ARTE: Lluvia de verano (+poesía)
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Imagen tomada de https://unsplash.com/
En los meses de verano es común que llueva. El cambio climático hace estragos y a veces es también porque nos llegan los polvos del Sahara y entre ambos acontecimientos sentimos que nada es como antes, en frecuencia e intensidad, al menos, pero aún suele suceder que con el calentamiento del día en las tardes se nuble el cielo y llueva.
Es una maravilla para estos calores porque refresca bastante el ambiente si la lluvia es más de cuatro gotas. Y es un espectáculo sonoro la banda del tamborileo contra toda superficie, y también es una ventana nostálgica pasar del sol que raja las piedras a nubes grises y agua fría, según como se mire.
Quizás en todo ello pensaron tantos poetas que nos dejaron obras, y hoy compartimos algunas de ellas para evaluar sus impresiones.
El estadounidense Henry David Thoreau (1817-1862) dedicó parte de su escritura y pensamiento al tema ambiental, por tanto no podía faltar su aporte para este texto. Este pensador estuvo a favor de la corriente trascendentalista, y abogaba por un mundo amigable con la naturaleza.
La lluvia de verano (fragmento final)
Y ahora las nubes lo han precintado todo con su afecto,
y suavemente el viento se hincha para decir que va todo bien,
aprisa cae disperso el chirimiri,
algunas en el estanque, algunas en la campanilla.
Estoy empapado en mi lecho de avena;
pero mira ese globo rodando por su tallo,
ahora flota como un planeta solitario,
y ahora se hunde en el dobladillo de mi traje.
De los árboles en el campo cae gota a gota
esa rara riqueza que destila cada rama;
el viento solo hace todos los ruidos,
sacude los cristales si de hojas es su cama.
Vergüenza le da al sol mostrar su cara,
cómo iba a fundirme con sus rayos;
convertidos en un duende, me gotean los rizos,
ufano va en un manto que de gotas goteara.
Amy Lowell (Estados Unidos, 1874-1925) fue una poeta que destacó por su influencia en el movimiento Imaginismo y en la modernización de la poesía. Es conocida por el empleo del verso libre. De manera póstuma, en 1926 le concedieron el Premio Pulitzer por su colección What's O'Clock. Para este tema su propuesta es la siguiente, de acuerdo a una traducción encontrada en el sitio Poets, que esperamos sea lo más fiel y artística posible:
Toda la noche, nuestra habitación estuvo cubierta de lluvia.
Las gotas caían y se aplastaban contra el techo de hojalata,
y resonaban como pequeños discos de metal.
¡Ping! —¡Ping! —y no había un ápice de silencio entre ellas.
La lluvia repiqueteaba y entrechocaba,
y los listones de las persianas danzaban y relucían.
Pero para mí, la oscuridad era rojo-dorada y color azafrán
con tu resplandor,
y las palabras que me susurras
se alzaban y ardían: antorchas anaranjadas contra la lluvia.
¡Antorchas contra la pared de lluvia fresca y plateada!
Asimismo, el portugués Fernando Pessoa (1888-1935) escribió:
Llueve en silencio, que esta lluvia es muda
y no hace ruido sino con sosiego.
El cielo duerme. Cuando el alma es viuda
de algo que ignora, el sentimiento es ciego.
Llueve. De mí (de este que soy) reniego...
Tan dulce es esta lluvia de escuchar
(no parece de nubes) que parece
que no es lluvia, mas sólo un susurrar
que a sí mismo se olvida cuando crece.
Llueve. Nada apetece...
No pasa el viento, cielo no hay que sienta.
Llueve lejana e indistintamente,
como una cosa cierta que nos mienta,
como un deseo grande que nos miente.
Llueve. Nada en mí siente...
La lluvia lenta es un poema de la poetisa chilena Gabriela Mistral (1889-1957) y este es el trozo que elegimos para esta vez:
Esta agua medrosa y triste,
como un niño que padece,
antes de tocar la tierra
desfallece.
Quieto el árbol, quieto el viento,
¡y en el silencio estupendo,
este fino llanto amargo
cayendo!
El cielo es como un inmenso
corazón que se abre, amargo.
No llueve: es un sangrar lento
y largo.
Del poeta y dramaturgo español Federico García Lorca (1898-1936) traemos este fragmento que encontramos en su vasto e importante portafolio artístico:
Lluvia
La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje. Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante. Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.
Mientras, el argentino Jorge Luis Borges (1899-1986) también escribió lo siguiente:
La lluvia
Bruscamente la tarde se ha aclarado
Porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
Que sin duda sucede en el pasado.
Quien la oye caer ha recobrado
El tiempo en que la suerte venturosa
Le reveló una flor llamada rosa
Y el curioso color del colorado.
Esta lluvia que ciega los cristales
Alegrará en perdidos arrabales
Las negras uvas de una parra en cierto
Patio que ya no existe. La mojada
Tarde me trae la voz, la voz deseada,
De mi padre que vuelve y que no ha muerto.
Del conocido chileno Pablo Neruda (1904-1973) tenemos un fragmento de su poema Llueve:
Llueve
sobre la arena, sobre el techo
el tema
de la lluvia:
las largas eles de la lluvia lenta
caen sobre las páginas
de mi amor sempiterno,
la sal de cada día:
regresa lluvia a tu nido anterior,
vuelve con tus agujas al pasado:
hoy quiero el espacio blanco,
el tiempo de papel para una rama
de rosal verde y de rosas doradas:
algo de la infinita primavera…
De igual forma, el mexicano Octavio Paz (1914-1998) nos dejó Como quien oye llover, y esta es la parte que proponemos:
Óyeme como quien oye llover,
ni atenta ni distraída,
pasos leves, llovizna,
agua que es aire, aire que es tiempo,
el día no acaba de irse,
la noche no llega todavía,
figuraciones de la niebla
al doblar la esquina,
figuraciones del tiempo
en el recodo de esta pausa…
En cambio, en la página Poemas del alma se halla disponible poema homónimo de un autor sin nombre público, pero que consideramos digno de esta publicación:
En trémula tarde de verano, cae la lluvia renovada en el tejado
El suave y fresco beso de la lluvia, que acaricia el cristal de la ventana
¡Bienvenida!, lluvia, agua nueva y veraniega que reverdece la pradera
En el silencio de su calor, que al universo de amor pasional, llenas
Bendecida, hermana lluvia, pregona, la sediente tierra, agradecida
Lluvia que apagas las llamas pasionales de amor y fuego del verano
Llueven flores aromáticas, brillando en el cielo azul; cual estrellas
Lluvia, cantando, en la ventana, su melodía de amor en el verano
Lluvia, de mi ventana oscura, limpia, las lágrimas de mi amargura.












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