EDITORIAL: Cumplir con las medidas
Algunos todavía creen que la vacuna es la solución mágica; creen que su paulatina aplicación resolverá los principales problemas de la actual pandemia. No. La vacunación es una de las acciones para enfrentar el impacto creciente del nuevo coronavirus. Una entre tantas. El distanciamiento, el uso del nasobuco, la desinfección permanente de las manos… siguen siendo medidas efectivas. Y hay que combinarlas. Porque la vacuna, en todo caso, contribuye a reducir los efectos de la enfermedad, pero no garantiza la eliminación del virus, no evita su circulación.
Tendría que haber clara conciencia en la ciudadanía de esa circunstancia, pues el exceso de confianza puede resultar perjudicial. Lo es, de hecho. Hemos sido testigos del relajamiento de muchas de las medidas de protección en hogares, centros de trabajo y espacios públicos. Son situaciones asociadas a una baja percepción del riesgo, y a la relativa “normalización” de la contingencia.
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Hay que aprender a vivir con el virus, cierto. Pero eso implica, necesariamente, modificar prácticas cotidianas. Y no se puede perder de vista que esta es una enfermedad peligrosa, que deja secuelas, que puede ser mortal.
Las medidas que se aplican no son “amables”, pueden plantear no pocas complicaciones a los ciudadanos y a las instituciones. Afectan, obviamente, muchos aspectos de la vida nacional. Inciden en la economía. Molestan, después de tantos meses de restricciones más o menos enfáticas. Pero son necesarias. Son imprescindibles en un panorama particularmente complejo.
Urge aplicarlas con rigor. Urge velar por su cumplimiento. Pero, primero que todo, hay que asumirlas con responsabilidad individual y familiar. No bastan las multas ni las medidas disciplinarias, hace falta conciencia. Eso depende de cada uno de los cubanos.
Y las instituciones, las empresas, las organizaciones políticas y sociales tienen que desempeñar su rol. Existen protocolos específicos para cada actividad. No puede haber justificaciones para su incumplimiento.
Unos pocos no deberían minar el esfuerzo de un país por controlar una pandemia desafiante. Las medidas no son eternas, pero el cese de su aplicación dependerá de la labor colectiva. Mientras, se sigue trabajando en la articulación de las futuras campañas masivas de vacunación, que expresan la voluntad de proteger la salud de todos, como ha sido práctica y principio de la Revolución.
El Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, reafirmó recientemente su convicción de que el sistema de atención primaria de salud es fundamental, pero que no basta para enfrentar todos los desafíos que plantea la contingencia sanitaria. Hay que hablar con la gente, pues en la gente están en buena medida las respuestas.
Y habló del nuevo código de vida que ha impuesto la enfermedad. El barrio, los hogares son escenarios donde se libra la actual batalla.
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