ARCHIVOS PARLANCHINES: Gallo de Morón: el derribo y la consagración

ARCHIVOS PARLANCHINES: Gallo de Morón: el derribo y la consagración
Fecha de publicación: 
2 Octubre 2021
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Narran los cronistas que a fines del siglo XVI la actual localidad de Morón de la Frontera, municipio de la provincia de Sevilla, en la comunidad autónoma de Andalucía, estaba dividida en dos bandos irreconciliables, cada uno con su propio alcalde, por lo que era imposible de gobernar. Cualquier mandato ejecutivo o fallo de un juez era siempre cuestionado por alguno de los grupos de poder.

Unido a esto, los receptores de impuesto y administrativos corruptos despojaban a los moronenses de sus bienes y haciendas y los encarcelaban sin el menor titubeo.

Cuando las pasiones estaban más crispadas, la Chancillería de Granada decidió enviar hacia aquella caldera del Diablo, con plenos poderes, al doctor Juan Esquivel, quien a partir en 1597 ofreció toda una cátedra de brutalidad, grosería y soberbia, al mismo tiempo que empezó a decirle a los empleados del municipio y a los grandes señores que allí “el único gallo era él”.

Y tanto repitió la amenaza, que la población terminó bautizándolo como El Gallo de Morón.

Refieren que Esquivel consiguió lo que no habían logrado las razones ni la convivencia: que ambos bandos se unieran y decidieran que no estaban dispuestos a permitir las provocaciones de un foráneo.

Así, una noche, con engaños, lo sacaron sigilosamente al Camino de Canillas, donde lo desnudaron y, le dieron una monumental paliza con varas de acebuche.

No obstante, es bueno apuntar que existe otra versión de la leyenda en la que el protagonista no es un funcionario, sino un juez con fama de matón enviado también desde Granada, quien al dictar sentencia siempre repetía «donde canta este gallo no canta otro».

Con los años, los pobladores de Morón de la Frontera le erigieron un monumento a este gallo sin plumas, en homenaje a la valentía de los que propinaron tal lección a un peón del poder que representaba a los cobradores de gravámenes y comendadores.

Actualmente, puede verse junto a la Iglesia de San Miguel, en el Paseo del Gallo, pesa 90 kilogramos y fue modelado en bronce, en 1916, por José Márquez Fernández (también puede disfrutarse una réplica en el Paseo de la Alameda elaborada con acero inoxidable).

Este gallo sin plumas de acero inoxidable puede verse en el Paseo de la Alameda de Morón de la Frontera.

Este hecho, épico para algunos, se ha hecho presente en numerosas canciones flamencas y fue perpetuado por los cronistas ambulantes andaluces con una simpática coplilla que dice:

Anda, que te vas quedando
como el Gallo de Morón,
sin plumas y cacareando
en la mejor ocasión.

Con los años, este refrán proverbial empezó a referirse a aquellos que han perdido su dinero (plumas) y se quejan (cacarean).

El Gallo de Morón de la Frontera devino así en un verdadero símbolo de la sabiduría popular.

El gallo cruza el Atlántico

Según la periodista Magaly Zamora Morejón, en el siglo XVIII la tradición popular del gallo se trasladó a la pequeña ciudad cubana de Morón, en la hoy provincia de Ciego de Ávila, por llevar este vecindario el mismo nombre del pueblo donde se desarrollaron los acontecimientos referidos, y existir en este territorio un fuerte núcleo poblacional de origen español, en especial andaluz.

Lo cierto es que desde las primeras generaciones de moronenses el gallo se transformó en un emblema de la población, pero, eso sí, el ritual evolucionó: el gallo criollo fue ideado siempre con plumas, una manera, según varios expertos, de establecer cierta distancia con su abuelo nostálgico de Andalucía.

Por esta razón, Morón comenzó a conocerse, primero, como “la tierra del gallo” y, después, como “la ciudad del gallo”.

A mediados de la década del 50, Benito Llanes Recino, historiador de Morón, y el doctor Augusto Venegas Muiñas, propusieron erigirle un monumento al gallo, una idea algo rocambolesca que, no obstante, recibió el apoyo de varias instituciones sociales y culturales.  

Luego de varios altibajos, las autoridades pusieron el proyecto en manos del arquitecto local Armando Alonso, autor de una obra no carente de ciertos valores estéticos, la cual fue inaugurada el 11 de septiembre de 1955 por el propio Presidente de la República, Fulgencio Batista y Zaldívar, quien aprovechó el fervor de la historia para tratar ganar el voto popular.


El gallo inaugurado por Batista y destruido unos años después.

Destrucción del emplumado

En los meses posteriores al triunfo revolucionario de1959 un oficial del Ejército Rebelde destacado en esta ciudad, para desahogar sus frustraciones personales, tomó como pretexto la participación que había tenido la tiranía en el levantamiento del gallo y en la madrugada del 6 de febrero de 1960, junto a otras personas, arrancó el monumento, y lo colocó en la vía pública frente al Ayuntamiento Municipal.

Al siguiente día, numerosos pobladores rescataron la estatua y la colocaron de nuevo en su pedestal entre gritos, arengas y cantos en favor del ave de cresta enhiesta.

Sin embargo, la suerte estaba echada, algunos habitantes de los pueblos cercanos, junto a moronenses confundidos y resentidos, reiteraron que la imagen tenía un pasado batistiano y, esta vez, la destruyeron para que el gentío no pudiera emprender nuevas acciones de salvamento.

Este tema del sonero Pío Leyva le rinde homenaje al gallo defenestrado:

El gallo de Morón está tristón
porque la gallinita le ha dicho que no.
El gallo de Morón está tristón
porque la paloma duerme en su colchón.
El gallo de Morón está tristón…

De nuevo el kikirikí…

Alrededor de estos acontecimientos se suscitaron intensas polémicas, incluso comenzó a erigirse otra efigie en homenaje al caballero con cresta, pero esta jamás llegó a terminarse.

Sin embargo, cuando todos creían que el gallo se había convertido en un imposible, y el tema era considerado tabú, en los inicios de los años 80, el escritor e historiador moronense Larry Morales publicó un libro en el que se hace una interesante indagación sobre la perpetuidad de este emblema en la memoria de la gente.

Más adelante, la Asamblea Municipal del Poder Popular en Morón aprobó, en marzo de 1981, el establecimiento de una comisión para traer de regreso al Gallo de Morón, un proyecto que, finalmente, se materializó con una hermosa obra creada por Rita Longa con el apoyo del veterano Armando Alonso.

Con una estampa de gallito atrevido y listo para la pelea, la escultura, inaugurada el 2 de mayo de 1982, fue hecha en bronce, mide 3 metros de altura y pesa 3 toneladas.


El gallo de Rita Longa es una de las obras más representativas de nuestro folclore.

Fue restituida sobre una suerte tronco en la entrada de la ciudad, y en un principio se levantó junto a una torre-reloj y varios equipos de amplificación, que reproducen el canto del ave, 3 veces cada 6 horas, para saludar con esbeltez y elegancia a los oriundos y turistas que llegan a una villa donde las leyendas le dan colorido a la vida cotidiana.

Comentarios

Muy buen artculo.como.todo lo.de Carrio
Nilda Gonzalez
Excelente texto , como siempre en este autor, documentado y ameno.

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