Lancelot Alonso: «Yo soy un tipo erótico, sensual…»

Lancelot Alonso: «Yo soy un tipo erótico, sensual…»
Fecha de publicación: 
29 Agosto 2012
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Lacelot Alonso vive y trabaja en una casa espaciosa, de puntal altísimo, fresca y apacible. Por lo menos dos habitaciones están ocupadas por sus obras o sus materiales de trabajo. Su casa es su refugio, a veces pasa días sin salir ni a la esquina.

Ahora está pintando una serie para Factoría Habana, y las piezas son gigantescas, impresionantes, pletóricas de color y de singular sensualidad. Como hacía calor, conversamos en el portal, que a esa hora de la tarde está sombreado, un oasis en medio de tanto sol de agosto.

—¿Trabajas siempre en tu casa o puedes hacerlo en cualquier lado?

—Casi siempre en la casa. Es que me gusta mucho la soledad, la privacidad. Me cuesta mucho pintar rodeado de gente. Cuando estaba en el estudio de Rocío García, y ella me encargaba algún ejercicio, siempre le pedía que me permitiera hacerlo aquí, solo, lejos de las miradas de los demás.

—¿Tienes un horario establecido?

—Casi siempre pinto por la madrugada. Empiezo a eso de las 9:00 p.m. y pinto hasta que me caiga de cansancio.

—¿Esperas por eso que llaman inspiración?

—Eso que llaman inspiración no tiene que ver mucho con mi trabajo. A mí me marca más la vitalidad. Te digo, dejo de pintar cuando ya estoy cansado.

—¿Pintas todos los días?

—Depende de la obra. Hay temporadas en que sí. A veces pinto piezas que hago en unas horas. Pero otras obras de mayor formato me ocupan más de un día. Cuando las acabo debo descansar algún tiempo.

—¿Tu pintura siempre ha sido figurativa?

—Sí. Me gusta la abstracción, pero para verla, para “consumirla”. No me interesa para crear.

—Seguro que tienes muchos referentes, gente que te ha marcado…

—Claro que tengo montones de referentes, de todas épocas y ubicaciones. Entre los cubanos, Rocío García, Servando, Noel Moreira, Carlos Quintana, Niels Reyes… Más allá, la lista es larga. Matisse, por ejemplo… Me han marcado el fauvismo, el expresionismo alemán…

—¿Cuál es tu relación con ellos? ¿Tratas de “emularlos”?

—No necesariamente. Pueden ser más bien puntos de partida. Soy muy perceptivo, soy una esponjita. Voy viendo aquí y allá y las cosas que me interesan las voy asimilando, las voy integrando. Después de alguna manera tributan a mi obra.

—En tus piezas el color tiene un protagonismo especial.

—Es que quiero resolver todos los problemas formales de mis obras desde y través del color.

—¿Cuándo supiste que ibas a ser pintor?

—La verdad es que no lo tengo claro. Quizás lo he sabido siempre. O por lo menos lo supieron mis padres. Vieron que tenía el talento y se las arreglaron para que lo cultivara. Desde pequeño estudié en escuelas de arte.

—Eras uno de esos niños que no dejaban de pintar.

—Exacto.

—¿Se parecía lo que pintabas entonces a lo que pintas ahora?

—Para nada, eran dibujos muy infantiles.

—¿Cuándo se consolidó tu poética?

—Yo creo que un momento importante fue el de mi tesis de graduación. Me senté a pensar. Las tesis obligan a desarrollar un tema. Me dije: No me interesa hacer lo que hicieron los posmodernos americanos, toda esa reflexión sobre los problemas del arte… Dentro de los temas “nacionales”, tampoco me interesa hablar sobre la emigración, la marginalidad… Hasta que no le di más vueltas al asunto. Me dije: yo soy un tipo erótico, sensual… ¡ahí está el camino!

