ARCHIVOS PARLANCHINES: Mambises en ropa de baño

ARCHIVOS PARLANCHINES: Mambises en ropa de baño
Fecha de publicación: 
2 Junio 2022
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El Fortín Varadero es usado actualmente como vivienda.

Cuando muchos criollos hablan de Varadero, lo hacen pensando en su aire puro y yodado, aguas azules como el cielo, bancos de arenas blancas, juegos de delfines, y damas hermosas y soleadas que pueden elevarle la temperatura a cualquier mortal. 

Sin embargo, pocos conocen que en las postrimerías del siglo XIX la costa de este balneario es utilizada como punto de desembarco por los miembros del Ejército Libertador cubano, quienes propinan muy duros reveses a los colonialistas españoles durante las tres guerras de independencia que se libran en la Isla. 

Según los historiadores locales, el 3 de abril de 1884 el brigadier camagüeyano Carlos Agüero, combatiente en la Guerra de los Diez Años, atraca con la goleta Shavers, de Cayo Hueso, y la paz que se había logrado en Cuba a partir de 1878 queda en el olvido. 

Agüero y sus 15 hombres, provistos de banderas tricolores y proclamas impresas, capturan al alcalde de Mar, Epifanio Beltrán, para emplearlo como práctico, y antes de que los soldados de España puedan dar con ellos, secuestran a José Belauzarán, alcalde de la ciudad de Cárdenas, por quien piden un rescate, entregado, más tarde, a una Junta Revolucionaria en los Estados Unidos. 

Este patriota, un bandolero para la prensa procolonial, cae en combate en 1885, cerca de la comarca matancera de Colón, y de él solo se salva su imagen de hombre intrépido y soñador que merece una mejor suerte.

Luego de consumarse el nuevo brote insurreccional de 1895, los españoles construyen el Fortín Varadero, de cemento y piedra, situado en la calle Segunda, a pocos metros de la primitiva Planta Eléctrica, el cual debe mantener en un puño a la playa.

No obstante, la expedición del Three Friends, procedente de Jacksonville, en Florida, que llega a la Playa Azul en la noche del 17 de marzo de 1896, dirigida por el comandante Enrique Collazo, aclara muy pronto el panorama a favor de la insurgencia. 

El protagonismo de esta empresa se resuelve en cuestión de horas: cuando los tres botes están ya en el agua con más de 50 jóvenes y veteranos a bordo y un abundante material de guerra, el Three Friends tiene que huir mar afuera al ser visto por un barco enemigo.

De todas formas, los revolucionarios tocan tierra y entierran en los arenales las municiones y las armas, aunque no pueden impedir que los españoles del fuerte se apoderen del botín en cuanto despunta el día.

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Collazo logra desembarcar con éxito en la Playa Azul.

Finalmente, las fuerzas de apoyo al desembarco devuelven el golpe y recuperan con audacia el cargamento, a pesar de que los ibéricos aseguran con tremenda cara dura haber derrotado a los rebeldes.

Collazo y sus compañeros, recibidos, muy pronto, por las fuerzas del general José Lacret, son ayudados en Varadero por vecinos como Caridad García, criolla de mucho temperamento y mejor cocina, quien guarda durante años la bandera del contingente insurrecto del Three Friends. 

Por fortuna, esta expedición le suministra varias decenas de Remington 44, revólveres y muchísimos tiros a los generales José María Aguirre y Antonio Maceo, el Titán de Bronce.

Durante la guerra hispano-cubano-norteamericana de 1898, que propicia la intervención de los Estados Unidos en Cuba, en menoscabo de la inmediata independencia de la Isla, la escuadra estadounidense bombardea las salinas de Punta de Hicacos y el Fortín Varadero para facilitar la entrada en Varadero de la Brigada Cárdenas del general mambí Carlos María de Rojas y Cruzat, miembro de una de las familias que primero se asienta en la playa y futuro alcalde de Cárdenas, la Ciudad Bandera.

La brigada, que había destruido el caserío de Boca de Camarioca en noviembre de 1896, interpreta por primera vez en el territorio varaderense el Himno Nacional, junto a una marcha compuesta por el pardo José Jiménez, e iza con mucha solemnidad la enseña patria. 

Rojas sitúa su cuartel general en el que fue el Parque de las ocho mil taquillas, entre los meses de agosto y diciembre de 1898, y antes de visitar Cárdenas con su caballería participa en varias charangas criollas, donde se toma ron del bueno y se baila el zapateo. 

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El actual Museo de Varadero.

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