En el agua, sobre el hielo, aunque el sol queme, ases

Los escépticos son un bando terrible. ¡Cómo jo…roban! Y miren que les dan buenas trompadas sobre el ring de la vida. No escarmientan. Pues a noquearlos. En el deporte pululan. No escapa el olimpismo. Voy con varias muestras.
 
Algunos no veían con buenos ojos el quehacer posible de la magnífica nadadora holandesa Inge de Brujin en Atenas 2004. La estimaban una viejecita a sus 31 años. Con su labor los puso fuera de combate. Repitió la alegría dorada conquistada en los 50 metros estilo libre cuatro años atrás en Sydney. Luchó por más y lo logró: subtítulo en los 100 de la misma modalidad y par de terceros puestos: en la lid individual de los 100 de mariposa y en el relevo libre en los 400. De por vida llegó a ocho, la mitad de oro.

Inge de Brujin.
 
Hubo expertos desconfiados del papel a realizar por la soviética Irina Privalova en la magna cita del año 2000. Si en Barcelona en 1992 no pudo imponerse en plena juventud… El tiempo no pasa por gusto… Herían así varios comentarios. En la ciudad española debió conformarse con el bronce en los 100 (10.84), superada por la estadounidense Gail Devers y la jamaicana Juliet Cuthbert con 10.82 y 10.83, mientras en el relevo consiguió plata. Ella pensaba distinto, encontró su especialidad, se preparó mejor y se impuso en 400 metros con vallas, al vencerlos en 53.02.

Es el momento de hablar del primer campeón olímpico ruso quien tenía de atleta y de artista; el patinador sobre hielo Panin, Nombre real: Nikokai Kolonenkin. Triunfó en la especialidad de figuras; su patinaje era artístico e impresionó a los organizadores, periodistas y aficionados de los IV Juegos de Londres 1908 con la belleza creada por sus movimientos. ¡Sublimidad! Todavía no existía la Olimpiada de invierno; sus competencias formaban parte de las de verano.
 
Panin, según varios historiadores, era buen futbolista y competía, además, en tenis, velas y remos. Según el investigador cubano Bermúdez Brito, a los 56 años ganó el tiro de una Espartaquiada de la Unión Soviética. Oigan, no se quiten el abrigo: sigamos en las contiendas sobre hielo.

En invierno como en verano. Esta muchacha, Cristha, se ha vuelto loca. Hubo quien dijo, al saber que la alemana democrática Cristha Luding Rothenburger, medallista de oro en los mil metros y de plata en los 500 en Calgary 1988, a los siete meses se batiría en la velocidad ciclística de Seúl. "Puede dañarse, ya tiene bastante gloria. ¿Y si hace el ridículo?", continuaban comentando algunos. Su entrenador opinaba distinto. Ella confiaba en su potencia. Se ha preparado correctamente. Domina la técnica...
 
En la pista. Las velocistas son tornados sobre dos ruedas. Se impone la soviética Erika Salumae. La dama plateada es Christa, convertida en en el primer premiado en las magnas citas de verano e invierno en el mismo año. KO para los descreídos.

 
Sobre el piso o sobre el hielo, bajo el sol o golpeado por el frío. Tampoco todos creían en el patinador Darek Parra, estadounidense de origen latino, en relación con su papel próximo en Salt Lake City, Utha. 2002, ciudad acogedora de los XIX Juegos de Invierno.

En los Panamericanos de Mar del Plata 1995 había ganado el maratón (42 kilómetros), los 20 000 y.los 1 500 metros de ruta, los 300 de pista y era uno de los contendientes dorados en el relevo a 10 000 junto a Chad Hedrick y Anthony Muse  plata en 500 de pista y 300 de ruta y bronce en 20 000 de pista. En total: 5.2-1.                     

Patinar en el hielo no es lo mismo, Y sí, le dijeron. Respondió: "No me va a paar nada malo. Ya verán cómo retorno con medallas". Tuvo razón: volvió con la medalla de oro en los 500 metros, distancia donde dijo adiós al récord del mundo, y el subtítulo en los 5 000.