EN EL VERANO: Bibliotecas diferentes

Esta imagen anda dando vueltas por Facebook, acopiando comentarios de asombro y, sobre todo, de admiración.

Pero no es reciente, data de un par de años y fue tomada en la famosa playa australiana de Bondi Beach, Sídney.

Se trata de lo que llaman biblioplaya y, como esta, existen otras en al menos unas siete playas del mundo, algunas repartidas entre España, Brasil, Bulgaria, China y Marruecos, además de Australia.

Foto: Pipa Brasil

Lo interesante es que de muchas otras partes del planeta se acumulan hoy cerca de un centenar de comentarios opinando en la red social sobre lo bueno de la iniciativa y cuánto les gustaría contar con alternativas como esa en un «escenario tan hermoso y relajante».

«Qué feliz me pondría si plantaran bibliotecas en la playa», comentó el pasado 5 de julio, a propósito de la imagen, Gladys Mirta Mazzuco, maestra de Primaria en Paraná, Brasil.

En Bulgaria. Foto: tomada de travelaway.me

No pocos se sentirían felices también en esta Isla del Caribe, si esa iniciativa igual prosperara aquí. 

Aunque es una realidad que el libro electrónico se ha ido posicionando con sus tantas ventajas en la preferencia de los lectores, también lo es que no ha logrado desplazar definitivamente al libro convencional. Tanto es así, que en Cuba continúan realizándose las Ferias del Libro, y son muchísimos los interesados que acuden a ellas.

Después de dos años sin realizarse debido a la pandemia, la Feria del Libro regresó el pasado abril. Foto: EFE

Además, leer con el sol centelleando sobre la pantalla no es muy cómodo, tampoco la arena y las salpicaduras del mar son lo mejor para ese tipo de lectura digital. Pero el libro de papel y tinta, el siempre compañero, sí que puede competir con tales «inconvenientes».

Ahora que ya comenzó el verano y que pronto terminará el curso escolar, quizás sería interesante tratar de multiplicar esas biblioplayas por esta geografía, y no solo en las playas, también en costas, ríos, piscinas…

Una librería ambulante en Playa Grande, Mar del Plata, Argentina. Foto: tomada de infobae.com

Títulos atractivos y precios razonables, lo mismo en bibliotecas ambulantes que en librerías también ambulantes a lo mejor contarían con resultados inesperados, y la novedad la podrían protagonizar lo mismo instituciones estatales que trabajadores por cuenta propia, igual con libros nuevos que viejos.

«La gente va a esos lugares a desconectar», objetó alguien a quien compartí la idea. Pero desconectar es también trasladarse a los tiempos y escenarios de esos libros, sumergirse en la trama y sus personajes, imaginarles rostros, vestuarios, ademanes y hasta voz.

Claro, eso se logra cuando existe un hábito y un real placer por la lectura. Pero quienes no lo han descubierto, siempre tendrán la oportunidad de aventurarse a dar una primera brazada en ese océano infinito que son los libros. Y si es junto al mar, mejor.