ARCHIVOS PARLANCHINES: ¡Cuidado con el Babujal!
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Es una pena que las leyendas orales de los campos de Cuba se hayan ido olvidando poco a poco, porque representan un tesoro invaluable de nuestra cultura. Unas pocas están llenas de humor, y otras son verdaderamente escalofriantes, pero, en general, son una muestra del ingenio y sensibilidad de nuestros guajiros.
Por fortuna, hay varias de estas historias folclóricas que han prevalecido a lo largo del tiempo en la memoria de los cubanos y han pasado de una generación a otra como una muestra del arraigo de nuestras costumbres y tradiciones.
La mayoría de estos relatos y mitos funden las influencias de origen africano, español y aborigen para crear una atmósfera local que resulta fascinante.
Sin dudas, una de las leyendas más populares en Cuba es la de El Güije, una especie de duende, bajito, de grotescas facciones, ojos saltones, algo cabezón, de piel oscura, peludo y escurridizo que vive desnudo o cubierto de bejucos, en los alrededores de los ríos o lagunas.
Este ser suele estar oculto entre la vegetación y sale al encuentro de las personas aventureras haciendo algunas travesuras. Lo malo es que esas bromas pueden ser algo peligrosas, pues frecuentemente arrastran a sus víctimas y las sumergen bajo el agua.
Se cuenta que con doce hombres llamados Juan (doce Juanes), a las doce de la noche, se puede cercar y atrapar a este duende. Otra versión asegura que al darle doce vueltas a una ceiba, siempre a las doce de la noche, podemos invocar a un Güije y este sale corriendo o ataca a la persona capaz de sacarlo de su escondrijo.
El Güije está muy presente en la narrativa, la música, las artes plásticas, series infantiles y dibujos animados.

Otro de los cuentos de mayor difusión en los pueblos y caseríos, sobre todo en la región central de Cuba, se relaciona con El babujal, una especie de diablillo, gnomo o elfo que tiene forma de lagarto grande o chipojo y se le relaciona con la cultura aborigen.
Al parecer, se trata de un ser maligno que suele tomar posesión del cuerpo de las personas para obras lejanas al bien. Se aloja en el estómago y desata en sus víctimas un apetito voraz, al mismo tiempo que se adueña de su voluntad por completo.
Muchas personas tienen la creencia de que este ser es real por lo que para protegerse de él se hacen tatuajes religiosos o portan amuletos de oro, plata, hueso o conchas.
Los behiques (hechiceros) son los únicos capaces de sacarlos del cuerpo de quienes sufren su acoso. Para ello usa cujes trenzados “mágicos” con los cuales flagelan a las personas “poseídas” por este espíritu devorador.
En una famosa aventura cubana llamada Los pequeños fugitivos, sus personajes se enfrentan al Babujal y logran desenmascarar a un guajiro que asustaba a los campesinos, mientras él aprovechaba y hacía sus fechorías.
El Babujal también ha estado presente en la literatura en diversas ocasiones, y ha sido reseñado en las obras de numerosos etnólogos.
Un relato del siglo diecisiete que nunca ha dejado de aparecer en la literatura campesina con autores como Onelio Jorge Cardoso, es el referido a la Madre de Aguas, llamada Mama Glo o Magüi, el cual nos habla de la existencia de un majá de gran tamaño, sumamente fuerte, poderoso y tan grueso, que parece una palmera.

Este reptil posee una suerte de cuernos sobre la región frontal de la cabeza y está cubierto de escamas gruesas que le proporcionan un blindaje ante los cazadores.
A pesar de su imagen terrorífica, y de ser calificado como un “monstruo”, su labor es considerada positiva, porque mantiene viva las aguas de los ríos y lagos donde habita, los cuales nunca se secan.
El Güije, El babujal y la Madre de Aguas son, en realidad, páginas muy ilustrativas de una literatura oral que sigue tragándose el tiempo para regalarnos moralejas… y algunos sustos.












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