#CubaSíDeViaje: La bendición de Cajobabo

#CubaSíDeViaje: La bendición de Cajobabo
Fecha de publicación: 
30 Noviembre 2022
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En la cocina de Salustiano nos invitaron a un té de tebenque. Si Martí probó, recién llegado a Playitas, esa  infusión que preparan los imienses con una suerte de bejuco que se da como el sol en Cajobabo, habrá sido en la otra casa de Salustiano, en la que era un niño de 11 años cuando sus padres hospedaron al hombre de la Edad de Oro.

El Museo 11 de abril, ubicado en la casa que Fidel mandó a construir para Salustiano, quien ya para 1976 no era un niño, sino un anciano nonagenario, que había perdido la visión, así que el plan de sorprenderlo que llevaba el Comandante funcionó a la perfección. 

Cuentan que llegó de incógnito, como si fuera algún periodista que quería entrevistarlo, incluso en el momento de aquella famosa afirmación que parece un juego de palabras:  yo soy hermano de Fidel, porque él es hermano del General Martí y yo soy hermano del General Martí.

A la entrada de la vivienda nos recibe una réplica de la embarcación en la que tocaron tierra cubana Martí y Gómez por Playitas de Cajobabo, realizada para conmemorar el centenario de esa efeméride y, al interior, varias habitaciones amuebladas y ambientadas tal cual estaban en vida de  Salustiano.

Luego vienen las salas dedicadas a la historia de Imías, desde hallazgos arqueológicos, hasta un farol utilizado por las muchachas y muchachos que alfabetizaron en la zona.

Para llegar hasta allí cruzamos la línea del tren que pasa por la comunidad Los Cocos, cercana a la salida de la ciudad de Guantánamo, un punto donde confluyen los cauces de los ríos Guaso y Bano.

Nos incorporamos desde allí a la carretera que pasa San Antonio del Sur y nos detuvimos en Imías. El viaje debería durar unas dos horas, pero se alarga porque uno quiere parar y bajarse del ómnibus a respirar los paisajes: montañas y mar, cuál de ellos más encantador.

La provincia de Guantánamo tiene los tres tipos de palma real que existen en el país y cuenta con otras veinte y tantas especies de esta planta. Buena parte de la sal de Cuba se produce en Guantánamo, en las salinas de Caimanera y Joa. En la zona sur llueve poco, así que los cactus tienen privilegios para sobrevivir y el guayacán, una especie de lento crecimiento que se adapta muy bien al clima, es firme y resiliente como los imienses. 

Atravesamos el pueblo, nos detuvimos unos minutos en la playa de Imías, y continuamos camino a Cajobabo. Del Museo, anduvimos otro tramo por carretera y a caminar sobre la arena y las piedras pelonas de Cajobabo: negras, verdosas, terracota, casi rosadas y blancas, unas opacas y otras brillosas, de cuarzo.

El sendero está marcado con escaleras y pasamanos rústicos hasta el sitio exacto donde los historiadores han marcado el desembarco de Martí y Gómez para incorporarse a la Guerra Necesaria.

Los lugares, como las personas, tienen energías. Playitas de Cajobabo las tiene. Tomamos algunas piedritas de allí, hubo quien hasta las enjuagó en el agua del mar. Les aseguro que nos sirvieron de amuleto en el largo viaje de regreso a La Habana.

 

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