Construyen un chip de computadora a base de hongos
especiales

Hongos shiitakes, muy comunes en China y Japón
Científicos de la Universidad Estatal de Ohio desarrollaron la primera memoria "viviente" para computadoras utilizando el micelio —la red subterránea de filamentos— de los hongos shiitakes, una variedad muy común en China y Japón.
El avance, publicado en la revista PLOS One, podría representar el primer paso hacia una alternativa ecológica y de bajo costo a los chips tradicionales.
El equipo, liderado por el psiquiatra John LaRocco, empleó hongos shiitake (Lentinula edodes), conocidos por su resistencia y capacidad para soportar condiciones adversas.
Con ellos lograron construir memristores funcionales, es decir dispositivos capaces de "recordar" estados eléctricos pasados, lo que los convierte en un componente clave para sistemas informáticos que imitan el funcionamiento del cerebro.
El micelio, explican los investigadores, fue elegido porque transporta información mediante señales eléctricas y químicas, de forma similar a las neuronas.
"Poder desarrollar microchips que reproduzcan la actividad neuronal real significa no depender de grandes cantidades de energía cuando el sistema está en reposo", señaló LaRocco.
Este hallazgo, agregó, "puede ofrecer un enorme potencial tanto computacional como económico".
Durante el experimento, los científicos cultivaron los hongos en nueve contenedores de laboratorio.
Una vez que el micelio cubrió completamente cada recipiente, lo deshidrataron para conservar su vitalidad a largo plazo.
Luego conectaron cables y sondas en diferentes puntos del micelio, ya que cada zona presentaba propiedades eléctricas distintas.
"Dependiendo del voltaje y la conectividad, observamos comportamientos eléctricos variables", explicó el investigador.
El estudio mostró que, al usarse como memoria RAM, el memristor basado en micelio puede cambiar de un estado eléctrico a otro hasta 5,850 veces por segundo, con una precisión aproximada del 90%.
Según LaRocco, estos dispositivos derivados de hongos podrían convertirse en una alternativa sostenible y mucho más económica frente a los memristores y semiconductores convencionales, cuya fabricación depende de tierras raras y del consumo intensivo de energía.












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