Cuba aplaude a sus enfermeras y enfermeros (+ INFOGRAFÍA)
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Miladys nunca ha querido dar una entrevista. Pero con su uniforme blanquísimo de enfermera, su cofia y esa sonrisa que le espanta angustias a cualquier paciente, ha estado en las verdes y las maduras.
Como para ella es «lo más normal», no hay manera que acceda a contar sus vivencias. Probablemente, así suceda con una buena parte de las enfermeras y enfermeros cubanos, para quienes la heroicidad cotidiana es la normalidad y, por eso, quizás queden muchos volúmenes por escribir.
Foto: tomada de cuba.cu
Pero los ciudadanos de esta Isla no olvidamos, y en el libro de nuestra memoria permanecerá para siempre, también para las futuras generaciones, cuánto ha hecho ese personal —que suma más de 85 mil—, cuya entrega y quehacer imprescindible ha permitido, junto a todos los trabajadores de ese sector, salvar tantas vidas y proteger la salud de otras tantas.
Desde el surgimiento en 1899 de las primeras escuelas de enfermería profesional en la Isla, ese quehacer se fue volviendo cada vez más necesario, y luego del triunfo de enero de 1959, no ha existido una campaña de vacunación sin el protagonismo de enfermeras y enfermeros; también con su contribución fue posible el programa del Médico y enfermera de la familia…
Foto: tomada de salud.msp.gob.cu
Son solo dos ejemplos, pero probablemente todos y cada uno de los cubanos tenemos algo que agradecer a una enfermera o enfermero.
Y si el recuento se retrotrae a los últimos dos años, entonces a la gratitud hay que agregar muchísimos aplausos porque este país no hubiera podido enfrentar la pandemia y exhibir hoy sus actuales y loables resultados, de no haber sido por el personal de enfermería, que no dudó en retar peligros y mantenerse distanciado de sus seres queridos para querer a muchos otros cubanos desde una entrega profesional que olvidó miedos y cansancios.
Al centro, la enfermera sobre la que se habla al inicio de este texto, Miladys Escalona, Máster en Ciencias de la Enfermería, en la terapia intensiva del Hospital Clínico Quirúrgico Docente Dr. Salvador Allende, durante los meses más duros de la pandemia en Cuba. Foto: tomada de su Facebook
Disciplina, organización y capacidad movilizativa distinguieron en esos tiempos duros de la COVID a la enfermería cubana, cuyo altruismo rebasó las fronteras no solo de sus provincias de residencia, sino también de este país, para brindar su saber en otras latitudes como parte de la ayuda solidaria que Cuba ofreció y ofrece a muchos pueblos del mundo.
En el año 2020, por vez primera en la historia de la colaboración médica y la enfermería cubanas, se contó con más de mil profesionales de esa especialidad en las Brigadas Henry Reeve.
Foto: tomada de salud.msp.gob.cu
Por todo ello y más, bien merecido tienen el reconocimiento que, en vísperas de este Día Internacional de la Enfermería —cuando se celebra el aniversario del nacimiento de una de las fundadoras de la enfermería moderna, Florence Nightingale—, hiciera la Organización Panamericana de la Salud (OPS), al recordar que «en la región de las Américas, las enfermeras y parteras juegan un papel esencial en el logro de los resultados de salud debido a su experiencia, tamaño de la fuerza laboral y su alcance en áreas remotas, poblaciones en situación de vulnerabilidad y grupos minoritarios».
En esta región se cuenta con unos nueve millones de profesionales de la enfermería, que representan más del 56% del total de los recursos humanos para la salud, y también con motivo de esta efeméride, la OPS llamó a fortalecer de conjunto esa fuerza sanitaria.
Entre otras razones, porque esta área geográfica continúa siendo una de las más desiguales en el mundo, con millones de personas sin acceso a servicios de salud integrales, incluyendo cuidados preventivos y paliativos en los que la enfermería es decisiva.
Felizmente, Miladys, la que no quiere ser entrevistada, y el resto de las enfermeras y enfermeros cubanos, aquí en Cuba no viven esas realidades, pero igual el dolor humano les moviliza hasta la última fibra.
Foto: Thalía Fuentes / Cubadebate
Tanto es así, que en estos días aciagos marcados por el siniestro del hotel Saratoga, son incontables los integrantes de ese personal que han sumado su empeño a la atención de los lesionados. El doctor Ifrán Martínez Cárdenas, vicedirector quirúrgico del Hospital General Docente Calixto García, recordaba cómo al conocerse del accidente, médicos y también enfermeras que ya se marchaban por haber terminado su guardia, regresaron de inmediato, «...todos se volcaron para atender a los pacientes».
«Guapeen ahí, salven a nuestra gente», dijo a médicos y enfermeras de ese hospital el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, cuando allí se personó el mismo día del suceso.
Equipo de enfermeros intensivistas de la unidad de Cuidados intensivos del hospital pediátrico Juan Manuel Márquez, en su mayoría no rebasan los 25 años y ahí han estado, guapeando por los niños accidentados. Foto: Lisandra Fariñas / Cubadebate
Junto a los médicos, el personal de enfermería también ha guapeado y sigue hoy guapeando.
Por eso, Cuba hoy aplaude a sus enfermeras y enfermeros, aunque a todos ellos les parezca «lo más normal» permanecer junto a los pacientes olvidando el descanso y los compromisos familiares porque su único compromiso, ahora y siempre, ha sido salvar a nuestra gente.
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