EDITORIAL: Un día y todos los días para la paz

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EDITORIAL: Un día y todos los días para la paz
Fecha de publicación: 
21 Septiembre 2022
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En momentos en que se intensifican conflictos en varias regiones, la paz sigue siendo aspiración suprema de millones de personas en el mundo.

Para algunos parece una utopía, asumiendo que las confrontaciones por disímiles causas han marcado la historia universal.

Las pérdidas de vidas cada año (muchas de ellas de civiles) son un recordatorio permanente de los horrores de la guerra.

Pero se trata en definitiva de una lucrativa industria, que mueve miles de millones de dólares.

Si una parte mínima de los presupuestos militares de las grandes potencias se utilizaran para mitigar algunas de las principales crisis humanitarias en el mundo, se notaría enseguida el beneficio.

Lo significativo es que buena parte de esas crisis son provocadas precisamente por las guerras.

El trasfondo puede ser político, religioso o económico... pero las consecuencias impactan todos los ámbitos de la vida de sociedades completas.

La paz ha devenido consigna o pretensión de corrección política de muchos de los que promueven la guerra, en atención a intereses más o menos explícitos.

Son los que asumen el planeta como un gran tablero. Las víctimas son fichas. Muchas veces "daños colaterales". Cifras.

No se debería "normalizar" la guerra, entenderla como efecto de la naturaleza humana.

La búsqueda permanente de la paz tiene que ser prioridad de todos los gobiernos en el mundo. Es la apuesta permanente de Cuba.

Pero resulta hipócrita blasonar una supuesta defensa de la paz cuando se estimulan conflictos internos, se demonizan modelos alternativos o se exaltan nacionalismos extremos.

Cada 21 de setiembre la Organización de las Naciones Unidas celebra el Día Internacional de la Paz.

La Asamblea General ha declarado esta fecha como el día dedicado al fortalecimiento de ese ideal, a través de la observación de 24 horas de no violencia y alto el fuego.

Es una petición simbólica, que no es atendida por todos.

Pero está claro que alcanzar la paz verdadera conlleva mucho más que deponer las armas un día, y eso lo reconoce la ONU.

Según sus postulados, se requiere la construcción de sociedades en las que todos sus miembros sientan que puedan desarrollarse. Y eso implica la creación de un mundo en el que todas las personas sean tratadas con igualdad.

Mientras persistan grandes desigualdades, no habrá paz verdadera. Sin justicia no habrá paz.

Parece una ecuación simple, pero en realidad es un desafío muy complejo. Es, de hecho, el gran desafío de la Humanidad. 

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