El ejercicio ejemplar de Pedro de la Hoz
especiales

El destacado periodista y escritor falleció este miércoles en La Habana.
Pedro de la Hoz, periodista, crítico y escritor, era una de las más lúcidas voces de la intelectualidad cubana. Un referente para promociones completas de profesionales de la palabra. Un comentarista incisivo. Un polemista agudo y bien informado. En definitiva, un hombre culto y comprometido.
Deja en el panorama de la cultura nacional un vacío difícil de llenar, por esa capacidad enciclopédica para entender y comunicar procesos creativos, ejercicios de pensamiento.
Pedro de la Hoz era un periodista de la vieja escuela, que no por vieja deja de ser actual y necesaria. Vieja escuela, en su visión, era la del rigor académico, la de la coherencia ideológica, la del vuelo estético y la profundidad en los argumentos, la de la ética. Ojalá que esa vieja escuela, cuna de excepcionales profesionales, se renovara, como la renovó siempre él en su ejercicio cotidiano, atendiendo a las nuevas tendencias de la comunicación y el arte, pero sin renunciar a ese sustento lírico, filosófico, integrador. El valor de los clásicos, que Pedro defendió siempre.
En las páginas de periódicos y revistas, en programas de radio y televisión, en las redes sociales, en tertulias y reuniones, Pedro de la Hoz prodigó su magisterio. Sus aportes al reconocimiento pleno de las jerarquías culturales fueron siempre meridianos, particularmente en épocas de complejos debates intelectuales, frente a la peligrosa apatía de algunos sectores de la sociedad.
La suya fue una batalla permanente por defender espacios de socialización de las expresiones más auténticas del arte, de la literatura, que son patrimonio indiscutible e irrenunciable de la humanidad. Pedro de la Hoz jamás hizo concesiones.
Había estudiado música en sus primeros años, en Cienfuegos, su ciudad natal. Y a la música consagró buena parte de su obra como crítico, investigador y periodista. Sus análisis sobre varias manifestaciones, movimientos y figuras contribuyeron a consolidar un cuerpo teórico sobre expresiones de la música popular cubana. Era un melómano entusiasta y conocedor. Disfrutaba con igual intensidad los grandes clásicos del repertorio de la música de concierto. Y el jazz, y el acervo de los pueblos africanos y asiáticos...
Pedro de la Hoz preconizaba la responsabilidad social del arte, el compromiso de los artistas con el proyecto permanente de una sociedad mejor. Su activismo trascendió el ámbito de la cultura artística y literaria para ocuparse de desafíos de todo el entramado social, como el enfrentamiento al racismo, tema al que dedicó muchos esfuerzos.
Premio Nacional del Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro en 1999, Premio Nacional de Periodismo José Martí en 2017, su gremio lo honró con sus máximos reconocimientos, atendiendo a credenciales poco usuales en la profesión: Pedro de la Hoz era un "todoterreno".
A la manera de sus maestros, Pedro de la Hoz trabajó hasta el final, desafiando obstáculos, consciente de la necesidad de alumbrar caminos en tiempos demandantes.
Ahí está su obra: libros, artículos, comentarios, reseñas que dejan un testimonio valioso para la historia de la cultura en Cuba. A la Patria tributó su talento inmenso, su vocación irreductible e insobornable de servicio público.












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