El amor por Cuba nos salva
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La intensidad del trabajo y el amor por Cuba nos salva. En pocas horas las emociones han sido intensas, para abrir un cercano horizonte de vida y siempre de esperanza, frente a la adversidad que durante largos meses ha impuesto la COVID-19.
Cuando hace trece meses atrás nuestros científicos eran convocados para buscar una vacuna anticovid, a muchos nos pareció una quimera. Era como salir en medio de la noche oscura, en busca de pequeños rayos de sol, como guías para comenzar a desandar un camino que nos condujera victoriosos hacia la meta.
Y llegó ese día. Emociones encontradas, aplausos y principalmente resultados, llenan de júbilo isla adentro, porque a pesar de duras acciones del imperio que se recrudecen en tiempos de pandemia y desde antes también, nadie ha podido contra el amor de millones, la fidelidad de nuestros hombres y mujeres de ciencia, y mucho menos contra la extirpe heredada de nuestros antecesores.
Cuba está en boca de todos. Porque en un pequeño archipiélago de solo once millones de habitantes, dos grandes noticias han cohabitado en menos de 48 horas. La proeza hizo luz al conocerse los resultados de eficacia de dos candidatos vacunales cubanos, uno- Abdala- que tuvo en cuenta todo el esquema de vacunación previsto en tres dosis, y el otro Soberana 02 que, aún sin completar su esquema completo y con solo dos dosis, sobrepasa con creces las exigencias en el orden técnico que establece la Organización Mundial de la Salud (OMS) para ser considerada una vacuna.
Son dos hitos científicos que engrandecen la proeza de un país que con apenas recursos financieros pero sí con mucho de corazón, compromiso e inteligencia hicieron posible lo imposible, justamente horas antes de que nuestro país presente en Naciones Unidas su proyecto de resolución contra el genocida bloqueo de Estados Unidos que además de criminal e injusto, ha retado lo mejor de nosotros mismos desde la épica frase de un héroe imperecedero de la Patria cuando dijo "Aquí no se rinde nadie…".
La Patria contempla orgullosa a sus científicos, fruto también de una obra grande, la de la Revolución, que desde hace más de seis décadas abrió las universidades para todos. Ahí se formaron y crecieron, aprendieron y como torrente indetenible de sabiduría acompañado de compromiso, ganaron esta nueva batalla, entre tantas batallas ganadas.
En días como estos, donde en el país se realiza una intervención sanitaria con nuestros candidatos vacunales para frenar el impacto de la pandemia, en los que el gobierno batalla codo a codo junto a los expertos, académicos y científicos en varios frentes, donde apenas ha existido descanso porque cada minuto cuenta, donde nuestros médicos se arriesgan día a día en la llamada zona roja, donde cada familia cubana ha tenido que empinarse para crecer ante la adversidad y también la incertidumbre, los dos hitos que nos regalan nuestra comunidad científica significan un regalo mayor, intangible, pero inmensamente valioso porque está destinado a salvar lo mejor de cada uno de nosotros: la vida.
Por eso, cuando los líderes de ambos grupos – Soberana 02 y Abdala- hablaron desde la emoción que provocó la hazaña, no podía faltar nunca el nombre de Fidel, la persona que en fecha muy cercana a raíz del triunfo revolucionario miró con su luz larga de siempre para prever la necesidad de convertir a este país en una nación necesariamente de hombres y mujeres de ciencia. Fidel vio el camino a transitar desde el principio. Y los resultados de hoy, con la creación de los Polos científicos, llevan su nombre.
Sin haberle ganado aún la batalla a la COVID-19, entreguemos entonces a nuestros grandiosos científicos como mejor regalo y retribución de agradecimiento, el comportamiento responsable ante la pandemia, para acompañar ese esfuerzo loable, de interminables y largas horas de desvelo para llegar a este resultado y sacrificio familiar.
El amor por Cuba nos salva. Y ese amor por Cuba que es infinito, también salva a la Patria ante cualquier adversidad.
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