Serie del Caribe: Cuba, sus armas y la posible vitrina panameña

Serie del Caribe: Cuba, sus armas y la posible vitrina panameña
Fecha de publicación: 
30 Enero 2019
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El debut de Las Tunas de Cuba en la edición número 61 de la Serie del Caribe de Béisbol será el próximo lunes 4 de febrero frente a las Estrellas Orientales de República Dominicana, como parte de un certamen que por segundo año consecutivo tiene que ver trasladarse su sede de Barquisimeto, Venezuela, al estadio Rod Carew, de Ciudad Panamá, en esta ocasión.

Eso significa que habrá seis contendientes, pues a los Leñadores tuneros y las estrellas quisqueyanas se suman igualmente en calidad de debutantes en estos certámenes los Charros de Jalisco, México; y los anfitriones Toros de Herrera.

Cierran los venezolanos Cardenales de Lara (cuatro participaciones y balance de 9-16), y Cangrejeros de Santurce de Puerto Rico, en su duodécima comparecencia, saldo global de 39-23, y cinco coronas en sus vitrinas.

Mucho se ha hablado sobre la conformación del equipo, desde la no inclusión de Denis Peña y Rafael Viñales, hasta la posible presencia de Stayler Hernández, Frank Luis Medina o Wilson Paredes, y el talentoso Oscar LÑuis Colás, por solo mencionar algunos.

Lo cierto es que en la relación de 28 jugadores aparecen 14 proclamados monarcas y el mismo número refuerzos escogidos a tenor con lo que el mentor Pablo Civil y su cuerpo de dirección consideraron necesarios para redondear una armada competitiva.

Una ojeada a las nóminas de nuestras selecciones desde el 2015 arroja que, en San Juan, Puerto Rico, por ejemplo, los Vegueros de Pinar del Río dirigidos por Alfonso Urquiola tuvieron diez representantes de esa provincia; mientras en el 2016 de los reyes de Ciego de Ávila asistió otra decena a Santo Domingo; en el 2017 participaron 12 Alazanes de Granma en Culiacán, México; y en el 2018, cuando repitieron los Alazanes, la cifra de nativos de esa provincia oriental bajó a 10 en la Serie efectuada en Guadalajara.

Sucede que bajo esa dinámica compiten cada una de las armadas caribeñas. Además de reforzarse al menos en una etapa de sus clásicos domésticos, luego lo hace nuevamente la novena agraciada antes de encarar la Serie del Caribe, y contrario a nuestro país, en ocasiones no utilizan exclusivamente a jugadores nativos o que tuvieron protagonismo en esa edición de su certamen liguero.

En esta ocasión, tras el acuerdo sostenido entre la Federación Cubana de Béisbol y la MLB, el torneo en suelo istmeño funcionará como una especie de vitrina, especialmente para un grupo (reducido desde mi perspectiva) de peloteros de la Mayor de las Antillas que bien pudieran ser contratados en alguna de las organizaciones de béisbol de Grandes Ligas, o en su defecto en alguna de las franquicias pertenecientes a la Confederación Profesional de Béisbol del Caribe.

Cuba ha ido ganando en madurez y experiencia competitiva desde su reinserción en estos eventos desde el 2014. El año en que se coronaron los Vegueros de Pinar del Río los nuestros solo ganaron un partido de la ronda de todos contra todos. Avanzaron en la cuarta posición y luego se impusieron en los choques cruciales de semifinales y la final.

Eso les permitió proclamarse ases en un torneo corto, con características muy particulares.

Similar realidad vivieron los tigres avileños en el 2016, solo que su paso fue efímero, pues sucumbieron en semifinales 2-7 ante los a la postre reyes de Venados de Mazatlán aztecas, por lo que culminaron en la cuarta plaza.

Cambiaría en lo adelante la realidad. Los Alazanes de Granma, nuestra representación en las versiones de 2017 y 2018 en ambos casos caminaron la ruta preliminar con saldo positivo de 3-1. Incluso en la versión precedente lideraron dicha ronda. Sucede que en ambos casos vieron trunco su avance en las semifinales. Los responsables de su despedida por ese orden resultaron ser Las Águilas de Mexicali (1-0); y las también Águilas Cibaeñas quisqueyanas (7-4).

De cualquier manera la imagen dejada por ellos fue la de un plantel a la altura de las exigencias del certamen, quizás carente de alguna variante puntual en situaciones climáticas de partido, especialmente aquellas relacionadas con el pitcheo de relevo o la conexión clave con hombres en circulación, pero de forma general evidenciaron que la pelota cubana aún posee madera.

Estos leñadores tienen…

Si me preguntaran mi posible alineación ofensiva diría que esta sería a razón de Yunieski Larduet, Jorge Yhonson, Jorge Alomá o Yosvany Alarcón, Alfredo Despaigne, Yurién Vizcaíno o Frederich Cepeda, el restante entre Alomá y Alarcón, Yordanis Samón, Yurisbel Gracial, Alexander Ayala y Andrés Quiala o viceversa.

Como principales recursos para solventar una situación X en la banca quedarían Danel Castro, Carlos Benítez, Cepeda, Despaigne o Vizcaíno, en dependencia y Yordan Manduley. Claro, bien pudiera emplearse otra variante que involucrara a una posible combinación de Cepeda-Vizcaíno, Cepeda-Despaigne, o Vizcaíno Despaigne en las praderas. Surge acá una agravante: todos son por naturaleza jardineros izquierdos.

Esa es una de las limitaciones del elenco, sobrecargar a jugadores de una misma posición, como sucede asimismo con Alomá, Benítez y Castro, independientemente de que el primero puede custodiar el campo corto. Esa condicionante desde mi perspectiva igualmente reduce la velocidad del elenco, y por consiguiente posibles jugadas de corrido y bateo, o conexiones por detrás del corredor, porque gran parte de estos peloteros son bateadores con responsabilidad, de poder y bateadores para su mano.

Desde la colina de los martirios el panorama parece un tanto más sólido. Staff de 13 lanzadores con Lázaro Blanco, Yoanni Yera y Freddy Asiel Álvarez en calidad de iniciadores, Yoalkis Cruz, Yudier Rodríguez, Dariel Góngora, Yariel Rodríguez y compañía como estabilizadores y Liván Moinelo y Raidel Martínez en calidad de taponeros indiscutibles.

Quizás me hubiese decantado por Wilson Paredes o Frank Luis Medina por Vladimir García, pero de forma general me sentí a gusto con el cuerpo de serpentineros.

A propósito, Los Charros de Jalisco y los Cardenales de Lara, monarcas de los circuitos invernales de México y Venezuela, respectivamente, serán los rivales de nuestra armada, luego de realizarse un sorteo en las oficinas de la Confederación de Béisbol de Caribe (CBPC), en República Dominicana.

En el B estarán los Cangrejeros de Santurce (Puerto Rico), las Estrellas Orientales (República Dominicana) y los Toros de Herrera (Panamá). Se disputará la lid por sistema de todos contra todos a dos rondas, tras lo cual los vencedores de cada apartado discutirán la final el día 10 de febrero.

Ese es el panorama. Esperemos a ver qué sucede a partir del próximo cuatro de febrero cuando los umpires den la voz de play ball.

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