales de las artes visuales, por ejemplo. Las grandes citas de todo el mundo han debido modificar sus dinámicas ante la posibilidad cierta de la suspensión. Y la Bienal de La Habana, que es la más importante convocatoria en Cuba, ha hecho pública recientemente su nueva plataforma programática y conceptual. Nunca antes la palabra nueva tuvo más implicaciones para este encuentro: cambia la estructura, la articulación, la gestión curatorial. E incluso, el marco temporal.

Desde el 12 de noviembre de este año y hasta el 30 de abril de 2022 habrá acciones, distribuidas en tres etapas, que los organizadores han llamado «experiencias». Casi un semestre de Bienal, que tendrá en cuenta las medidas de las autoridades sanitarias por la contingencia de la COVID-19. La esperanza es que la pandemia dé un respiro. El país trabaja en ese sentido. De cualquier forma, la edición 14 de la Bienal asume una nueva normalidad, que puede tener diversos escenarios.  

Tres experiencias: de la teoría a la exhibición

El equipo curatorial ha definido tres experiencias, que se irán complementando a medida que la Bienal avance.

Del 12 de noviembre al 5 de diciembre de 2021 tendrá lugar el Preámbulo, que se iniciará con un panel teórico en el que participarán especialistas provenientes de diferentes contextos y campos del pensamiento. Se supone que el espacio de las redes digitales sea el privilegiado para los debates. Se trata de dar cuenta de las peculiaridades de la investigación crítica sobre el presente de las artes visuales, en su relación con el entramado social, de manera que se puedan proyectar nuevos caminos creativos.

La segunda experiencia se denomina La Habana de la Bienal, y se extenderá desde el 6 de diciembre de 2021 hasta el 24 de marzo de 2022. Aquí el arte cubano será protagonista, con un programa de exposiciones y presentaciones en varios espacios de la ciudad. Se sumarán, si la situación sanitaria lo permite, un conjunto de proyectos especiales y talleres colaborativos, algunos de los cuales irán más allá de las fronteras de la capital cubana.

En un documento hecho público recientemente por el equipo curatorial de la Bienal, se apunta: «En las actuales circunstancias, marcadas aún por la pandemia del COVID-19 y por la necesidad de ser cada vez más conscientes sobre el impacto negativo del ser humano sobre el planeta, privilegiar la presencia de artistas nacionales se suma a las estrategias de sostenibilidad que la Bienal se ha trazado como parte de su tejido principal. Este eje sostenible será transversal a todo el evento y busca impactar positivamente tanto en el plano teórico y conceptual como en la producción de las obras y las exhibiciones».

La última etapa de la próxima Bienal se titula Regreso al porvenir (entre el 25 de marzo y el 30 de abril de 2022) y se sustenta en un gran proyecto curatorial en el que se integrarán varios de los proyectos participantes. Funcionará, en palabras del equipo de curadores, como «una analogía a esa convivencia de imaginarios temporales y búsqueda alternativa, que desde el espesor y valía de cada momento histórico, es capaz de encontrar una brecha para recuperar la posibilidad de un futuro».

Trabajar por el futuro

El porvenir: eso es lo que le ocupa a esta edición. Y, obviamente, lo que vendrá hay que comenzar a construirlo desde el presente. De ahí el lema de la cita: Futuro y contemporaneidad.

Pero las esencias de la Bienal de La Habana no han cambiado. Lo aseguran sus organizadores: «marcada por su postura a contracorriente, continúa siendo un espacio descolonizador no solo para artistas, críticos y curadores de Asia, África, Medio Oriente, América Latina y el Caribe, sino también para todos aquellos interesados en un diálogo de convivencia».

En tiempos de conflictos agudizados el arte puede —y debe— seguir apostando por la paz.