El barrio: un viaje a la semilla

El barrio: un viaje a la semilla
Fecha de publicación: 
4 Octubre 2021
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Imagen principal: 

El hombre que mejor se conoce  a sí mismo es quien más podrá desplegar sus potencialidades y lo mismo sucede con los barrios.

No en balde en muchas oportunidades sobre todo historiadores y pedagogos cubanos han insistido en la importancia de conocer la historia local.

Pero ha sido, lamentablemente, por rachas, por temporadas, que se les ha puesto oído y actuado en consecuencia. Luego, las insistencias han caído en el olvido.

Ahora, los barrios, las comunidades, se ubican al centro de la atención, como siempre debió haber sido porque es precisamente allí donde nace y crece la vida, donde de verdad y desde el día a día se hace Cuba.

Y como parte de los empeños por poner al barrio en su lugar, sería bueno incentivar el conocimiento de la historia de esas localidades para consolidar sentidos de pertenencia.
 


Foto: tomada de trabajadores.cu

Está muy claro que lo primero es responder a las necesidades pendientes y acumuladas porque sin agua, sin aceras, sin un techo decente… no se puede andar pensando en aprender historia.

Sin embargo, ahora que empiezan a resolverse algunos de esos pendientes, quizás vendría bien contribuir a que cada barrio se conozca mejor.

Pero no puede ser por indicaciones ni orientaciones. Sería muy bueno aportar al convencimiento de cuán importante es saber de orígenes, antecedentes, consecuencias, para después, cuando surja o se consolide la real convicción de qué hace falta, entones empezar a aprender.

Y entre los primeros asuntos que seguro saldrán a la palestra estarán el valor de la autonomía, del consenso, del respeto a la identidad barrial. Porque la historia así lo avala. 

Quienes en épocas pasadas lucharon por la soberanía de su terruño, por protegerlo o mejorarlo, lo hicieron porque así lo sentían, y se organizaron de acuerdo con sus características y necesidades.

Por eso, para que en este presente sigan creciéndole alas a los barrios, habrá que continuar haciéndolo como hasta ahora, escuchando cuáles son sus necesidades, respetando sus idiosincrasias y también preferencias porque participar compromete y empodera.

 


Foto: tomada de lademajagua.cu

Aquello de “diseñar” opciones recreativas para el verano o de organizar charlas o barrio-debates orientados “desde arriba” poco aportará si no se conoce realmente qué necesita y espera el barrio. Sobre todo desde el convencimiento de que quienes ocupan responsabilidades son servidores públicos, están en sus cargos porque los barrios, municipios, provincias, así lo quisieron.

Y por eso, el barrio, el centro de trabajo en él ubicado, la farmacia, el almacén o  la escuela, no tienen por qué armar a la carrera falsos escenarios, ni  por qué limpiar a la carrera, buscar meriendas que no existen en lo cotidiano, o acomodar inventarios en tiempos récord, para recibir a la visita, al control y ayuda o a la inspección.

Porque lo esperado, lo lógico, es que, en primer lugar, el barrio se exija en su día a día y, sobre todo, actúe para que cada espacio que lo conforma marche bien. 


Foto:@JuvenilMartiano

¿Quién mejor que los padres para interesarse y accionar porque sus hijos estudien en una escuela limpia y organizada?, ¿quién mejor que los propios vecinos para exigir que en la farmacia no “se pierdan” los medicamentos recién llegados, o que en la tienda se ponga a la venta la misma cantidad de productos que entró al almacén y no otra mucho menor?

¿Quién mejor que los habitantes de una comunidad para denunciar que alguien anda practicando aquello de haz lo que yo digo y no lo que yo hago, porque, por ejemplo, demanda austeridad y ahorro mientras en su casa se vive como en la realeza?

Se escribe fácil, pero no es tan fácil llevar a la práctica tales cuestiones. Hay que olvidar esquemas, prejuicios, inercias… y darle también cabida en este resurgir a la ciencia. En este caso, a las ciencias sociales, para que ayuden al barrio a conocerse mejor a sí mismo y también a “curarse” porque cuando las lastimaduras, mellas y vacíos calan demasiado hondo resquebrajan valores y confianzas.

Esto de mejorar la calidad de vida en los barrios, sobre todo los más olvidados, es una especie de “viaje a la semilla”, porque, como es sabido, en ellos anida y crece lo primigenio, lo que hace crecer o destruye.

No por gusto el Presidente Miguel Díaz-Canel va a la cabeza de estas renovaciones, impulsando, sensibilizando, transformando.


Foto: Estudios Revolución

Lo decía hace muy poco, cuando intercambiaba con los presidentes de las Asambleas Municipales del Poder Popular : "Hacer política —explicó— es determinar las contradicciones; cuáles son los problemas contradictorios que tenemos en la sociedad, pero para determinar las contradicciones hay que estar observando la sociedad, hay que estar participando con la sociedad, hay que estar metido en los lugares donde se generan esas contradicciones; de lo contrario no las vemos.

Cuando determinamos las contradicciones, hay que estudiarlas y hay que profundizar en sus causas y luego proponer soluciones. Pero, "¿quiénes son los proponen las soluciones?, ¿los que estamos arriba ocupando responsabilidades en determinada instancia? No. Eso no es Poder Popular. Determinar las contradicciones, estudiarlas y profundizar en sus causas, tiene que ser un ejercicio participativo, con la población. Y de ese ejercicio participativo, van a salir las soluciones".

 

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