Homenajes a Sarah Bernhardt en su centenario

Homenajes a Sarah Bernhardt en su centenario
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Fecha de publicación: 
25 Marzo 2023
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Francia rememorará este domingo el centenario de la muerte de la actriz Sarah Bernhardt, considerada por muchos la primera estrella internacional, capaz de elevar en el siglo XIX su condición de actriz más allá de las tablas. 

La vida de la vedette internacional de la Belle Epoque está remontando a la luz a través de homenajes, libros y una gran exposición que tendrá lugar en el Petit Palais de París a partir del 14 de abril.

Esa ciudad es el enclave principal de los homenajes a la Bernhardt, que nació en París el 22 de octubre de 1844 y murió en la misma ciudad el 26 de marzo de 1923 y cuya fama impregnó primero Francia, donde Jean Cocteau creó para ella el término de 'monstruo sagrado' y Victor Hugo la bautizó como 'la voz de oro', antes de dar en 1880 el salto a Estados Unidos, que recorrió en un tren especial rodeado de multitudes que la aclamaban y abarrotaban los teatros, pese a que desconocían la lengua en la que declamaba los papeles más preciados. 

'Hay cinco tipos de actrices: las malas, las aceptables, las buenas, las grandes y luego está Sarah Bernhardt', escribió sobre ella Mark Twain. 

Su popularidad saltó de los teatros, donde interpretó tanto papeles femeninos como masculinos, y se convirtió en el primer rostro que impregnó los productos derivados. Por eso, muchos historiadores consideran que Bernhardt es la precursora de figuras como Madonna, Lady Gaga, Rihanna o Michael Jackson. 

Las crónicas de la época recogen el culto que por ella profesaban los fans de todo el mundo, lo que le reportó una gran fortuna que dilapidó para morir casi en la indigencia. 

De los 45 millones de francos que aseguraron que llegó a tener, a los apenas 10.000 que tenía cuando murió a los 78 años, lo que no impidió que su féretro fuera acompañado de millones de parisinos camino del cementerio Père Lachaise. 

Además de en las tablas, se distinguió en otras disciplinas como la literatura, la pintura o la escultura e, incluso, hizo alguna incursión en el incipiente cine. 

Hija de una cortesana, formada en el conservatorio de París y, posteriormente en el Odéon, llegó a triunfar en la exigente Comedie Française, de la que dimitió con gran estruendo para montar su propia compañía, que le catapultó a otra dimensión. 

Londres, Sydney, Constantinopla, Moscú, Washington, Río de Janeiro o El Cairo fueron algunos de los escenarios en los que buscó la realidad de su sueño: 'Antes muerta que no ser la actriz más grande del mundo'. 

Llevó una vida excéntrica que los reporteros de la época se empeñaron en relatar: vivían con un lobo, un guepardo, camaleones, monos, una boa e, incluso, un cocodrilo al que daba de beber champán, animales que traía de sus giras a un domicilio en el que dormía dentro de un sarcófago. 

También nutrió la crónica rosa de la época con pretendidos romances, desde el emperador Napoleón III al príncipe de Gales Eduardo VII. 

Pionera en muchos campos, también lo fue en el cuidado de su imagen, objeto de cirugía estética, que fue una de las primeras en probar cuando ya tenía 70 años. 

Aferrada a las tablas hasta el último suspiro, no dejó su profesión incluso cuando una enfermedad obligó a amputarle una pierna.

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