Desde la piedra, tanta historia: y hay que cuidarla

Desde la piedra, tanta historia: y hay que cuidarla
Fecha de publicación: 
7 Diciembre 2021
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El texto de Joel Mayor Lorán relacionado con el Complejo Monumentario Antonio Maceo, impactó al jurado de prensa escrita del reciente Concurso Nacional de Periodismo Histórico. El periodista de El Artemiseño lo concibió, a partir de integrar una caminata conmemorativa de varios kilómetros hacia ese lugar sagrado. Aunque joven aún, nació en 1972, revela que repetir esa acción -lo había hecho en 1996-, lo rejuveneció. Su escrito logró lo mismo con quienes le otorgamos mención en un certamen de alta calidad. Tan bella historia bien contada, desde diversos ángulos, sin ocultar verdades, guía a lo mejor de los años mozos.

Lo tituló La Novela de Piedras, a partir de palabras del escultor José Delarra, autor del proyecto artístico que el arquitecto Fernando Salinas convirtió en esta obra, inaugurada el 7 de diciembre de 1986, Monumento Nacional desde 1991. Señala Joel: “Alguien tan perspicaz como Delarra decía que la escultura es como una novela. El heroísmo del pueblo cubano lo inspiró a contarla y hacer que 15 estrellas y pirámides monumentales de hormigón les hablen al visitante, que le involucren en un pasaje amargo de la historia, y al mismo tiempo sienta la libertad al filo de un machete”.

No es el único canto de Delarra a la heroicidad. ¿Cómo olvidar su creación que acoge los restos del Che y la mayoría de los compañeros que lo acompañaron en la gesta internacionalista en Bolivia? Joya que glorifica a Santa Clara también. Allá con su conciencia algunos neutralitos que censuraban al artista llamándolo tequero. Prefería esculpir la gloria real y no dedicarse a un par de pajaritos, aunque cada uno escoge lo que desea y está en su derecho de hacerlo. No le daba la espalda a lo más trascendente de la vida o se quedaba viendo solamente los lunares o hasta inventándolos. De que los hay, los hay... Su labor, cubana y universal, perdurará siempre en el corazón de su patria.      

Mayor Lorán aloja muy bien el relato - novelesco y testimonial - del museólogo Carlos Manuel García, intelectual que saber narrar la historia sin caer en pedantería ni escondrijos. Los lectores ven al General Antonio en su último combate. Lacerado, sin una tropa avezada al lado de él. Ni la Invasión de Gómez y el Titán se libró del marquesado de un gobierno tan alejado de los tiros indispensables conceptual y físicamente, al no dar a dicha campaña todo el apoyo necesario.

En la conflagración de los Diez Años, gente así le dio el golpe de estado a Céspedes y pesó, con un civilismo extremo, en el envío de las huestes mambisas a la Paz del Zanjón. Si entonces el gran combatiente contestó con la Protesta de Baraguá, en la Necesaria volvió a mantener la lucha a pesar de las nuevas injusticias morales y materiales. No escapó su hermano José de esa sucia ofensiva. Temían que a las hormigas les crecieran alas... El Lugarteniente General le respondió por escrito que a él no le regalaron los grados como a otros. Y pelea, ¡pelea! pese a los reales insectos.

Carlos y Joel abrazan la verdad útil: "...el 7 de diciembre la exploración se descuida y no deja ningún puesto de mando, vigilancia y observación en zonas aledañas al campamento mambí. Fue un error táctico fatal que costó diez vidas...". La información recibida es superficial, equivocada digamos: "... todo está bien, salvo presencia de pequeñas patrullas españolas...". De pronto tiroteo en el campamento. Penetran fuerzas enemigas. Maceo salta de su hamaca. Sobre el caballo. Como siempre, hacia la primera fila del fuego. Con sus seguidores. Derriban un muro. Eliminan una cerca de púas. Quieren hacer lo mismo con la siguiente que los sorprende. Blanco fácil, Antonio Maceo recibe un tiro de muerte: le corta la arteria carótida. Mientras cae de la cabalgadura, otro balazo le da en el abdomen.

Vendrá cierto tembleque: algunos corren hacia donde no deben correr. El cuerpo abandonado. Panchito Gómez Toro, herido en un combate anterior, trata de rescatar el cadáver de su padrino. Lo está arrastrando cuando lo hieren. Intenta suicidarse. No lo consigue. Un enemigo lo mata a machetazos. Vendrá la recuperación de esos cuerpos venerables debido al bragado Juan Delgado que congrega a 18 valientes.

Nacerá el Pacto del Silencio. Enterrados en lugar secreto. Ni las amenazas ni el dineral ofrecido convierten en indignos al guajiro Pedro Pérez y sus hijos. Por eso el monumento pudo levantarse. Con prestancia cuando el pueblo fue poder. Carlos y Joel tampoco ocultan otros errores. El periodista expresa sobre el mencionado historiador: “Solo lo entristece haber escuchado hablar durante años de presupuesto para la restauración, mientras el comején se abre paso en la madera, el techo se filtra y las raíces socavan la instalación sanitaria, a la par que se deterioran los muros de piedra y las estrellas”.

Si no escondemos los descuidos sufridos en aquella lid, no debemos hacerlo tampoco en la construcción cotidiana de nuestra sociedad. Reconocer para salvaguardar. El trabajo galardonado cumple con lo planteado por Julio Antonio Mella en sus clases de periodismo a los colaboradores del periódico comunista mexicano El Machete: "Nosotros no somos burgueses hipócritas para ocultar nuestros fracasos e ineptitudes".

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