Bonsái Habana: Bienvenidos a un bosque en miniatura

Bonsái Habana: Bienvenidos a un bosque en miniatura
Fecha de publicación: 
22 Agosto 2012
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Un universo en miniaturas se abre ante nuestros ojos por estos días. La IV Bienal Bonsái Habana recibe al público amante de la naturaleza y la creación desde el Museo de Artes Decorativas.

 

72 piezas de 28 expositores cubanos nos invitan a recorrer un pequeño e interesante bosque habitado por ficus, cerezos, jagüeyes, álamos, laureles...

 

Ser parte de esta experiencia es mucho más que llevar algunas imágenes de recuerdo a casa, es adentrarse en un mundo que convierte la ilusión en realidad. Cuántos de nosotros no hemos querido ser artistas alguna vez. Dedicar tiempo y esfuerzos a una técnica como esta es sentirnos creadores también.

 

Decía José Martí que una persona debía hacer tres cosas durante su vida: plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo. Ser parte del mundo del bonsái es una buena manera de empezar y participar de una filosofía que nos hace crecer espiritualmente.

 

La búsqueda de la perfección y la belleza en estas plantas, convertidas en árboles diminutos, simboliza el viaje para encontrar nuestra alma gemela, nos acerca más a la naturaleza -de donde venimos- y nos ayuda a compartir nuestro aliento, que es la necesidad primigenia de los seres humanos.

 

Jorge Guerra, presidente del evento y del grupo de cultivadores Bonsái Habana, conversó con Cubasí.

 

Bonsái Habana

 

-¿Cómo se trabaja el bonsái, cuál es su interés?


-Es un arte de origen asiático, pero para nada es un arte oriental, es nacional, porque la materia prima con la que cada cultivador trabaja es la flora del país en cuestión.

 

Surgió en China hace aproximadamente 2 mil años, los japoneses lo conceptualizaron, lo difundieron a todo el mundo, y actualmente se practica en cada lugar del planeta.

 

Hacer bonsáis es ante todo un acto de crecimiento espiritual, ético conservacionista, porque se trabaja con algo vivo que modificamos. El bonsái no existe por sí solo, es algo que hay que crear de una semilla o un esqueje. A partir de ahí empezamos a hacer lo que se define como un bonsái: un árbol de reducidas dimensiones que crece en una maceta. Si no tiene una maceta, no es un bonsái, porque precisamente su concepto es «lo que crece en una bandeja».

 

-La idea es entonces tener la naturaleza cerca de uno mismo…


-Claro, el tema es traer la naturaleza a la casa, es poder, simbólicamente, abrazar un gigante del bosque, tener al lado un árbol que originalmente tendría unos 20 metros de alto.

 

Es una manera del hombre para integrarse a la naturaleza, algo que fue común en los albores de la Humanidad, pero que hemos perdido por error, sobre todo en las civilizaciones occidentales. Hoy vivimos una era tecnológica, de asfalto, de acero y cristal, muy ajena a la naturaleza.

 

Es cierto que hay ciudades con grandes parques y eso es buenísimo porque son los pulmones de la ciudad, pero eso no implica que estemos cerca de la naturaleza. Si no tenemos plantas en la casa -y no digo que haya que hacer un bosque-, seguimos alejados de la madre natura, porque al final nadie riega ni cuida un árbol en un parque, a no ser el guardaparques. El asunto está en dedicar el tiempo a esas plantas, estar en comunión con ellas, ser responsables.

 

Por eso siempre decimos que cuidar un bonsái es como criar un hijo, y con el paso de los años hace falta una familia.

 

Bonsái Habana

 

-¿Cuál es el plazo mínimo y máximo que nos toma lograr un bonsái?


-La primera condición para hacer ese tiempo lo más corto posible es el conocimiento del cultivador. La gente cree que para hacer un bonsái hacen falta 20 años. Imagínate, morimos y no lo terminamos. Ese es un concepto errado. Mientras más conocimiento y experiencia tenemos en el tema lo haremos más rápido, por ejemplo en un año.