—Y tu nombre, tan singular, ¿ha tenido algo que ver? Estoy viendo por ahí caballeros, lanzas, armaduras, caballos…

—Hay gente piensa que Lancelot es un nombre artístico. Pero no, así me pusieron mis padres. Estas obras son para mi trabajo con la Factoría Habana, tienen que ver con mis intereses creativos. Son para una serie en la que primero hablaré del amor más lírico, romántico, idealizado… y después me internaré en las relaciones más sexuadas, apartando un poco el erotismo, quizás más cerca de las filias… Y sí, hay cierta vocación “caballeresca”, un aire mitológico. Pero mi nombre no ha tenido que ver mucho.

—¿Lo que pintas es lo que ves o lo que quieres ver?

—De todo un poco. Aunque siempre trato de ser espectador de las escenas que recreo. Casi nunca soy participante. Evoco momentos y situaciones agradables, sin pretender nunca una perspectiva moralizante. Pinto lo que me gusta.

—Una pregunta un poco indiscreta, ¿se vende bien lo que haces?

—Bastante bien. Aunque el tema pudiera parecer algo tabú, hay un mercado bastante interesante para estos asuntos.

—Cuando pintas, ¿piensas que tienes que vender?

—Yo no pienso para nada en eso. A no ser que no tenga material para trabajar y necesite vender algo para adquirirlo. Pero yo no me permitiría contaminar mi obra con las demandas comerciales. Si se vende, bien; si no, qué se le va a hacer. Yo pinto lo que quiero, como quiero. Algunos amigos incluso han llegado a criticarme por eso. Pero no voy a hacer concesiones.

—¿Has tenido crisis creativas, etapas en que no has sabido qué decir?

—Alguna que otra vez. La última vez me fui de viaje, y regresé inspirado.

—¿Tienes vida más allá de tu trabajo? ¿Dejas de pensar en tu obra?

—Mi vida es mi obra, casi el ciento por ciento de mi tiempo se lo dedico. Si no estoy trabajando, estoy pensando en el trabajo, imaginando, ideando… Casi no salgo de estas cuatro paredes. A veces mi novia se queja.

—¿Piensas en la trascendencia? ¿Te gustaría ser algún día un clásico del arte cubano?

—Todos tenemos ese bichito, pero la verdad es que no trabajo para eso. Yo vivo el momento.

—¿Eres un hombre feliz?

—Uh, ¡está difícil la pregunta!

—Maticemos: ¿pintar te hace feliz?

—Digamos que me ayuda a ser feliz. Pero a veces me hace sufrir. Yo me obsesiono con mis obras, y por eso a veces me privo de unas cuantas alegrías.

—Pero, ¿estás satisfecho con lo que has logrado hasta ahora?

-Uno nunca está satisfecho. No creo que un artista joven pueda estarlo. Me gusta lo que hago y lo defiendo. Pero sé que todavía falta mucho por hacer.

—¿Cómo te ves dentro de unos cuantos años? ¿Seguirás pintando lo que ahora pintas?

—No lo creo. Yo he evolucionado. Y es evidente que voy a seguir haciéndolo. Ahora mismo tengo un objetivo: lograr un método a través del color. Cuando lo logre, lo más seguro es que lo deseche y haga algo diferente.

OTRAS ENTREVISTAS DE ESTA SERIE:

Carlos Luis Blanco: «No quiero vivir en una burbuja»

Marta Ortega: «Bailar es conversar sin abrir la boca»

 

Comentarios

Muy buena entrevista. Es un pintor muy interesante...
Gracias para su sitio y las cosas interesantes como así. Mo en Canadá.
Cuba entregó al mundo: El Bárbaro de la Salsa, El Bárbaro del Danzón, considero que este joven artista sin duda es El Bárbaro del Color de la nueva plástica cubana. Su obra es totalmente impresionante.
Congratulations! Your new work is beautiful! Hugs from New York- your biggest fan, Cynthia Carris (Photo Editor-Researcher)

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