ARCHIVOS PARLANCHINES: El romance del palmar, un melodrama musical y taquillero

ARCHIVOS PARLANCHINES: El romance del palmar, un melodrama musical y taquillero
Fecha de publicación: 
12 Noviembre 2022
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El 24 diciembre de 1938, además de ser un día de Nochebuena, siempre será recordado por los cinéfilos más fervorosos por el estreno de una película cubana a la que no podemos quitarle el cartelito de clásica: El romance del palmar.

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Del cine silente al mundo

El debut del cine nacional se produce el 7 de febrero de 1897, cuando el francés Gabriel Veyre, enviado por los hermanos Lumière para dar a conocer el cinematógrafo en Cuba y toda América, rodó Simulacro de incendio, un material de un minuto de duración que recreó unas maniobras de los Bomberos del Comercio de La Habana, realizadas en honor de la actriz española María Tobau, quien actuaba en esos días en el Gran Teatro Tacón.

Un año más tarde, el cubano José Esteben Casasús filmó El brujo desapareciendo, la primera obra cinematográfica enteramente nacional, la cual le hizo propaganda a la cerveza La Tropical.

Estas dos cintas formaron parte de la etapa silente del cine cubano, que se prolongará hasta los años 30 del siglo pasado con 64 películas y el encumbramiento del joven realizador Enrique Díaz Quesada, nacido en La Habana, en 1882, considerado por muchos como el padre de la cinematografía en la Isla.

Y conste que el elogio no es gratuito: el creador, asociado con el binomio de Santos y Artigas, llevó a la pequeña pantalla textos de la literatura universal y, al mismo tiempo, se atrevió a retratar temas relacionados con la realidad social de aquellos tiempos y con nuestras guerras independentistas.

En total, Enrique Díaz Quesada realizó más de 20 películas silentes de ficción, entre las que podemos citar: La brujería en acción, Manuel García o El rey de los campos de Cuba, El capitán mambí y El rescate del brigadier Sanguily.

Su trabajo más sonado y, por cierto, el último, fue Arroyito (1922), que reprodujo las folletinescas hazañas del legendario bandolero, una suerte de Robin Hood caribeño.

De igual forma, fue un documentalista de una obra amplia y diversa, en la que dominaba el afán por captar la riqueza histórica y cultural de la Isla.

Ya en la etapa sonora, se lució de lo lindo el cineasta Ernesto Caparrós, a quien debemos La serpiente roja (1937), basado en un escrito de Félix B. Caignet, el primer largometraje sonoro realizado en nuestro país.

También filmó Yo soy el héroe, Prófugos y Romance musical, una comedia musical con la participación de prominentes actores y actrices de la escena cubana de ese momento.

Otro gran éxito de este realizador fue Fantasmas del Caribe, una sátira de los nazis, la cual mezcló horror, intrigas y misterios en un ambiente gobernado por fantasmas que matan y bailan conga.

Caparrós siempre rodó en colaboración con cineastas mexicanos.

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La Única se convierte en la guajirita Fe

Si la miramos con ojos de actualidad, El romance del palmar no es una gran cosa, pero cuando se estrenó en 1938 se robó los corazones de los cubanos que vieron por primera vez la película en Radio Cine (actual cine Jigüe), en Centro Habana.

El argumento de esta atractiva comedia romántico-musical es sencillo e ingenuo, y tampoco se puede negar que los personajes son algo esquemáticos, hasta cursis: la guajirita Fe, bracera en los campos de tabaco, es seducida por un rufián y se fuga con él para La Habana, donde se da cuenta de que el sujeto es un mujeriego y consigue trabajo como cantante de cabaret.

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Sin embargo, estas armas, propias del melodrama tradicional, con marcados aires caribeños, le bastaron para robarse todos los reflectores durante varios años y permanecer en cartelera de manera casi indefinida, debido a su gran popularidad.

El exitazo de la cinta tuvo mucho que ver con el protagónico de la inolvidable Rita Montaner, La Única, recordada intérprete de El manisero, quien encabezó un elenco de fantasía integrado, entre otras, por figuras como Alicia Rico, diva del Teatro Martí; Alberto Garrido, Federico Piñero y María de los Ángeles Santana, destinada a conquistar los escenarios españoles unos años más tarde.

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Asimismo, el filme exhibe una correcta fotografía para aquel tiempo y el humor criollo, lleno de berrinches y entuertos, se impone a lo largo de todo el metraje.

Así, entre lindas melodías y chistes de los buenos, se recrea un ambiente de cubanía lleno de coloquialismos que el cine cubano pareció olvidar durante décadas hasta la llegada de Enrique Pineda Barnet y La bella del Alhambra en los finales de los 80.

El director de la cinta, de 113 minutos, fue el habanero Ramón Peón, figura destacada tanto de la etapa silente como de la sonora, quien se apoyó en el guionista Ramón Pérez Díaz (la historia es de Agustín Rodríguez).

Este realizador, de amplia trayectoria también en México, hizo en Cuba un total de 18 películas, entre las que figura La Virgen de la Caridad, señalada por la crítica como la mejor de Latinoamérica en aquel entonces.

La banda sonora de El romance del palmar incluye canciones de Ernesto Lecuona, Gonzalo Roig, Félix B. Caignet, Moisés Simons, Alberto Villalón e Ignacio Villa, nuestro Bola de Nieve, lo que la transformó no solo en una joya dentro del repertorio cinematográfico, sino en un excelente muestrario de la mejor música cubana de todos los tiempos.

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La película fue considerada durante muchos años la más taquillera de la historia del cine cubano, tanto dentro como fuera del país. Y es lógico: encarceló el alma de ese cubano reidor y extrovertido que se burla hasta de su sombra con un optimismo que vale un central.

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