 

-¿Aunque sea un árbol tan grande como una ceiba, por ejemplo?


-Todo depende de las características del árbol que se trabaje. En Cuba hay 826 especies de árboles y arbustos leñosos. El 51% de ellos son endémicos, tenemos un endemismo floral impresionante a escala planetaria. O sea que tenemos cientos de opciones para decidir con cuál y cómo lo haremos. Existen plantas de crecimiento más rápido y otras más lentas. Hay árboles con la hoja pequeña, a esos ya no hay que hacerles el mismo tratamiento, ya ahí no hay que emplear técnicas de reducción de follaje. Es tiempo que ahorramos.

 

-Aquí en Cuba, ¿dónde podemos obtener esos conocimientos?


-En los cursos que impartimos en este museo, que es nuestra sede. Ya está abierta la matrícula. Impartimos cuatro cursos en el año, dos entre marzo y mayo y dos entre octubre y diciembre. La demanda de estos encuentros es muy grande cada año. Pueden matricular en frecuencias de sábados o domingos. Son 13 clases.

 

-Quienes cursan los talleres, ¿tienen posibilidades luego de ser parte de la asociación?


-Se hace una selección, según el nivel de aprovechamiento de cada alumno.

 

-Usted decía que el bonsái es un arte milenario, pero ¿hay datos de cuándo llegó a Cuba?


-No con precisión. Hemos investigado pero no hay datos exactos. Tenemos migraciones chinas y japonesas desde hace muchos años, incluso el bonsái puede haber venido desde Estados Unidos porque ellos lo tuvieron primero que nosotros. Es algo complejo de evaluar.

 

Pero sí podemos decir que en los últimos 10 años se ha generado mucho interés en esta técnica. Tenemos un comienzo tardío pero en el caso de nuestra asociación, que ya tiene 9 años, es con mucha fuerza.

 

Bonsái Habana

 

-Cuando alguien compra un bonsái, ¿qué debe hacer después?


-Durante los primeros meses el dueño debe asegurarse de que la planta tenga la luz y agua necesarias. Pero luego esos árboles deben ser vistos preferiblemente por la persona que los hizo unas dos veces al año.

 

-¿Tienen una vida límite?


-Teórica y filosóficamente sí, pero realmente un árbol dura más como bonsái que como especie natural, independientemente de la especie. Una planta que esté en un bosque solo toma agua cuando llueve, nadie la riega, nadie le cambia la tierra ni le corta las raíces, o sea, siendo bonsái es más atendida, se le poda, se cambia el sustrato…

 

-Algunos dicen que tener un bonsái en casa da suerte. ¿Es cierto?


-Yo no diría suerte. Cada cual puede creer lo que quiera. Pero sí es seguro que es una fuente anti estrés fabulosa, las personas no imaginan cuánto. Después de un día malo de trabajo, si llegas a casa, vas al patio, riegas tus plantas y tienes alguna acción con ellas, dejas atrás cualquier problema que haya habido antes. Es como lavarse y eliminar todo el polvo del día. Es una manera de crecerse espiritualmente, es como tener un niño. Es algo que uno crea y que al cabo del tiempo la gente va a admirar, es nuestra obra que nos hace sentir orgullosos. E s una obra de arte.

 

-Vi en la exposición que algunos bonsáis tienen nombres…


-Existe una tradición que surgió en Japón y que hoy trasciende todas las fronteras de que cuando un bonsái adquiere un determinado nivel de calidad se le debe poner un nombre propio. Aquí en Cuba la gente también le pone nombres a sus piezas, algunos con más éxito que otros.

 

Vale la pena porque es algo único, irrepetible, nadie puede hacer dos bonsáis iguales, es imposible. Si ellos son exclusivos, pues tienen todo el derecho de llevar nombre.

Comentarios

Soy de Cienfuegos y la sede se encuentra en La Habana, ¿existe algún sitio web cubano que posea bibliografía acerca del cultivo del bonsái o existen otras sedes en otras provincias? Me gustaría iniciarme en este arte. im1223@ucf.edu.cu
Muy interesante lo expuesto sobre este arte asiático.

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