Inició por lo alto temporada de la Sinfónica Nacional

El domingo comenzó la temporada de la Orquesta Sinfónica en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional, con un homenaje al Maestro Manuel Duchesne Cuzán. El espectáculo estuvo impregnado por el palpitante sonido de la trompeta. Tanto el Maestro homenajeado como los invitados, el director Igor E. Corcuera Cáceres y el español Fran Rivero son grandes intérpretes de ese instrumento tan carismático.

El programa incluyó la Obertura de Don Giovanni, de Mozart; dos Conciertos para Trompeta y Orquesta (uno de Haydn y otro de Alexander Arutiunian); el inolvidable vals de la suite Mascarada (del cual el Ballet Nacional creó una poderosa versión); nada menos que el Adagio de Espartaco y Frigia, del ballet Espartaco, de Aram Khachaturian; el Concierto en Aranjuez, de Joaquín Rodrigo, y un fabuloso cierre con el arreglo del Maestro Rivero para My Way.

El joven cordobés, que comenzó sus estudios a los 11 años, es graduado de los conservatorios Cristóbal de Morales y Manuel Castillo, de Sevilla. En estos momentos es un virtuoso de rico currículo, profesor, que ha sido invitado a actuar por diversas instituciones y ha compartido el escenario con estrellas internacionales. Además, mezcla y rehace a su aire, y parece atender solo a la calidad superior de las obras que va a interpretar, con independencia de los estilos que representan.

Al final del concierto, luego de una larga ovación, el director invitado dirigió unas palabras de agradecimiento a los miembros de la Orquesta. Habló de la complejidad del programa y las dificultades de todo tipo que enfrentaron.
Aseguró que hubiera sido imposible acometer la excelente interpretación de las obras sin el talento y la entrega de cada uno de los miembros de la agrupación. El público respondió con infinitos aplausos.

En verdad se debía reconocer más a menudo la labor de estos músicos. Los ensayos pueden ser extenuantes, sobre todo para cumplimentar el variado programa como el que disfrutamos, y que es, diríase, la constante en esos conciertos dominicales bajo la batuta del Maestro Enrique Pérez Mesa, a los que suma invitados nacionales o foráneos de renombre. Recorrer épocas y estilos de grandes autores musicales, disímiles entre sí pero valiosos todos, requiere de una disciplina y un espíritu envidiables.

Es gratificante notar que a pesar de tantas dificultades, la nación no deja de preservar su vida cultural. Festivales y eventos de múltiples manifestaciones se continúan celebrando a través de la Isla, para regocijo de su pueblo y de los visitantes.

En la capital, la temporada 2023-24 de la Orquesta Sinfónica Nacional solo acaba de levantar vuelo. Nos quedan unos cuantos domingos mañaneros para disfrutar y guardar en el recuerdo.